sábado, 8 de noviembre de 2008

Barack Obama o el representante de una nueva esperanza

El pasado martes día 4 del presente mes de noviembre, el candidato demócrata Barack Obama ganó las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica. Su victoria se ha considerado muy positiva para muchos países y así lo han expresado buena parte de los medios de comunicación. El hecho de que por primera vez en la historia un hombre de color haya llegado hasta la cima del poder de la primera potencia mundial marca un antes y un después a la vez que se reflejan dos cosas. Por un lado, la sociedad norteamericana está cambiando progresivamente, aunque lentamente, pues un mal uso de las creencias, la moral y los valores todavía contamina a mucha población. En este sentido me refiero concretamente a los colectivos católicos ultraconservadores nacionalistas de estado que gobiernan en pequeños pueblos de la Norteamérica profunda, y son a mi parecer comparables al fundamentalismo islámico y, por consiguiente, un cáncer de la humanidad a extirpar. Y ello lo digo con respeto hacia todas las religiones y hacia todos los valores tanto progresistas como conservadores siempre y cuando se hagan de ellos un buen uso, pues ni mucho menos se debe criminalizar a nadie por sus ideas o creencias. Por otro lado, queda reflejada una experiencia en democracia que arrastran de hace muchos años, mal que les pese a ciertos colectivos que alardean de ser más demócratas que nadie y que no voy a citar, muy abundantes por cierto en nuestro país cuando a nosotros todavía nos queda bastante por aprender.
La base del programa de Obama se centra, principalmente, en fortalecer a los EE.UU. en el extranjero, finalizar la guerra en Irak, erradicar la corrupción en Washington, asegurar la independencia energética, mejorar la educación y el sistema sanitario, mejorar la seguridad del país, mejorar la política de inmigración, fortalecer las familias y las comunidades y el derecho a voto, y conciliar la fe y la política. En cuanto al colectivo gay, no se ha mostrado favorable al matrimonio y a la posible adopción de niños/as, pero asegura que no aprobará leyes que blinden el veto como hicieron los Republicanos, con lo cual parece dar a entender que deja una puerta abierta para el futuro.
¿Será realmente Obama un cambio real para los norteamericanos y, de rebote, para el mundo? Ojala sea así, pues hay aspectos como la pena de muerte, el sobreconsumo, la contaminación medioambiental y el envío de tropas militares a países ricos en recursos naturales que a lo largo de la historia de los EE.UU. se han mantenido constantes.

1 comentario:

The Fisher King dijo...

En el preciso instante en el que un hombre de color deviene Presidente de los Estados Unidos de América se produce un cambio harto significativo. Y, de algún modo, todos hemos sido partícipes del mismo. Espectadores privilegiados de un episodio histórico. El pueblo norteamericano (y, por extensión simbólica, el resto del orbe) ha dicho: "Basta ya de sinrazón, de guerras que pretenden solapar desmedidos afanes lucrativos y de vulnerar sistematicamente los más elementales derechos humanos".
No espero soluciones milagrosas por parte de Míster Obama; pero sí le pido integridad, dedicación, flexibilidad y vocación de servicio.

Un abrazo, Ricard.