sábado, 1 de mayo de 2010

Breve historia de Nou Barris I: el territorio hasta el siglo XIX

El territorio que actualmente conocemos como el distrito de Nou Barris pertenecía antiguamente al municipio de Sant Andreu de Palomar, y estaba emplazado entre el norte de dicha villa y el este de Sant Joan d’Horta. Hasta tiempos más recientes, su población fue muy escasa, pues históricamente tenemos constancia de la existencia de un asentamiento íbero que los layetanos construyeron en el Turó de la Peira, un centro rural romano en los terrenos de Can Masdéu, y una pequeña villa romana en la masía de Can Cortada. En el año 940, en una escritura de terrenos aparece por primera vez la palabra Vilapicina. Y ya en el siglo XVIII, en el “Calaix de Sastre”, Rafael d’Amat i Cortada, barón de Maldà y sobrino de Manuel Amat i Junyent, virrey del Perú, narraba sus estancias veraniegas en la masía señorial de Can Sitjar, también llamada Col·legi de la Bona Vida, y que se emplazaba en la actual plaza del Virrei Amat, justo allá donde ahora ocupa el rascacielos de “La Caixa”.

Ya en el siglo XIX, el paisaje lo formaban básicamente numerosos campos de cultivos, cuatro cerros (Turó de la Peira, Turó Blau, Turó de les Roquetes y Turó d’en Xiró), dos rieras (d’Horta i de Sant Andreu) y ocho torrentes (d’en Piquer, de la Font de Canyelles, del Dragó, de Tissó, d’en Campanyà, de Tapioles, del Nen i de Calau). Habían, además, algunas construcciones humanas como el Rec Comtal (que desde Barcelona atravesaba Sant Andreu y salía hacia Montcada por la Cuadra de Vallbona) y los acueductos Baix de Montcada, del Vallès y de Dosrius. Hacia el norte (sector de las Roquetes) predominaban los bosques y campos de viñedos y olivos que se extendían hasta los municipios de Montcada i Reixac y Cerdanyola del Vallès. Diversas masías diseminadas trabajaban las tierras para la autosubsistencia o bien para comercializar los productos obtenidos de la tierra o de sus animales de granja a los mercados de Horta, Sant Andreu y el Born de Barcelona. La época de mayor prosperidad económica en el ámbito agrícola fue entre el siglo XVIII y la crisis de la filoxera. Las principales masías existentes y de las que se tiene constancia histórica son: Torre Llobeta, Can Garrigó, Can Solà, Can Verdaguer, Can Valent, Can Dragó, Can Borràs, Can Guineueta, Can Ensenya, Can Carreras, Can Peguera, Ca la Peira, Cal Bonet, Cal Plaja, Cal Gaig, Can Sabadell, Can Basté, Can Quintana, Can Sangenís, Can Masdéu, Can Santaló, Can Rius y Can Sabastida.

A nivel urbanístico, sólo existía el núcleo milenario de Santa Eulàlia de Vilapicina formado por la antigua parroquia de 1782, el hostal de Can n’Artés y la masía de Can Basté, además de otras casas rurales cercanas. En este emplazamiento había un cruce de caminos: el de Sant Iscle (que iba de la masía de Can Masdéu al municipio de Sant Cugat del Vallès) y el de Vilapicina o camino viejo de Santa Eulàlia (que conectaba los municipios de Sant Andreu del Palomar y Sant Joan d’Horta con el antiguo camino de Barcelona a Horta). El tramo de esta vía se denominaba calle del Bruc (después de Piferrer) y por allí cerca había el nuevo cementerio de Sant Andreu inaugurado en 1839. El tramo oeste era la calle de Vilapicina. Otros caminos transcurrían parcialmente por aquellos territorios, como la carretera provincial de Barcelona a Ribes de Fresser (existente a mediados del siglo XIX y que se encontraba en un pésimo estado de conservación), el camino vecinal de Sant Martí a Horta (existente desde el año 1860 y casi siempre intransitable) y el antiguo camino de Barcelona a Horta (convertido en carretera-paseo el año 1864 por la Diputación de Barcelona). Al lado de la carretera de Ribes se erigía imponente la antigua Torre del Baró, edificada el año 1797 sobre otra torre desaparecida también propiedad del marquesado de Pinós, lugar donde había un portazgo o peaje de entrada y salida a Barcelona cuyo pago tenían que satisfacer todos los carruajes y diligencias que por allí pasaban.

La carretera de Cornellà a Fogars de Tordera (paseo de Valldaura) se construyó en el año 1878 por cargo de la Diputación de Barcelona. En 1889 se estrenó el tramo comprendido entre Sant Andreu de Palomar y el norte de Sant Joan d’Horta y en 1897 fue prolongada hasta los Penitents. Era un paseo polvoroso y sin urbanizar que sirvió para los desplazamientos interurbanos de los vehículos de tracción animal. Debido a su posición urbana y topográfica, no dio lugar a parcelaciones o edificaciones. Este paseo se convirtió en la frontera que separaba el sector norte o de las Roquetes y el sur o de Santa Eulàlia de Vilapicina.
A nivel administrativo, en el año 1871, el Ayuntamiento de Sant Andreu de Palomar estableció una nueva división administrativa y el territorio del actual Nou Barris pasó a ser el distrito quinto, también conocido como “dels Afores” (de las afueras).
A finales del siglo XIX, con la extensión de Barcelona hacia los municipios vecinos y en vistas a la futura anexión con la capital catalana, el paisaje empezó a cambiar progresivamente. La economía rural retrocedió hasta convertirse en marginal con respecto al conjunto de Barcelona pero se mantuvo en forma de economía familiar mixta y diversificada. En cambio, la industrialización fue ganando peso con la aparición de pequeños talleres y bóvilas, y especialmente con la apertura en 1886 de los talleres ferroviarios de la compañía Caminos de Hierro del Norte de España, junto con el nuevo tramo ferroviario sobre la actual avenida Meridiana, de las líneas hacia Manresa, Lleida y Zaragoza y hacia Granollers, Vic, Ripoll y Sant Joan de les Abadesses.

En el año 1877, el Ayuntamiento de Sant Andreu de Palomar empezó a urbanizar la rambla de Santa Eulàlia con el objetivo de conectar Santa Eulàlia de Vilapicina y el municipio de Sant Joan d’Horta con el núcleo de Sant Andreu. La explanación del paseo y el inicio de las obras se hicieron entre finales de 1878 y principios de 1879, entre la calle de las Cases Noves (Gran de Sant Andreu) y el camino de Sant Iscle. En el año 1882, un conjunto de 64 nuevas casas unifamiliares de planta baja y piso dieron lugar a las calles de Palermo (después Desfar), Arnau d’Oms, Emili Roca y Santapau, todas ellas paralelas y perpendiculares a la rambla y formando islas cuadradas. Con la anexión a Barcelona, este proyecto de ensanche fracasó porque se impondría como oficial el de Cerdà. En 1884 se plantaron en la nueva rambla los primeros plátanos, en 1887 se instalaron las canalizaciones de gas para más de 200 farolas y en 1890 se abrió todo el vial. En el sector servicios, en 1889 se inauguró parte del Institut Mental de la Santa Creu (conocido también como el manicomio de Horta), iniciativa del doctor Emili Pi i Molist.
La población era todavía muy escasa. El año de la agregación de Sant Andreu de Palomar a Barcelona, el 20 de abril de 1897, sólo habían 1.701 habitantes, pero tres años después la cifra llegó a los 3.371. Prueba de este aumento fue la necesidad de construir la iglesia nueva de Santa Eulàlia de Vilapicina, iniciada al último decenio del siglo. Se estaba viviendo un momento de transición que debía dar paso a una sociedad obrera, pues la mayoría de personas trabajaban a los talleres ferroviarios y a los diversos complejos fabriles del núcleo de Sant Andreu de Palomar.

2 comentarios:

carme dijo...

el teu bloc és molt instructiu i documentat. Gràcies.

maño de baron dijo...

me gusta la historia ricard,molt be documentat...