viernes, 29 de enero de 2010

Memorias de un cinéfilo de estreno III: cine Bailén

Si por algo recuerdo el cine Bailén, es por las veces que lo frecuenté con mi amigo Carles, compañero de la facultad. Con él, iba a menudo los fines de semana a ver los últimos estrenos. Carles vivía en el barrio de Gràcia y tenía esta sala muy cerca de su casa. Yo me trasladaba en autobús desde la plaza del Congrés hasta la confluencia de las calles de Còrsega con Bailén. Además, cuando él y yo quedábamos siempre lo hacíamos delante del cine Bailén como punto habitual de encuentro. No tenía pérdida. Cuando cerró y se transformó en un supermercado Caprabo, no perdimos la costumbre de seguir quedando en el mismo punto diciendo que nos encontraríamos a tal hora delante del Bailén.
Este cine ubicado en el número 161 de la calle de Bailén, abrió sus puertas el 17 de marzo de 1974. Era de la cadena Cinesa. Para celebrar su apertura, la sala proyectó una serie de ocho películas, exhibiéndose una cada día: “Gritos y susurros”, “El gran duelo”, “La pasión de vivir”, “Hasta que el divorcio nos separe”, “Las dos inglesas y el amor”, “La piel en el asfalto”, “Le llamaban Aleluya y Sartana” y “El heredero”.
Posteriormente, la sala pasó a ser inmediatamente un local de estrenos frecuentada por los habitantes de Gràcia y del norte del Eixample. Las veces que había ido el ambiente era más bien tranquilo y con gente de todas las edades. Tenía un vestíbulo con la taquilla situada a la derecha y el bar a la izquierda. La platea tenía capacidad para 500 personas. No era un cine muy grande y su decoración interior, a cargo del arquitecto Jordi Galí, era bastante similar a la del cine Diamante de mi barrio, con butacas e interiores rojizos. Eso es algo que no tiene nada de extraño al tratarse de la misma empresa.
El 17 de diciembre de 1991 sufrió un incendio intencionado que destruyó parcialmente su interior, de modo que tuvo que ser reconstruido. La película que entonces exhibían era “Terminator 2, el juicio final”. Irónicamente podemos decir que la propia sala se anticipó a ese “juicio final”, aunque por suerte la profecía no se cumplió.
Como anécdota, recuerdo la gran cola que yo, mi hermano Tomás y dos amigos más (Francesc Fernández y Juan Antonio Durán) tuvimos que hacer para poder ver “Alien 3”. Casualmente, yo me encontré a otro amigo de la facultad (Lluís Canals) acompañado de unos amigos suyos (uno de ellos, el joven director de cine Carlos Meroño conocido como Carlos Atanes). De paso, mientras hacíamos cola, pululaban un par de chicos la mar de freackis. El primero, se dedicaba a dar puñetazos a una persiana de una tienda cerrada, y el otro se acercó a nuestro amigo Juan Antonio Durán a demostrarle que era más inteligente que él y que se encontraba liberado porque el día anterior se había separado de su mujer. Bueno, que entre esos dos personajes nos distrajimos un poco y nos hizo más llevadera la espera. El caso es que yo entré antes que los amigos Lluís Canals y Carlos Atanes porque ellos estaban bastante más atrás en la cola. Yo, sin embargo, tuve que esperarme solo una sesión y no dos. Lo que mi amigo Luís recuerda es que cuando salí de ver “Alien 3” (o “Alien al cubo” como decían algunos), nada más verle yo a él lo primero que le dije fue “tantas horas haciendo cola para ver esta mierda”. Mi comentario lo animó mucho, sobre todo después de haber esperado tres horas en la calle.
Otra película que recuerdo haber visto con mi amigo Carles fue “Torrente el brazo tonto de la ley”, posiblemente la mejor de las tres que se han realizado porque era la novedad, no tanto porque fuese buena aunque técnicamente reconozco que Santiago Segura no es tonto como muchos creen y sabe parodiar y dirigir, aunque está claro que él no tiene ninguna pretensión artística más que la de divertir y no hacer obras de arte.
El cine Bailén cerró juntamente con los cines Astoria y Arkadín en junio del año 1999, siendo “La trampa” la última película que proyectaron, y la que yo y Carles vimos juntos.

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