lunes, 30 de junio de 2014

La discreta agonía del teatro Arnau


Hace pocos días, mientras esperaba la llegada de mi autobús en el Paral·lel para regresar a casa, aproveché el tiempo y la ocasión observando y fotografiando la placita de Raquel Meller, situada entre dicha avenida y la desembocadura de las calles de las Tàpies y Nou de la Rambla. El lugar es singular, triste pero a su vez encantador, todavía con ese aspecto y regusto de la Barcelona de antaño. A la izquierda se halla el actual teatro Barcelona Arts on Stage. En el mismo emplazamiento existió el Circo Español Modelo, de 1892, rebautizado el año siguiente como Teatro Circo Español. Algunos aseguran que este fue el primer edificio construido en esta arteria, eso claro sin contar los barracones. Tras incendiarse en 1907, dos años después, una vez reconstruido reabrió como Teatro Español. Tras cerrar en 1980 el edificio albergó la discoteca Studio 54, de la que fui esporádicamente asiduo en mis años de estudiante de bachillerato. Derribado el antiguo teatro, se levantó uno nuevo el cual se inauguró en 1997 como Scenic Barcelona. Su escasa rentabilidad motivó su cierre en el año 2001, hasta que casi una década después, en el 2010, reabrió como Artèria Paral·lel. Desde hace dos años recibe la actual denominación antes citada, también bajo las siglas BARTS. Allá desemboca la calle de las Tàpies, ahora peatonal y totalmente carente de aquella personalidad que la definió. Ni rastro queda allí de lo una vez describió el cronista de Barcelona Sebastià Gash.


A la derecha se halla la cervecería O Vall d'Ouro, también conocida como El Rincón del Artista, por donde pasaron varios artistas del mundo del espectáculo. Haciendo esquina con la calle Nou de la Rambla todavía resiste el mítico Bagdad, una sala de espectáculos eróticos abierta en 1978 y último vestigio de la Barcelona Canalla. Esta calle, antes llamada Conde del Asalto, todavía es una vía comercial muy frecuentada y afortunadamente conserva buena parte de su personalidad, aunque ahora sin sus tabernas, burdeles y tiendas de "gomas y lavajes" que la caracterizaron.
Sin embargo, donde deseo fijar especialmente la atención es en el centro de la plaza, presidido por un edificio apuntalado y cuya fachada se halla cubierta de andamios a la espera de una urgente restauración: el teatro Arnau. Si repasamos un poco su historia, esta mítica sala de espectáculos tiene sus orígenes a principios del siglo XX, si bien unos años antes y en el mismo emplazamiento, sobre 1894, un tal Jaume Estruch regentaba una gran taberna que incluía sala de billares y ocho focos para iluminar la fachada. Casi una década después, aquella vasta construcción de madera fue derribada y en su lugar se erigió un nuevo edificio de obra, diseñado por el arquitecto Andreu Audet Puig, inaugurándose el 28 de octubre de 1903 como Salón Arnau. El nombre del nuevo local se debió a su propietario, Jaume Arnau. Dos años después se añadió una nueva planta. El edificio era exteriormente funcional, con fachada plana, sin decoración ni ornamentos salvo la pieza escultórica que corona la parte superior escalonada. Contiene dos hileras de ventanas, seis abajo y cuatro arriba. La estructura era de madera, con una sala que contenía platea y anfiteatro abierto con barandilla de hierro forjado. Tenía una capacidad para 707 personas.


En sus inicios desarrolló su función como music-hall alternando pantomimas, melodramas, zarzuelas del llamado "género chico" e incluso esporádicamente como sala de cine. Esto último empezó a partir de 1904, combinando varietés durante los intermedios. A partir de 1910, bajo la dirección del empresario Armando Villefleur se dedicó casi exclusivamente al teatro. En aquellos años actuaban personajes como Miquel Borrull y su hija, el cual fundó en 1915 en el antiguo café de camareras Casa Macià un café concert-flamenco llamado Villa Rosa, situado en la calle del Arc del Teatre.
Dada la escasa rentabilidad del local, el 31 de mayo de 1915 fue transformado en sala de cine ofreciendo programas dobles con varietés, previa reforma de la platea. La nueva decoración fue supervisada por el dibujante Feliu Elías "Apa". Su nuevo propietario, Eduardo Blasco, rebautizó el Salón Arnau como Folies Bergère. La nueva denominación se debió por la moda de afrancesar los nombres de los locales de ocio, debida fundamentalmente por la Primera Guerra Mundial. En 1919 el conde de Salvatierra autorizó allí el juego de forma legal y regulada, junto con otras salas teatrales y cafés de Barcelona, precisamente en unos tiempos donde esta afición se hallaba muy restringida y perseguida.


Durante aquellos años, este local dio a conocer en las varietés a numerosas estrellas de la interpretación como Emilia Bracamonte, Mary Focella, La Goytia, Blanca Negri y Roberto Font. Sin embargo, quienes destacaron con mayor fama fueron Enric Borràs, Carles Saldaña Beut, conocido como "Alady", Josep Santpere (padre de Mary Santpere), María Yáñez, más conocida "La Bella Dorita", y Francisca Marqués López, mundialmente famosa como "Raquel Meller". Esta última fue especialmente el alma mater del teatro y debutó allí en 1911.
A partir del 18 de septiembre de 1930, el Folies Bergère volvió a ser nuevamente el teatro Arnau, combinando el cine con music-hall, zarzuela y comedia, si bien su etapa dorada ya había pasado. Su nuevo titular, Francesc Benages, procedió a rehabilitar el edificio, incluyendo la instalación de un equipo Orpheo-Sincronic de disco y banda para la proyección de las primeras películas sonoras. Precisamente se recuerda la película mexicana "Monja y casada, virgen y mártir", estrenada el 25 de mayo de 1936 con un gran éxito comercial, la última vez que acudieron masivamente los espectadores y tantas largas colas formó.


Durante la Guerra Civil el Arnau prosiguió con su oferta de programas dobles de cinematografía alternados con varietés. Ya en plena posguerra, el librero y autor teatral Salvador Bonavia y el maestro de música Jaume Mestres consiguieron reflotar el negocio. Con motivo del estreno de la comedia teatral "La Gilda del Paralelo" el 16 de febrero de 1949, se vivió una pequeña etapa dorada recuperando su viejo ambiente de teatro popular. Otras obras conocidas y de bastante éxito fueron "Del paralelo a las Ramblas" y "La Paralela": Sin embargo, fueron años en los que la censura franquista hizo sus estragos. Así, por ejemplo, en el mismo año 1949 la vedette Matilde Moncusí, conocida como Maty Mont, fue denunciada por la Delegación Provincial de Educación Popular por su vestimenta "indecente" utilizada en su actuación llamada "La marchina del silbido".
Durante los años cincuenta y sesenta continuó con su función de sala de cine y espectáculos, incluso llegando a estrenar películas de manera compartida con los cines Edén y Alarcón. En la década de los setenta vivió la etapa de decadencia que también afectó a buena parte de las salas de reestreno y de los teatros del Paralelo ante el cambio de gustos por parte de las nuevas generaciones que optaban por otro tipo de ocio y entretenimiento.


Finalmente, bajo la dirección del empresario Pepe Buira, el 21 de septiembre de 1982 el Arnau reabrió como teatro de music-hall con la representación de obras de revista, comedia musical y variedades. Abandonó así su anterior función como cine. Entre los años 1992 y 1993 el teatro fue utilizado como plató de grabación del programa televisivo semanal ‘Ven al Paralelo’, presentado por la mítica actriz y cupletista María Antonia Abad, conocida mundialmente como "Sara Montiel". En 1993 la vedette del teatro El Molino Lita Claver "La Maña" se hizo temporalmente cargo del teatro una vez adquirió la mayoría de sus acciones e intentó revitalizarlo con un cambio de programación. Brevemente, entre abril y octubre de 1994 cerró sus puertas al no poderse afrontar los problemas económicos. Tras su nueva reapertura la titularidad pasó a manos de los empresarios Jordi García y José Antonio Puente. En 1995 la compañía teatral Teatreneu programó la oferta de espectáculos como un intento de darle un nuevo impulso y ofrecer musicales de calidad. Pero ante la falta de rentabilidad cerró definitivamente sus puertas a partir del 16 de agosto de 1999. La última representación fue "La venganza de Don Mendo", dirigida por Tricicle.


Desde entonces, tanto las asociaciones vecinales como las entidades culturales promovieron y reivindicaron la reapertura del teatro de cara a la recuperación del Paral·lel. En el año 2006 hubo una ocupación simbólica durante unos pocos días, llegando a celebrarse espectáculos y conciertos para denunciar el estado de degradación del edificio. Ante un proyecto de revitalización de la avenida del Paral·lel como un eje de ocio y espectáculos pero adaptado a las necesidades del siglo XXI, el mismo Ayuntamiento de Barcelona inició en 2007 los trámites para su expropiación. Afortunadamente fracasó un intento de compra y transformación en residencia geriátrica por falta de permisos municipales, hecho que hubiese comportado su derribo. Sus últimos propietarios vendieron el teatro por 1,5 millones de euros a la Iglesia Cristiana China de Barcelona. Sin embargo, al no obtener del distrito de Ciutat Vella las licencias necesarias para cambiar su uso, el Arnau continuó clausurado. 


Actualmente, el Ayuntamiento de Barcelona, propietaria del inmueble desde el año 2011, ha promovido la negociación de la compra por unos 2,5 millones de euros, incluso se rumorea de que se han establecido contactos con una empresa interesada aunque todavía no se han cerrado acuerdos. Aunque se trata de una suma elevada, la concesión a la futura sociedad gestora durante cincuenta años compensaría la elevada inversión necesaria para su rehabilitación. Con la presente remodelación urbanística de la avenida, el Arnau es la asignatura pendiente para contribuir a esta renovación de lo que hubiese podido ser un auténtico Broadway catalán. Hoy día, desapercibido para la mayoría de los transeúntes, languidece y agoniza discretamente entre lonas y andamios. Todavía en la planta baja sobrevive humildemente el bar El Retiro y a su lado, una floristería.
Por el bien, el interés y el fomento de la cultura, es de esperar su pronta resurrección, y que la modesta placita de Raquel Meller vuelva a ser centro de atención ciudadana. Más de un siglo de historia y el recuerdo de los grandes artistas que por allí pasaron merece un final mejor.


Fotos: Brangulí, Centre Excursionista de Catalunya, Institut Municipal d'Història, Ricard Fernández Valentí.

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