domingo, 29 de marzo de 2009

Odio ODIO BARCELONA

No hace ni una semana que terminé de leer el libro titulado “Odio Barcelona”, editado por Melusina. Desde que se anunció su publicación deseaba hacerme con un ejemplar, pues tenía curiosidad acerca de cómo se enfocarían las críticas hacia la ciudad de Barcelona.
La obra está escrita por doce jóvenes escritores nacidos posteriormente a 1975: Javier Calvo, Agustín Fernández Mallo, Philipp Engel, Robert-Juan Cantavella, Hernán Migoya, Llúcia Ramis, Matías Néspolo, Carol Paris, Oscar Gual, Lucía Lijtmaer, Javier Blánquez y Efrén Álvarez.
Cada uno de ellos escribe un ensayo en el cual exponen sin tapujos su personal visión sobre Barcelona, expresando abiertamente y sin censura todo aquello que detestan de la ciudad. La especulación, las diferencias de clases, la “Marca Barcelona”, la ciudad del diseño, la Barcelona Fashion, la ciudad para el turismo y la ocultación de las miserias son, entre otras cosas, los temas que se mayormente se abordan y que son objeto de crítica.
Aunque los argumentos críticos puedan ser perfectamente compartibles y estén cargados de razón, sin embargo, todos los capítulos, a pesar de tener un estilo literario diferente, unos mejores y otros peores, comparten entre sí una fuerte pedantería intelectual, posiblemente porque, al tratarse de autores jóvenes, pretenden demostrar al mundo sus cualidades artísticas e intelectuales. Así, citas a filósofos contemporáneos, expresiones con sentido metafórico, simbolismos, palabras y conceptos de terminología rebuscada de las cuales se podría elaborar una larga lista, son constantemente presentes. Una forma de escribir que recuerda a la del escritor israelita Yoram kaniuk, autor de la excelente obra El hombre perro, pero con la diferencia de que éste es un verdadero maestro a la hora de construir frases y seleccionar palabras cultas.
En definitiva, puedo decir que odio Odio Barcelona no por su contenido crítico, del cual comparto la mayoría de argumentos, sino por la forma. O sea, no se trata del qué dicen, sino del cómo lo dicen. Remarcar, a pesar de todo, que el ensayo de Hernán Migoya sea, tal vez, el mejor y el más divertido y simpático, pues no negaré que he llegado a soltar alguna carcajada y que merece ser salvado. Y destacar que el primer y el último relato son los más soporíferos y pretenciosamente intelectuales hasta el extremo de caer en una cierta repugnancia, sobre todo el último, que al terminar de leerlo no te faltan ganas de gritar.
En cuanto a obras críticas hacia el modelo de ciudad, destacaría como referencia interesante el título Què esteu fent amb Barcelona, de Joaquim Roglan. A diferencia de Odio Barcelona, el autor escribe claro y conciso, con una carga de ironía constante en cada capítulo que no desfallece en ningún momento. Un aspecto a su favor es que Joaquim Roglan no esconde en absoluto sus ideas y se muestra claramente como un hombre conservador, algo que de él no voy a criticar en absoluto a pesar de que discrepo en algunas de sus críticas, como por ejemplo, la que hace contra el tranvía. Los autores de Odio Barcelona, aparentemente todos ellos de izquierdas, se contradicen porque responden al perfil de pijoprogres que hoy día abundan por Barcelona.

viernes, 27 de marzo de 2009

Reivindicando la figura de Josep Tarradellas


Transcurridas dos décadas de su muerte, y un siglo y una década de su nacimiento, me ha venido a la cabeza el recuerdo de un político que, si bien su paso por la Generalitat fue muy fugaz, es ahora reivindicado por diferentes sectores ideológicos como un personaje de referencia: Josep Tarradellas i Joan.
Si efectuamos un repaso a su biografía, este hombre nació en Cervelló (Barcelona) en el año 1899. Ya en 1914 se trasladó a Barcelona con sus padres y su hermana, empezando a trabajar como dependiente de comercio. En 1915 se inscribió como socio en el Centro Autonomista de los Dependientes de Comercio y de la Industria (CADCI), donde estudió catalán, castellano, francés, inglés, aritmética, contabilidad y cultura general. Su militancia catalanista lo trajo de muy joven a la vida política, llegando a secretario de propaganda del CADCI. En 1916 conoció a Francesc Macià. En 1919 fundó los semanarios Abrandament y El Intransigente. El 1919 se unió a la Federación Democrática Nacionalista de Francesc Macià y en 1920 militó en la Joventut Nacionalista La Falç. Participó en la fundación del partido Esquerra Republicana de Catalunya, por el cual fue elegido secretario general y diputado a las Cortes Españolas en 1931. También fue diputado y Consejero de Gobernación y de Sanidad de la Generalitat en el gobierno catalán entre 1931-1932, y del primer gobierno posterior a las elecciones de 1932. Por discrepancias con Macià, fue expulsado de ERC y en 1933 fundó el partido Partit Nacionalista Republicà d'Esquerra (PNRE). Durante los hechos del 6 de octubre de 1934 fue detenido y encarcelado. Durante la Guerra Civil española, decidió reconciliarse con Lluís Companys y ocupó las carteras de Servicios Públicos, Economía y Cultura, llegando a ser Consejero Primero en septiembre de 1936. Encabezó la Comisión de Industrias de Guerra, desde la cual forjó una gran industria armamentística en la que participaron numerosas fábricas. Sin embargo, los problemas económicos traducidos en la falta de financiación para el desarrollo armamentístico por parte del Banco de España, supuso un descenso de la producción de armas y el consecuente avance de las tropas nacionales. Exiliado en Suiza y en Francia a partir de 1939, los diputados catalanes lo eligieron como presidente de la Generalitat en 1954 en México, tras la dimisión de su antecesor, Josep Irla i Bosch. Desde su residencia de Saint-Martin-le-Beau mantuvo durante largos años la vigencia de la institución.
Tras la muerte de Franco, creyó la necesidad de coordinar su acción exterior con las fuerzas políticas del interior mediante la constitución del Consell de Forces Polítiques de Catalunya. El gobierno de Arias Navarro envió una delegación del gobierno español a Saint-Martin-le-Beau. Junto con Carlos Sentías, se trasladó a Madrid para hablar con el entonces presidente del Gobierno Adolfo Suárez. La entrevista, a pesar de las tensiones iniciales, terminó con un acercamiento entre los dos y con la aprobación de un Real Decreto de reinstauración de la Generalitat. Tras su regreso a Francia, el 20 de octubre de 1977 regresó a Madrid, y tres días después a Barcelona. En el balcón del Palau de la Generalitat gritó a la multitud de la plaza de Sant Jaume la famosa frase “Ciutadas de Catalunya. Ja sóc aquí”, que acompañó un discurso. Hoy en día, estas palabras son de mucha emoción, especialmente para los catalanes, pues de alguna forma ponen punto final a la Dictadura Franquista y todo lo que ella implicaba, para dar paso a la Democrácia. Tarradellas formó un gobierno de concentración con doce consejeros para redactar el Estatut d’Autonomía de Catalunya que sería aprobado en referéndum en noviembre de 1979, convocando después elecciones al Parlament de Catalunya en 1980. Su período de tiempo como presidente abarcó de octubre de 1977 a abril de 1980. Su primer gran reto fue la construcción de un gobierno de unidad proporcional a los resultados de las elecciones autonómicas de 1977. Se reservó para él las carteras de Gobernación, Hacienda y Cultura porque eran las que representaban la esencia del poder y las que ostentó durante la II República. Sus cuatro preocupaciones básicas fueron: dotar a la administración catalana de una normativa básica, para la cual se promulgó el Reglamento de Régimen Interior de la Generalitat, y luego el decreto estructurando la organización, competencias y servicios dependientes de cada departamento; disponer de los instrumentos necesarios para coordinar la administración civil del Estado, la Generalitat y las entidades locales; preparar la estructura y los cuadros de la función pública en Cataluña; y la regulación de la incorporación de la lengua catalana en el sistema educativo. Tras la elecciones de 1980 se retiró de la política. En 1985 fue nombrado marqués de Tarradellas por S.M. el Rey Juan Carlos I. Murió en Barcelona en 1988.


Desde aquí, al personaje de Tarradellas quiero merecerle un entrañable recuerdo por haber sido un ejemplo de catalanista nacionalista abierto e integrador, un hombre de conciliación y de concordia entre Cataluña y el resto de España (creía que Cataluña debía de integrarse a España y luego hacernos entender), dialogante con todas las fuerzas políticas para defender los intereses de Cataluña, favorable a una política lingüística favorable a la enseñanza del y en catalán pero que evitara enfrentamientos con la lengua castellana, promotor de la cultura y la identidad catalana como un patrimonio enriquecedor y un hecho singular, nunca con fines secesionistas, y defensor de un concepto de nación pero en términos históricos (como pueblo y como hecho diferencial) pero no burocráticos (separatista y antiespañol). Sus memorias y las entrevistas realizadas ponen en evidencia que Tarradellas fue un buen político y estadista, gran conocedor de la política, de la clase política, de los políticos, de la historia de Cataluña y de España y del talante tanto del pueblo catalán como del español. El proceso para conseguir el restablecimiento de la Generalitat demuestra que fue algo muy difícil y extremadamente laborioso bajo una constante lucha y portentoso trabajo.
Es por todo ello que, desgraciadamente, los sectores nacionalistas lo calificaron erróneamente de hombre falso, de catalanista traidor (por estrechar la mano al resto del país e intentar que el pueblo catalán fuese entendido y se acabaran los prejuicios), de españolista (por su Visca Catalunya i Visca Espanya!) y de mal político. Sin embargo, tampoco desearía aprobar la apropiación ilegítima que algunos sectores antinacionalistas han hecho de su figura como ha sido el caso de Jiménez Losantos, similar a lo que José María Aznar hizo con Francesc Cambó, otro gran genio político olvidado. Es realmente lamentable que se haya hecho todo lo posible para arrrinconarlo y criminalizarlo (mediante obras como las de Josep Benet) por el simple hecho de no querer la independencia de Cataluña, ni la formación de unos "Països Catalans" sino que España nos comprendiera y nos estrechara las manos. Y eso, después de que grácias a él la Generalitat se haya salvado, preservado y nuevamente restablecido. Como si hacer eso no fuese hacer nada.
Su célebre frase Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí! ha sido interpretada como una prueba de su catalanismo abierto e integrador, pues al no decir catalans sino ciutadans de Catalunya, agrupaba a toda la ciudadanía de Cataluña, viniera de donde viniera y hablara en la lengua que hablara, sin excepciones, en el sentido de que todos formábamos parte de un mismo equipo.

miércoles, 18 de marzo de 2009

No desearás la muerte del prójimo


Navegando por Internet, observé indignado como en algunos foros y blogs había mentes crueles que expresaban claramente su alegría por la muerte de Pepe Rubianes, fallecido el pasado día 1 de marzo a causa de un cáncer de pulmón.
Naturalmente, dichos foros y blogs, observando un poco su contenido, correspondían a esas personas que tienen la mala costumbre de alardear (falsamente porque es de boquilla) su amor patrio, hablar de derechos y libertades y tildar de nazis a los catalanes en general y a los nacionalismos en particular. Es decir, dan la vuelta a la tortilla a todas las cosas como vulgarmente diríamos, adoptando el papel de víctimas, pues es habitual que los fascistas que no han salido del armario tachen de “fachas” a los demás para guardar las apariencias. Resulta curioso como la mayoría de quienes desprecian a los nacionalismos periféricos son nacionalistas de estado, pues al insultarlos también se están insultando ellos mismos.
El caso es que estas mentes no entienden o no quieren entender, o si entienden solamente pretenden provocar y manipular la realidad. Cuando Pepe Rubianes se cagó en la puta nación española, se refería a la España nacionalista de estado, uniformista, de la derecha rancia de la extrema derecha, y no a la España plural, diversa, multilingüe, multicultural, conciliadora y de concordia. Como consecuencia de sus declaraciones, fue denunciado por ultrajes a la nación e injurias a la bandera. Sin embargo, pasó impunemente la contestación de Iván Tubau cuando se cagó en la nación catalana. Aquí se ve quienes son ciudadanos de primera y quienes de segunda. Y luego dicen que en Cataluña se practica el victimismo, como si en otros sitos no lo hubiese, sobre todo cuando dicen que “los catalanes nos lo quitan todo”.

Ha sido un lamentable error haber mostrado a Pepe Rubianes como un antiespañol. Los nacionalistas españoles han caído en el mismo error de quienes tachan de fascistas a los que no son nacionalistas catalanes. Solo decirles a quienes se alegran de su muerte que más les vale no tener hijos, que se esterilicen por el bien de la humanidad, que se hagan la vasectomía si son hombres o bien la ligadura de trompas si son mujeres. En caso contrario, no sé que educación ejemplar le puede dar un padre o una madre de esta calaña a sus retoños, qué pueden aprender esos pobres seres inocentes que han venido a este mundo, moldeables como la arcilla, de unos padres cuyos valores se basan en el rencor y la venganza hacia quienes discrepan de ellos y celebran la muerte de sus enemigos.

jueves, 12 de marzo de 2009

La igualdad de la mujer: un mito y una utopía del mundo occidental


Vivimos tiempos en los que la revolución femenina encaminada hacia la igualdad de sexos es cada vez más fuerte y extendida por todo el globo. Sin embargo, en las sociedades democráticas occidentales, donde tanto se presume de que la mujer disfruta de unas libertades y oportunidades superiores a las de otros países (como los musulmanes) vemos que existe un machismo latente mucho más fuerte de lo que parece. Ya lo decía Josep Plà en una entrevista que se le hizo en la década de los años setenta, en la que respondió “no existe la igualdad de la mujer”.
Es cierto que a nivel laboral la mujer ha alcanzado unos puestos hasta hace pocos años, tradicionalmente masculinos. Sin embargo, el feminismo y la igualdad de la mujer se han convertido en un negocio rentable, en una herramienta de marketing y de publicidad para ofrecer una buena imagen y lograr prestigio. Así, pues, el hecho de que la mujer se vaya equiparando cada vez más a los hombres no significa la erradicación del machismo, el cual, como los virus, va mutando y se va adaptando a los nuevos tiempos. No se trata de un fenómeno atribuible a mentes rancias, anticuadas o conservadoras.
Vemos, por ejemplo, empresas que venden la imagen de una plantilla mayoritariamente de mujeres, como un gesto aparentemente bueno y bonito para demostrar que no se discrimina a nadie. Ese fue el caso cuando se inauguró la línea 2 del metro de Barcelona, en el año 1996. ¿Realmente no es machista una empresa que hace esto? La imagen y el saber venderse son dos estrategias fundamentales para el éxito de una empresa o de un negocio, y para ello se usará cualquier método que sirva para llegar a lo más alto, aunque sea contratar a más mujeres y a menos hombres. Así, pues, la mujer accede al puesto de trabajo y gana un buen sueldo. Hasta aquí, excelente y nada que objetar, pero desgraciadamente se ha valorado más su condición de género aunque tenga excelentes aptitudes para aquella tarea que se le ha designado. Una vez más, el machismo impera, encubierto, mostrando un rostro "feminista". Algo parecido sucede en la política cuando se habla de la paridad de sexos en los parlamentos. Especialmente son los partidos de izquierdas quienes más presumen de su aplicación, mientras que otros defienden la llegada de la paridad de forma natural, progresivamente, mediante méritos, y por ello son tachados de machistas. Yo no estoy de acuerdo, y por eso me decanto por la segunda opción.
Otro tema es la llamada discriminación positiva que, a mi parecer, no existe este concepto porque debería llamarse solamente discriminación, a secas. Es decir, se valora dar un trato de preferencia a una mujer solo por el hecho de ser una mujer. Así, ceder un asiento para demostrar que eres un caballero, detener un coche en un paso de cebra solo cuando cruza una bella moza y el resto que se fastidien, otorgarle un premio literario o de musical a una chica cuando quedan finalistas ella y el resto son chicos porque así crees que “quedas bien”, etc., son algunos de los muchísimos ejemplos que se podrían citar. En resumen, se valora el género y no el mérito, el esfuerzo, el carisma y la inteligencia de la persona para recibir un premio o un trato especial. Y lo más grave de eso es que muchas mujeres, cómplices, lo ven y se callan, lo que te hace dudar de si realmente quieren la igualdad de su género o, por el contrario, les va bien el machismo y sacan partido de él para beneficiarse, aunque sea políticamente incorrecto reconocerlo.
Lo más gracioso que se puede oír en nuestros tiempos son comentarios ridículos tales como “yo soy un hombre feminista”. A todas las mujeres que conozco siempre les digo que cuando se les presente un hombre y les diga eso, que echen a correr porque estos son los peores, ya que LOS HOMBRES FEMINISTAS NO EXISTEN. Se puede ser defensor de la mujer, de sus derechos y oportunidades, de la igualdad, de la no discriminación, de la lucha contra la violencia machista y muchas otras cosas, pero nunca ser un hombre feminista, ya que el hombre por naturaleza, haga lo que haga, y por muy bien intencionado que sea, siempre será un machista, y de esta naturaleza no se puede escapar. Y para demostrarlo siempre planteo el mismo ejemplo. Imaginaros que vais en un autobús lleno de gente, y suponed que ocupáis un asiento y viene una mujer que desea sentarse. Si le cedéis el asiento, seréis machistas porque será una discriminación positiva, el “caballero Don Quijote”, y si no lo hacéis, también porque entonces la despreciáis como si fuese alguien inferior indigno de recibir ese privilegio. Entonces, ¿cuál sería la opción correcta para salir airoso y sin ser machista, teniendo en cuenta que ambas opciones lo son? Y no vale decir que se es neutral, porque incluso esto es una forma de machismo.

Para terminar, no quiero dejar pasar la polémica acerca de la mujer y el Islam. Aunque es innegable que determinadas tendencias islamistas radicales suponen una discriminación para la mujer y que esta no goza de las mismas libertades y derechos que en las sociedades occidentales, es sorprendente que una sociedad tan machista de fondo como es la occidental, proteste tan enérgicamente cuando ven por la calle a una mujer con el velo o con el pañuelo. No dudo en absoluto de la buena fe de muchos hombres que se indignan de la situación que viven estas mujeres, pero sin embargo tampoco voy a negar que también existe una hipocresía en tanto que aquello que en fondo de su corazón (o de su pene) les fastidia es que esas mozas guapas y exóticas de pura raza aceitunada no vayan por la calle enseñando tetas y culo como las jovencitas de los institutos. ¿Se defienden realmente los derechos de la mujer musulmana? ¿La indignación porque lleven puesta la yihad se debe al deseo de liberarlas del yugo patriarcal o bien de que no puedan pasar del machismo musulmán al machismo occidental? Curioso es el testimonio de una mujer musulmana que afirmaba no sentirse reprimida ni maltratada, que ella era una pieza fundamental en la familia  la mano derecha de su marido, el cerebro de la casa, y que despreciaba a la mujer occidental europea alegando que esa "liberación" no era otra cosa que una conversión en un objeto de deseo sexual y materia de consumo. La verdad es que no iba mal encaminada.
Son una infinidad los ejemplos que se podrían exponer y que demuestran la eterna perduración del machismo, un fenómeno condenado a existir para siempre.

sábado, 7 de marzo de 2009

Lo que un toro de contrachapado tiene que aguantar

Estos días el mítico toro de Osborne vuelve a ser motivo de controversia. En este país, no hay cosa más desgraciada y miserable que politizarlo todo, absolutamente todo. Cualquier día, politizarán hasta lo que uno come, lo que uno orina e incluso las pulsaciones por minuto del corazón. Es decir, que cualquier día valdrá más no levantar la cabeza de la almohada cuando suene el despertador, para poder seguir durmiendo lo que a uno le quede de vida hasta que el Altísimo diga “se acabó, nos largamos”. Y el motivo será que, al empezar un nuevo día, uno ya no sabrá qué hacer ni como actuar para no recibir etiquetas como balazos. Así, no será de extrañar que en un futuro no muy lejano digan que quien coma los huevos fritos sea de izquierdas y quien los coma como tortilla, de derechas, quien mee un pis clarito sea progresista y quien lo mee amarillo, conservador, y a quien su corazón bombee 60 pulsaciones por minuto sea del PSOE y quien le bombee a 90, del PP, por poner algunos ejemplos.
Estas ironías sirven para ilustrar como un elemento decorativo como el toro de Osborne, con el paso del tiempo y el arraigo cultural, se ha convertido en un símbolo cultural español, objeto de devoción para nacionalistas de estado y de repudio para nacionalistas regionales. Buena solución hubiera sido declararlos como un patrimonio o elemento de interés para su conservación y mantenimiento, al margen de unas estúpidas peleas que solo demuestran como cualquier excusa es buena para ser belicista y enfrentar a la sociedad.
El toro de Osborne ya tiene más de 50 años de existencia. En el año 1956, el grupo Osborne encargó a la agencia publicitaria Azor el diseño de un símbolo que sirviera para representar el brandy Veterano en vallas publicitarias de carretera. El artista Manolo Prieto, colaborador de esta agencia publicitaria, fue el creador de la figura del toro bravo. Actualmente, los que han sobrevivido se encuentran repartidos a lo largo de la geografía española, generalmente junto a carreteras y sobre cerros para cortar el horizonte y favorecer de ese modo su visión. En la actualidad existen noventa y un toros de Osborne distribuidos de forma irregular por todo el país. A pesar de que en el año 1994 el Reglamento General de Carreteras ordenó su retirada, diversas comunidades autónomas, municipios, asociaciones culturales, artistas, políticos y periodistas se pronuncian a favor de su mantenimiento. Es por ello que en el año 1997 el Tribunal Supremo sentenció a favor de su mantenimiento debido al interés estético o cultural.
En Cataluña, todavía existe uno, situado en el Bruc, y que resiste a los actos de vandalismo sufridos por diversos colectivos independentistas.

En definitiva, como un elemento decorativo e histórico que ha formado parte de nuestra historia, el toro de Osborne merece ser conservado. Que cada uno lo interprete como quiera. Para un servidor, solo un bonito elemento decorativo e histórico que ayuda a embellecer los espacios colindantes de las grises carreteras. Así que, hagamos entre todos una pequeña excepción: aparquemos las etiquetas políticas porque solo nos cuentan mentiras, y dejemos vivir a este pobre animal de contrachapado en paz, que siga disfrutando eternamente del paisaje y nosotros, del horizonte.

lunes, 2 de marzo de 2009

Una evolución natural del verde al gris

He aquí una imagen de antaño de la plaza de la Universidad de Barcelona en la década de los años cincuenta. Se percibe un ambiente tranquilo y agradable que invita al paseo, sin grandes masificaciones de ciudadanos estresados, sin un tráfico de automóviles agresivo y ruidoso, y con la presencia de un transporte público eficiente y limpio como el tranvía. El verde está presente grácias a parterres de césped bien decorados con flores ornamentales y unos cuentos árboles correctamente distribuidos.

He aquí otra bonita imagen de la misma plaza, tras la reforma realizada en la década de los años sesenta, en pleno porciolismo, convertida en un oasis de tranquilidad grácias a la presencia de grandes y acogedoras zonas verdes.


Y para terminar, he aquí una imagen actual de la misma, ahora convertida en una hermosa explanada dura y gris. Un ejemplo del elogio del ruido, el estrés, las aglomeraciones humanas de ciudadanos de todas las clases, razas y cataduras, y el paso constante de ciclistas y skateboards a los que hay que esquivar si no quieres perecer en el intento de cruzar de un lado al otro.

Enfín. Sin más comentarios. Estas imágenes valen más que 1000 palabras.