lunes, 24 de febrero de 2014

90 años de Radio Barcelona (1924-2014)


Los precedentes de Radio Barcelona se pueden encontrar en las primeras pruebas de carácter experimental, como la emisora de radio de corto alcance que construyó Josep Comas i Solà, director del observatorio Fabra. Aunque tal ensayo no tuvo inmediata continuidad, igualmente constituyó una de las primeras manifestaciones radiofónicas en España. Otro ejemplo fueron las pruebas de transmisión (telegrafía sin hilos o TSH) que en 1918 el ingeniero Antonio Castilla efectuó entre un buque anclado en el puerto de Barcelona y otro que iba rumbo hacia Mallorca. Un Real Decreto del 27 de febrero de 1923 creó la Ley de Radio, la cual diferenciaba entre los servicios de radiodifusión y los radiotelegráficos, destacando además el carácter de servicio público de la radiodifusión aunque bajo monopolio del Estado, la principal responsable de explotar directamente o por medio de concesión a particulares las emisoras de radio de nueva creación.


En Barcelona los primeros grupos de radioaficionados, principalmente industriales y comerciantes, se reunían en el número 200 de la calle de València con el propósito de crear una entidad cultural que pusiera en marcha una emisora de radiodifusión. Allí se hallaba la sede de la primera publicación especializada en el tema, la revista Radiosola, dirigida por José María de Guillén García. Este ingeniero fue quien logró llevar a Barcelona tres vehículos Panhard-Levassor que transportaban una estación radioeléctrica móvil. El 22 de septiembre de 1923 efectuó una primera prueba radiofónica ante la explanada de la Exposición Internacional del Mueble, en Montjuïc, donde luego se construyó la fuente mágica de Carles Buïgas. Allí estaban presenten los Auto Radio bajo el patrocinio de la revista Je sais tout y la emisora parisiense Radiola. El transmisor fue instalado junto al túnel del teatro Griego. En el acontecimiento se congregaron 25000 personas. La retransmisión se efectuó a una distancia de unos 300 metros y consistió en la actuación de una orquesta de jazz. La experiencia se repitió dos veces en el mismo día. Al día siguiente, por la noche, en el Palau de la Música Catalana, ante el alcalde de Barcelona y el gobernador civil se procedió a hacer una nueva retransmisión musical, previa conferencia del francés Maurice Gouineau sobre los orígenes de la radio y la posterior proyección de una película sobre el tema.


Tras el éxito de las primeras experiencias radiofónicas, José María de Guillén García planteó la idea de crear una nueva emisora de radio. En diciembre de 1923 congregó en la sede del número 200 de la calle de València a varias personalidades barcelonesas para plantear el tema, en cuya reunión se aprobó favorablemente llevar adelante el proyecto. Finalmente, el 19 de febrero de 1924 fundaron la Asociación Nacional de Radiodifusión, inicialmente integrada por la Sociedad Anglo Española de Electricidad, la Sociedad Ibérica de Construcciones Eléctricas, J. Ganzer, Industrias Radio Eléctricas, J. López Aznar, Teléfonos Bell S.A., Albiñá, Esteva-Marata, Eduard Rifà i Anglada, Exclusivas Lot, Hellesens, Viuda y Sobrinos de Prado, Louis Gaumont, P. Pujol, Pathé Explotación y Eduard Solà i Guardiola (gerente de Radiosola). La primera junta directiva estaba formada por José María de Guillén García (presidente), Royston Saint Noble (vicepresidente e hijo del introductor del TSH en España) y Enrique Huete (tesorero). Desde la nueva entidad se solicitó la obtención de una licencia de emisora de radio, presentada a la Dirección General de Telégrafos. Como director técnico figuraba el ingeniero de telecomunicaciones Joaquín Sánchez-Cordovés.


Bajo el régimen del general Miguel Primo de Rivera, el 24 de junio de 1924 se promulgó un nuevo Reglamento para la regulación de las emisoras de radio en España. De este modo, quedó autorizado legalmente la creación de emisoras de 8 Kw. en longitud de onda de 300-400 metros o 460-500 metros; se obligó a las emisoras a transmitir los boletines de interés público; se permitió la inserción de 5 minutos de publicidad por cada hora de emisión; creó un Registro Oficial de emisoras; y reconocía la libertad de los radioaficionados y empresas para instalar emisoras de radio, renunciado el Estado a constituir, de momento, una cadena de radio que pudiera actuar en régimen de monopolio o mixto con la radiodifusión privada.
En virtud del nuevo Reglamento, la Dirección General de Comunicaciones concedió la primera licencia de radio el 14 de julio de 1924, permitiendo la ejecución de la instalación de la emisora. La autorización para el inicio oficial de las emisiones se decretó el 12 de noviembre siguiente. Así fue como nació Radio Barcelona, asignándole la referencia EAJ-1 (códigos referentes a España (E), telegrafía sin hilos (AJ) y primera emisora autorizada (1). La emisora fue adquirida a la Western Electric Company.


Previamente a la primera emisión se realizaron unas pruebas que fueron captadas por los radioaficionados tanto españoles como franceses. La antena (a 62 metros del nivel del suelo), los estudios y la administración se hallaban en la azotea y en varias habitaciones del hotel Colón, en la plaza de Catalunya. Para cubrir los gastos de alquiler y de mantenimiento, se creó una inscripción de socios protectores con una cuota mínima de 3 pesetas. El 14 de noviembre de 1924, a las 18:30h. de la tarde se procedió a la inauguración oficial. Una empleada, Maria Sabater, fue la primera en hablar por el micrófono, siendo la primera voz que escucharon los radioyentes. Sus palabras fueron: "La estación radio difusora EAJ-1 de emisiones Radio Barcelona". Tras ella habló el locutor Rafael Caño y luego el alcalde de Barcelona y barón de Viver, Darío Romeu Freixa. Posteriormente se emitieron diferentes discursos de las autoridades y un concierto a cargo del Cuarteto Torné, con la participación de la soprano Pujol y la cupletista Escuté. Concretamente la pieza musical que abrió la programación fue Granada, de Isaac Albéniz.


Desde entonces, Radio Barcelona pasó a emitirse diariamente entre las 18:00h. de la tarde y las 23:00h. de la noche, pudiéndose escuchar en varios países europeos, desde donde los programas de la emisora eran muy bien valorados tanto por su calidad técnica como por la validez de sus contenidos. La música era en directo, siendo el Cuarteto Torné el grupo más habitual, si bien a veces participaba la Orquestina Vall. En el aspecto cultural y didáctico, el antes citado Josep Comas i Solà ocupaba las tertulias astronómicas y el doctor Domènech i Mas ofrecía clases de esperanto. Ello se ofreció a partir de 1925. El 7 de enero de ese mismo año se efectuaron las primeras retransmisiones de ópera en directo, desde el teatro del Liceu.
La emisora disponía de una plantilla de 30 trabajadores, tenía problemas económicos y por ello buscó inversores, optando por asociarse el 10 de febrero de 1926 con Unión Radio. Diez días después trasladó sus estudios al número 6 de la calle de Casp (en el edificio del teatro Tívoli). En ese mismo mes, debido a la insuficiencia de alcance de la antena del hotel Colón, se instaló un nuevo receptor mucho más potente en la cumbre del Tibidabo. El 3 de abril siguiente se realizó la primera retransmisión en la calle, siendo concretamente un concierto de Caramelles en la plaza de Sant Jaume, interpretada por la Banda Municipal y dirigida por Joan Lamote de Grignon. El 2 de agosto siguiente, el meteorólogo Eduard Fontseré emitió la primera carta meteorológica. El 10 de noviembre siguiente retransmitió por primera vez en la historia de la radiodifusión española un programa en directo, algo que poco después pasó a ser habitual y una de las claves del éxito de la emisora.


Durante aquellos años el locutor que más destacó y mayor audiencia tuvo por su carisma fue sin duda Josep Torres Vilalta, conocido como Toresky, el cual ofrecía programación infantil, narraciones y exhibiciones de ventriloquia. Le acompañaba un personaje al que le daba vida: Miliu. Fue, además, uno de los responsables de incorporar en la radio los programas de participación, especialmente campañas benéficas para niños enfermos y familias necesitadas, consiguiendo recaudar grandes sumas de dinero y miles de juguetes. De ahí que fuese tan querido.
En 1929 Unión Radio terminó por comprar a Radio Barcelona, de modo que la emisora pasó a denominarse Unión Radio Barcelona, ampliando a su vez la potencia. A partir de 1931 amplió la oferta radiofónica con un nuevo horario de emisión, de 7:30h. a 8:30h., de 11:00h. a 17:30h. y de 20:00h. a 23:00h. El año 1934 fue especialmente conflictivo. El Plan Nacional de Radiodifusión, a pesar de su aprobación, no consigue su efectiva implantación por culpa de las circunstancias políticas. El 7 de septiembre de ese mismo año la Generalitat de Catalunya recibió del Estado la transferencia de las competencias en materia de radiodifusión. En ese momento empezaron las emisiones en lengua catalana. Sin embargo, se generó una rivalidad entre Ràdio Associació de Catalunya (RAC) y Unión Radio Barcelona, la cual fue acusada por parte del gobierno nacionalista catalán de estar dirigida desde Madrid.


Al estallar la Guerra Civil, el Departament de Cultura de la Generalitat incautó la emisora, pasando a emitir también en onda corta (7030 SW). En 1937 falleció Toresky, cuya muerte fue muy sentida, motivo por el cual tuvo un funeral multitudinario. A partir de 1939, el régimen franquista impuso sus condiciones, entre ellas la obligatoriedad de la censura y la prohibición de emitir en lengua catalana. Unión radio Barcelona pasó a llamarse durante unos meses Radio España de Barcelona 1, aunque poco después logró recuperar su denominación original de Radio Barcelona. Provisionalmente, habiendo en la directiva personal del nuevo régimen, las instalaciones técnicas, el material grabado y los archivos, entre otras cosas, fueron trasladados a unas oficinas cercanas a la llamada plaza de Calvo Sotelo (actual Francesc Macià). Lamentablemente, en el traslado se perdieron muchos documentos gráficos y sonoros de gran valor histórico.


Paralelamente, Unión Radio, a la cual pertenecía Radio Barcelona, se convirtió en la Sociedad Española de Radiodifusión (SER), convirtiéndose así en la cadena comercial de radio más poderosa de España. Durante los años de posguerra, la emisora barcelonesa alcanzó unos índices de audiencia muy notables y superiores en comparación con la etapa anterior. En 1944 ya contaba con 75000W. de potencia. El periodo comprendido entre 1945 y 1960 supuso la aparición de un nuevo concepto de radio, con la emisión de programas especiales dirigidos a la mujer (consultorios sentimentales), radioteatro, concursos, programas musicales y seriales de gran éxito. En octubre de 1950 tuvo mucha popularidad el personaje de Pau Pi, en un programa benéfico creado por el locutor Enric Casademont, con la participación de la actriz y locutora Pilar Montero. Posteriormente ambos fueron sustituidos por Miguel Ángel Cosp y Glòria Roig. Fue entonces cuando justo en el hall de la entrada de la calle de Casp se instaló la famosa hucha gigante en forma de vaca para que quien lo deseara hiciese sus donativos.
En 1954, Radio Barcelona creó los Premios Onda, unos galardones entregados anualmente a los profesionales de radio, televisión, cine y música. El 14 de noviembre del citado año tuvo lugar la primera ceremonia, con motivo del 30 aniversario de la emisora barcelonesa. Dos años después se ampliaron a la categoría de premios internacionales. A partir de 1958 las emisiones pasaron a realizarse a través de la frecuencia modulada (FM).


Durante las décadas de los años cincuenta y sesenta destacaron locutores como Armando Blanch, Mario Beut, Rosa Caballé, Isabel Monasterio, Carmen Illescas, Dámaso García, Luis Gasulla, Encarna Sánchez, Cecilia A. Mantua, Cesar Ojinaga e Isidro Solà, entre otros.
El 25 de septiembre de 1962, con motivo de las inundaciones acaecidas en las comarcas vallesanas traducidas en 815 víctimas mortales, Radio Barcelona desarrolló un papel decisivo. El locutor de radio y periodista Joaquín Soler Serrano, al día siguiente de la tragedia, realizó un programa especial que logró recaudar 26 millones de pesetas para los damnificados, además de todo tipo de materiales como dinero, mantas, tiendas de campaña, medicamentos y alimentos, llegándose a formar colas de hasta 10000 personas que esperaban en la puerta de la radio para hacer sus donativos.
En 1963 se creó el programa Radioscope, de Salvador Escamilla, desde donde se podían escuchar canciones de varios miembros pertenecientes a la Nova Cançó. Se emitía en lengua catalana a pesar de los vetos, pero igualmente se consiguió hacerlo en dicha lengua.
A partir de la década de los setenta, y ante la competencia de la televisión, Radio Barcelona se actualizó para evitar la pérdida de oyentes. Surgieron nuevos programas más ágiles, directos y sofisticados, a la vez que nació un nuevo concepto de entender la radio para la conquistar al público. Surgen nuevos locutores como Mari Cruz Hernández, Castelló Rovira, Àngel Casas y Armando Blanch. En 1974 Radio Barcelona consiguió emitir un programa en lengua catalana de manera oficial y permitida: Dietari, realizado por Alfons Quintàs, con gran éxito de difusión y crítica.


En septiembre de 1976 emitió el primer partido de fútbol en lengua catalana. Fue un F.C.Barcelona-Las Palmas retransmitido por el locutor Joaquim Maria Puyal. El día 11 del mismo mes, la emisora retransmitió desde Sant Boi de Llobregat la primera Diada Nacional de Catalunya tras la muerte de Franco.
Entre las décadas de los años setenta al noventa pasaron famosos locutores como por ejemplo Pepe Iglesias "El Zorro", Joaquín Prat, Maruja Torres, Jaume Figueras, Isabel Gemio, Inés Ballester, Fermín Bocos, Manuel Campo Vidal, Constantino Romero, Jordi González, Jordi Hurtado, Concha García Campoy, Josep Cuní, Ferran Martínez, Fernandisco y Ramon Pellicer.
En 1991 inició las emisiones por la frecuencia modulada, inicialmente con el nombre de Radio Barcelona 2, utilizando la frecuencia que pertenecía a Radio Trafic (96.9 FM). En 1994, con motivo de la conmemoración de su 70 aniversario, Radio Barcelona cedió a la Biblioteca de Catalunya su discoteca de discos de 78, 33 y 45 r.p.m. y el archivo de cintas magnetofónicas (Archimag) con un amplio conjunto de programas y grabaciones propias.
Actualmente, Radio Barcelona produce dos programas que se emiten para toda la Cadena SER: La ventana, dirigido y presentado por Gemma Nierga y Si amanece nos vamos, de Roberto Sánchez.


martes, 18 de febrero de 2014

El tranvía automotor Purrey en Barcelona


Desde la década de 1840 Barcelona ya había iniciado el desarrollo de una red de transporte público con la implantación de los ómnibus, vehículos de tracción animal que efectuaban recorridos tanto urbanos en el interior del casco antiguo de la ciudad, como interurbanos hacia los pueblos vecinos que luego fueron agregados. Los buenos resultados de los primeros servicios animaron a los empresarios a presentar numerosos proyectos de las que serían las primeras líneas de tranvías, inaugurándose la primera de ellas el 28 de junio de 1872, entre el llano de la Boqueria (Barcelona) y la iglesia de los Josepets (Gràcia). Al cabo de pocos años, el afán por mejorar las prestaciones y el rendimiento de los sistemas de transporte, algunas empresas apostaron por la implantación de tranvías a vapor, compuestos por una pequeña locomotora y un conjunto de uno a cuatro coches de madera para pasajeros. La primera línea de estas características se estrenó el 20 de diciembre de 1877 entre la calle de Trafalgar (Barcelona) y Sant Andreu de Palomar. Tras ella le siguieron las líneas de Barcelona a Sant Vicenç de Sarrià (1879), de Sant Joan Horta a La Sagrera (1883) y de Barcelona a Badalona (1885).
Sin embargo, estos tranvías de vapor no obtuvieron los buenos resultados esperados debido a los problemas técnicos que presentaban, pues a menudo se averiaban las locomotoras, descarrilaban los convoyes, la aceleración y el frenado resultaban dificultosos  o bien sufrían aparatosos accidentes de circulación. Como consecuencia, pronto fueron sustituidos por los tranvías eléctricos, cuyo primer vehículo procedió a hacer las pruebas oficiales el 23 de enero de 1899, estrenándose en la línea de Circunvalación.


A caballo entre el antiguo y el nuevo sistema de tracción, existió de modo muy efímero un vehículo automotor que probablemente fue un intento de perfeccionar el tranvía de vapor eliminando los engorros que padecía, pero todo quedó en un mero experimento que no tuvo más trascendencia. Se trataba de integrar la locomotora y el coche de pasajeros en una sola unidad. La iniciativa se debió a los ingenieros Valentín Purrey Busquet y Lorenzo Oller Bultó. El primero, de origen francés, era autodidacta, habiendo construido su primera locomotora en 1886 además de ser el impulsor de este sistema de tracción que lleva su nombre. El segundo, un barcelonés maestro de obras y perito industrial, colaboró en el proyecto de establecimiento de diversas líneas de tranvías de Barcelona así como en la construcción de edificios. El 13 de julio de 1887 ambos peticionarios presentaron al Gobierno Civil de Barcelona la patente del llamado sistema Purrey para un tiempo de veinte años. Quince días después recibieron la autorización para poner en práctica el nuevo sistema de tracción a vapor, anuncio que se publicó en el Boletín Oficial de la Propiedad Intelectual e Industrial del 1 de septiembre de 1887. En ese mismo año, Valentín Purrey había fundado en Burdeos la Société Anonymous Valentin Purrey para la construcción de vehículos a vapor. En dicha ciudad francesa experimentó con un tranvía de vapor, además de con camiones. En Barcelona, decidieron aplicarlo mediante la adaptación de un coche de tranvías de tracción animal, por lo que establecieron contacto con la Compañía de Tranvía de Barcelona, Ensanche y Gracia, y tras las gestiones favorables ésta empresa decidió ceder uno de sus coches, concretamente el número 21, para su transformación. El vehículo funcionaría en la línea de la plaza de Santa Anna a la travesera de Gràcia. En base a lo establecido en la Ley de Patentes de 30 de julio de 1878, el 26 de septiembre de 1887 la Comisión Municipal Permanente del Ayuntamiento de Barcelona concedió el permiso para el ensayo, teniendo los peticionarios un plazo de quince días para empezar a efectuar el experimento.


Entre las ventajas del nuevo sistema, Valentín Purrey aseguraba que la nueva aplicación reducía notablemente el entorpecimiento con otros vehículos en relación con los vehículos tirados a caballos, disminuyendo por consiguiente hasta la mitad el riesgo de accidentes y otros percances en la vía pública. Además, el hecho de estar motorizado, permitía acelerar y frenar instantáneamente a voluntad del conductor mientras que con las caballerías resultaba complicado. En caso de obtener buenos resultados y de poder extenderse este sistema de transporte, no descartaba la posibilidad de exhibirlo en el certamen de la Exposición Universal de Barcelona de 1888.
En relación a las características mecánicas, el historiador Joan Alberich González en su excelente libro Los tranvías de vapor de la ciudad de Barcelona nos describe textualmente que "la patente de Purrey constaba de una caldera generadora de vapor y el correspondiente motor. La caldera era vertical y de tipo multitubular con tubos que partían del colector de alimentación y ascendían en forma de zigzag hasta un depósito situado encima de la caldera. Debajo de ésta se situaba el depósito de carbón de cok de alta calidad. Por su lado, el motor de vapor era horizontal, estaba situado debajo de la plataforma y contaba con dos cilindros sistema Compaound. Finalmente, el depósito de agua estaba situado en la misma plataforma del vehículo. La conducción del vehículo se hacía mediante dos palancas: la del regulador controlaba la llave de toma de vapor y la puerta del cenicero, y la otra el freno, primero de tipo mecánico, y a partir de 1897, de aire comprimido".


El vehículo pesaba alrededor de 1,5 toneladas, tenía una autonomía de unos 45 minutos en los que era capaz de recorrer unos 30 kilómetros de distancia, circulando a una velocidad máxima de 20 kilómetros por hora. Por contra, como inconvenientes el vehículo consumía mucha agua, su peso en servicio era excesivo y su carrocería, pensada para tracción a caballos, era relativamente frágil en relación al peso de la nueva maquinaria a vapor.
En relación a los resultados obtenidos de los ensayos en la línea de Barcelona a Gràcia, no se ha encontrado ninguna información al respecto, aunque parece ser que se desarrollaron con normalidad y sin haber producido accidente alguno. Aún así, hay constancia del rechazo popular que produjo la novedad de este vehículo, pues varios vecinos de la plaza de Santa Anna presentaron en enero de 1888 al Ayuntamiento de Barcelona una carta manifestando la alarma social que causaban las pruebas del tranvía de Purrey por la excesiva emisión de humos y ruidos, perjudicando así al comercio por la pérdida de clientes.
Tras las pruebas efectuadas durante algunos meses, este sistema ya no tuvo continuidad ni en esta línea de tranvía ni en otras, ni siquiera se transformaron otros coches. La aparición del moderno sistema de tracción eléctrico enseguida arrinconó a todos los anteriores, si bien la tracción animal perduró hasta bien entrado el siglo XX. Igualmente, ensayos similares se efectuaron en la red tranviaria de Murcia que fueron un estrepitoso fracaso, mientras que en Francia se obtuvieron buenos resultados y tuvo continuidad, aplicándose tanto en tranvías como en otros vehículos.


domingo, 9 de febrero de 2014

La Bodega Bohemia (1940-1998), "donde nacen los artistas"


"Donde nacen los artistas y usted puede ser uno de ellos", "Donde el arte es eterno", "El mejor local para olvidar tus preocupaciones", "Si le gusta nuestro servicio dígalo a sus amigos. Si encuentra deficiencias nos lo dice y las corregiremos", "Única en Europa", "De aquí salieron Mari Alda, ¡Oh, Gran Gilbert! y 100 más que triunfan"... Así es como se solía anunciar el templo del arte y la cultura popular más importante de Barcelona. Sus inicios se remontan en 1920, cuando en el número 11 de la calle del Conde del Asalto (actual Nou de la Rambla) esquina con la calle de Lancaster, abrió el Celler Bohemi como colmado y charcutería de cierto renombre por la calidad de sus productos. Se ignora quien lo fundó. Sin embargo, tras el establecimiento comercial una puerta conectaba con una sala de ese mismo local (la trastienda) donde se hacían amenas actuaciones por parte de artistas aficionados que cantaban zarzuelas, realizaban trucos de magia, imitaban artistas famosos de la época y recitaban poemas. Todos ellos gozaban de un público fiel que disponían de un lugar para el entretenimiento. En 1935, en plena Segunda República, el propietario de la bodega, un tal Alavedra, encargó a los pintores Antoni Clavé y Salvador Ortiga la decoración del local, un trabajo de gran formato que por lo visto jamás llegaron a cobrar pero que nunca se lo tuvieron en cuenta al dueño.


Tras finalizar la Guerra Civil, en 1939 el gobernador civil Wenceslao González Oliveiros obligó al cambio de nombre por el de Bodega Bohemia. Sin embargo, ello no afectó en absoluto la rentabilidad del negocio como tampoco los altercados debidos a la habitual presencia policial para detener a aquellos aspirantes a artistas que actuaban sin contrato infringiendo el reglamento de espectáculos vigente. La mayoría de artistas "legales" eran supervivientes de antiguos cafés cantantes y nuevos emergentes del flamenco y la canción ligera. Francisco Prió Bochaca era entonces el propietario del local, el cual consiguió vender los grandes cuadros de Clavé y Ortiga antes mencionados por un alto precio a un galerista parisiense llamado Beno d’Incelli.


A partir de 1945 tanto personajes de la burguesía barcelonesa como artistas e intelectuales de renombre visitaban ocasionalmente el local para tomarse una copa y ver los espectáculos. Ya en los años cincuenta, coincidiendo con la llegada de los marines norteamericanos de la VI Flota, estos se convirtieron en clientes habituales hasta el punto de traer allí a su propia orquesta y cerrar el local para su propio disfrute. Como consecuencia fueron años económicamente fructíferos. A ello habría que sumar la presencia de un artista que se convirtió en el personaje más famoso del local: Joan Massó i Gilbert, conocido artísticamente como ¡Oh, Gran Gilbert!. Nacido en Figueres en 1885, este actor, chansonnier y humorista que se autodefinía como fantasista, se inició como peluquero en una peluquería femenina de Barcelona pero muy pronto pasaría a ser artista de music-hall, viajando por Francia y a varios países latinoamericanos hasta su regreso a Barcelona. En la Bodega Bohemia su especialidad fue la imitación de artistas famosos como Raquel Meller, Maurice Chevalier, Mistinguet, Fornarina y Maria Barrientos, entre otros. Su uniforme característico siempre fue un frac chaplinesco con un crisantemo blanco en el ojal, botines y un tupé femenino. En sus actuaciones le acompañaban las artistas Mari Alda y Carmen Iglesias. Su popularidad llegó hasta tal punto que personalidades como por ejemplo Carmen Franco y su marido el marqués de Villaverde, el ministro Manuel Fraga Iribarne pasaron por el local para ver sus actuaciones. También pasó por allí el guitarrista de jazz, cantante y compositor francés Sacha Distel y el pintor Salvador Dalí acompañado de su esposa Gala.


A mediados de la década de los sesenta se introdujo un nuevo perfil de público joven de la llamada Gauche Divine barcelonesa, formada por nuevos artistas e intelectuales emergentes con ideales izquierdistas. En reuniones de artistas, además, actuaron ocasionalmente Sara Montiel, Marcos Redondo y Augusto Algueró.
En 1966 ¡Oh, Gran Gilbert! protagonizó Juguetes rotos, una película de Manolo Summers que contenía escenas rodadas en la bodega. Un año después el artista apadrinó en el mismo local la presentación del primer disco de Jaume Sisa titulado L'home dibuixat. En 1971, contando con 86 años de edad, en plena actuación empezó a encontrarse mal, viéndose obligado a marchar hacia su domicilio, muriendo al cabo de unos pocos días.
Tras este fuerte golpe, la Bodega Bohemia continuó su actividad como lugar de actuación de artistas viejos y decadentes que se resistían a retirarse y que allí tenían un lugar donde poder sentirse que eran algo y alguien. Entre los artistas que actuaron durante la década de los setenta había Carmina Farguell, Gilda Love, Mary Blayton, Ocaña o Maruzella.


A finales de los años setenta el local pasó a manos de Manuel Puga, el cual organizó todos los viernes por la noche una entrega de premios de honor otorgados a personalidades del mundo de la farándula como Matías Colsada, Juanita Reina, Juanito Valderrama, Carmen Sevilla o Lola Flores, hasta llegar a un total de 170. Los panfletos publicitarios anunciaban "Hágase socio del club de los bohemios". Algunos de los artistas que actuaban regularmente en aquellos años fueron Mario del Valle, Maruja Villarreal, Juan José Vara del Rey, Carmen de Mairena, Gilda Love, Cabiria la Dulce, Da Costa, Concha Marcos, Jordi Soler, La Manuela y Mónica.


Con un ambiente más populachero y paternalista, organizaba cafés-tertulia, exposiciones de pintura, pases de modelos, y espontáneamente participaban artistas, incluyendo un concurso de aficionados. Durante fiestas señaladas como el Carnaval, Sant Medir, Navidad o el Día de la Madre se organizaban actos especiales. La entrada siempre se mantuvo muy económica. En los años ochenta los pensionistas y jubilados pagaban solo 100 pesetas, los estudiantes 150 y el resto de clientes 200. El interiorismo del local apenas cambió en cuarenta años. Paco Villar en su libro Historia y leyenda del barrio chino lo describe así: "Un universo de fotografías y retratos de viejos músicos y artistas, decoran la mayor parte de la sala. Junto a éstos, cacharros sin destino, farolas de gas, pinturas, dibujos y carteles de toda clase, le confieren un aire especial, algo así como el de una seudogalería de arte. Las vigas del techo están repletas de máximas y versos, de banderines y farolillos de papel. A través de una escalera de caracol bastante estrecha, se llega al único palco de la casa. Un gran mural del polifacético artista Ocaña preside la estancia. En una pared colindante cuelgan unos abanicos y castañuelas utilizados por el Gran Gilbeert en sus números. Las reformas han sido mínimas".


En 1985 Jaume Sisa volvió a actuar en la bodega convertido en Ricardo Solfa. Durante los años posteriores el local fue perdiendo público debido a un progresivo cambio de gustos y a las nuevas pautas de comportamiento por parte de unas generaciones que deseaban otro tipo de ocio y entretenimiento. Se decía que algunos días solo había una persona o incluso nadie entre semana, pero ello no evitó la excepcional actuación del cantante Julio Iglesias el 11 de agosto de 1997, consiguiendo que la sala se abarrotara de público como en los viejos tiempos.


A pesar de los montajes de los lunes bajo la dirección de Carles Flavià, desgraciadamente la Bodega Bohemia cerró puertas a mediados de abril de 1998. Tras su cierre, al cabo de un año volvió a abrir para el rodaje de la película Yo soy así, dirigida por Sonia Herman Dolz, donde se hizo un retrato de los artistas del local y un reportaje de los antiguos locales concierto en desaparición. Después volvió a cerrar sus puertas. Finalmente, a pesar de las protestas vecinales y la recogida de más de 800 firmas entre las cuales había las de Ángel Pavlovsky, Carles Flavià, Enric Majó, Javier Gurruchaga y Joel Joan, el Institut Català del Sòl, dueño del solar, terminó derribando el edificio en enero de 2002 para edificar en su lugar un funcional e impersonal bloque de pisos. Los últimos arrendatarios, David Sagarra y Frederic García, que habían comprado las acciones de la Sociedad Limitada Bodega Bohemia a su titular Enrique Martí, querían reabrir la bodega bajo el nuevo edificio, pero la normativa urbanística municipal impidió su apertura por hallarse en unas calles estrechas.

sábado, 1 de febrero de 2014

El cabaret Barcelona de Noche (1936-1990), el harén de la "Barcelona canalla"


"Pista-escenario: pista cuadrangular adosada a un minúsculo escenario. Mesas al entorno. Una larga barra a un lado. Palcos en un primer piso. Local y decoración: paredes y techo negros, con iluminación roja. Algunas manchas de luz verde. Música: una orquestina. Al comenzar el espectáculo, grabación. Precio y forma de pagar: trescientas cincuenta pesetas. Se pagan en el vestíbulo. Concurrencia: en día laborable, muy poco público. No llega al 20 por ciento de la capacidad. Tipo de público: clientela de sexo dudoso. El resto, grupos que van a hacer broma. "Grises" apoyados en la barra del bar. Características del espectáculo: travestis. Añoranza, a menudo deprimente, de los atributos femeninos. Grado de destape: busto de las dos señoritas que intervienen en el espectáculo." Así era como el Dominical del Brusi del Diario de Barcelona del 21 de marzo de 1976 describía la que posiblemente fue la sala cabaret más emblemática de la llamada "Barcelona canalla" del Barrio Chino barcelonés.


En el número 5 de la calle de les Tàpies, el empresario José Márquez Soria, conocido como Pepe el de La Criolla fundó junto con su amigo Saborit en marzo de 1936 el cabaret Barcelona de Noche. Su experiencia tras haber trabajado como encargado y vigilante en el cabaret La Criolla le llevó a abrir un nuevo local donde antaño hubo unos antiguos establos pertenecientes a una vaquería que había acogido hasta 45 vacas. Exteriormente, la fachada carecía de decoración y se asemejaba a una fábrica. En sus inicios, el interior era muy sencillo y funcional. Constaba de de una sala principal rectangular, una barra de bar situada a mano izquierda, una mesa de juego, los lavabos y un servicio de guardarropía situado a mano derecha atendido por unas chicas vestidas de seda negra. En una tarima elevada se sentaban los músicos que formaban la orquesta, vestidos con una americana de tono rojizo. La decoración, a cargo del ilustrador de novelas de aventuras Umbert Vallmitjana, constaba de un mural pintado que reproducía las imágenes de unos papagayos tropicales y dos mujeres desnudas que se mecían con una hamaca sobre un fondo anaranjado. Otro elemento destacado de la decoración eran las columnas-palmeras que trepaban por las paredes e invadían el techo. El tronco, de color azul y plata, era de palmera; las hojas, en cambio, eran de plátano y los frutos de cocotero. Del techo colgaba una lámpara monumental del año 1925.


La pista, cuadrada y cerrada mediante unos gruesos cordones procedentes de una parada de la Feria de Muestras, estaba iluminada por un foco móvil muy potente procedente de un buque de guerra. El público se sentaba en unos taburetes góticos y disponían de unas mesas de madera para tomar algo. Durante el espectáculo circulaban unos camareros de chaqueta blanca. La apertura del nuevo cabaret supuso la revitalización de la calle de les Tàpies, de modo que una parte del ocio nocturno se trasladó desde la calle del Arc del Teatre hasta este nuevo local. Sin embargo, el Barcelona de Noche, cuando todavía no hacía ni dos meses de su apertura, ya se hizo desgraciadamente famoso por el asesinato en extrañas circunstancias de su dueño y fundador José Márquez Soria, el 29 de abril de 1936. A las 5 de la madrugada, tras efectuar la liquidación de los camareros, dirigiéndose a su domicilio situado en el número 6 de la calle de Santa Madrona, una vez había entrado dentro de la portería, le dispararon siete veces. La víctima llevaba encima unas joyas y 3625 pesetas. Probablemente el crimen fue una venganza. Pepe el de La Criolla tenía 64 años de edad, dejando inacabado su ambicioso proyecto de transformar el barrio en un gran centro de ocio y diversión. Su mujer, Cayetana Hibraind, continuó como propietaria del negocio.


El cronista de Barcelona Sebastià Gasch, en referencia a los artistas que allí actuaban, decía en un artículo publicado en la revista Destino del 6 de abril de 1963: "¿Artistas? Mujeres y más mujeres. Ocho o diez. Las que estábamos hartos de ver en el Apolo o en el Sevilla, en el Gran Kursaal o en La Criolla. Pero con traje recién estrenado. Y algunos imitadores de estrellas. La indispensable sal y pimienta de estos locales. Greco, aquel muchachito inquietante de la época heroica del Gran Kursaal. El "Diamante Blanco", "claquetista" elegante y distinguido, delicuescente y con una sonrisa forzada pegada en el rostro. Olivet, con su alegría anormal y su blanca voz de sopranista. Wander, seudónimo tras el cual se ocultaba aquella "Chinita" de los buenos tiempos de "Cal Sagristà". Y, por último, los "Chavalillos sevillanos", un chiquillo y una rapazuela, en cuyo baile bullía la gracia fresca y espontánea de los quince años, la gracia andaluza perfumada de limón, de canela, de naranjo en flor. Este chiquillo y esta rapazuela no tardaron en cruzar el Atlántico y se hicieron celebérrimos con el nombre de Rosario y Antonio".


Tras la Guerra Civil, la calle de les Tàpies pasó a ser el nuevo eje central del Barrio Chino. El Barcelona de Noche, con la intención de recuperar su popularidad inicial, cambió temporalmente su nombre por el de La Nueva Criolla, aunque nunca consiguió estar a la altura de la mítica sala La Criolla, destruida en 1938 por una bomba. Fueron años muy difíciles en los cuales aquellas calles estaban llenas de prostitutas y de miseria extrema. A menudo se hacían actuaciones de flamenco. No fue hasta finales de la década de 1950 que el local empezó a remontar gracias a que se convirtió en un singular reclamo turístico, especialmente por parte de los marines norteamericanos de la VI Flota que asiduamente venían por el Barrio Chino a la búsqueda de fiesta y placer, que para ellos era muy asequible. Económicamente hablando fueron años "dorados" que permitieron la supervivencia del negocio. A partir de las 12 de la noche se decía que no cabía "ni un alfiler" de la gente que había.


Durante la década de los años sesenta hicieron sus pinitos como artistas emergentes en este local personajes del mundo del espectáculo como Moncho, Antonio Gades y Encarnita Polo. Existe constancia de que famosos de talla nacional e internacional como el pintor Salvador Dalí, el jugador del Barça Ladislao Kubala, el periodista Federico Gallo, la actriz Ingrid Bergmann y el actor David Niven llegaron a visitar el cabaret. Ello no era de extrañar, pues se sabía muy bien que a menudo gente de la alta burguesía barcelonesa, tras salir de la ópera del teatro del Liceu, se dirigían al Barcelona de Noche a desintoxicarse de la hipocresía moral conservadora para desfogar sus instintos primarios en los bajos fondos de la ciudad.
Un artista destacado de aquellos años en este local fue Francisco Morera García, conocido como Paco España, el primer transformista español, pionero y transgresor en su época, que tras emigrar desde Gran Canaria a Barcelona logró hacerse famoso con sus espectáculos.


A partir de la década de 1970 el Barcelona de Noche tuvo una segunda vida, con una oferta de espectáculos renovada y más atrevida, acorde a los nuevos tiempos de mayor permisividad, pues se convirtió en lugar de concentración de transformistas y transexuales. Allí fue donde comenzaron sus carreras algunos artistas que con el paso del tiempo alcanzarían un importante grado de reconocimiento, como Madame Arthur, Ángel Pavloski, Christa Leem, Christine, Bibi Andersen, Nicol, Violeta la Burra, Mimí Pompón, Pierrot y Dolly Van Doll. Todo ello fue gracias a su nuevo director, el empresario Caballé, quien posteriormente abrió una sala de espectáculos en Madrid. Durante la segunda mitad de aquella década, se organizaron los primeros concursos de Chico Party organizados por una de las primeras revistas de homosexuales editadas en Barcelona.
A principios de la década de 1980 el local estaba regentado por Ana Lúpez, quien trajo como vedettes para las funciones nocturnas a las travestis Shamanta y Cristín. Otra incorporación fue la de Denisse Zambrana y el ballet dirigido por Alberto Aurenti. La sala abría a partir de las 23:00h. y se ofrecían dos espectáculos diarios salvo los martes o bien los miércoles que cerraba por descanso del personal, uno a las 23:45h. y otro a la 1:30h. Durante un tiempo colaboró el grupo Racó de l'Arnau en la organización de cenas-espectáculo al precio de 3700 pesetas. En sus últimos tiempos, ver un espectáculo con derecho a una consumición costaba 1500 pesetas.


Finalmente, poco antes de celebrarse en Barcelona los Juegos Olímpicos de 1992, se aprobó un plan de reforma en el barrio del Raval que lo llevó durante los años posteriores a una lenta y progresiva modernización cuyo precio a pagar fue la pérdida parcial de la personalidad e identidad de sus calles. Muchos tablaos flamencos, bares, cabarets, pensiones, meublés y tiendas de "gomas y lavajes" fueron clausurados bajo el implacable imperio de lo "políticamente correcto". De forma muy discreta, el 16 de septiembre de 1990 el Barcelona de Noche cerró definitivamente sus puertas. El último espectáculo previsto, ante la inminente ordenanza municipal de clausura obligatoria, obligó en plenos ensayos a su propietaria Ana Lúpez a establecer un acuerdo con la empresa de Matías Colsada para estrenar la nueva función en el teatro Apolo. Temporalmente los periódicos anunciaban un cierre temporal del local por gira de la Compañía. Pero jamás regresarían.
Tras el derribo de las antiguas edificaciones, allá donde una vez hubo el Barcelona de Noche posteriormente se construyó una comisaría de policía. Actualmente, ya nada queda de lo que una vez fue la calle de les Tàpies ni del aroma canalla de antaño.


*Algunas de las imágenes utilizadas para ilustrar el presente artículo proceden de los blogs amigos http://mtvo-lasmentiras.blogspot.com y http://barcelofilia.blogspot.com, de los cuales reconozco sinceramente su labor y pasión por recuperar y difundir la historia local de Barcelona.