lunes, 8 de septiembre de 2014

El transbordador aéreo de Barcelona (II): la explotación de la sociedad Teleféricos de Barcelona, S.A.


Ante la amenaza de incautación y desguace de las instalaciones del transbordador aéreo en caso de no celebrarse una subasta, Frederic Gründel decidió crear una nueva sociedad llamada Teleféricos de Barcelona, S.A. que supondría la disolución de Ferrocarril Aéreo de San Sebastián-Miramar, S.A. Fundada el 5 de julio de 1957, el Consejo de Administración lo formaron Celestino Sistach Tomás (consejero-delegado y vocal), Ramon Camprubí Guitart (vocal), Frederic Gründel Kramer (vocal), Juan María Cuenta Guinovart (vicepresidente y director técnico), José Manuel Sistach Cequiel (presidente), Ventura Garcés Brunés (secretario) y Mateo Moner Ribera. El capital social era de 50.000 pesetas, representadas por 50 acciones al portador de 1.000 pesetas de valor nominal cada una. 
Afortunadamente, la esperada subasta se celebró por convocatoria de la Dirección General de Ferrocarriles, Tranvías y Transportes por Carretera del 17 de octubre de 1957, y a pesar de que la nueva sociedad se presentó, la adjudicación fue a manos de Serafín Masó Cantal por 952.000 pesetas, el cual ganó por una diferencia de 10.000 pesetas. El 23 de septiembre de 1958 se hizo efectiva la transferencia de concesión, pero gracias a las gestiones de Frederic Gründel se efectuó una recompra. El 1 de diciembre siguiente la División Inspectora e Interventora de las Compañías de Ferrocarriles de Vía Estrecha entregó las instalaciones en tanto que Teleféricos de Barcelona, S.A. tenía el carácter de continuadora de Ferrocarril Aéreo de San Sebastián-Miramar, S.A. quedando subrogada. Sin embargo, la nueva concesión impuso la obligación de construir en la estación de Miramar un nuevo restaurante según el proyecto presentado y aprobado por el Ayuntamiento de Barcelona y el Negociado de Patrimonio siempre y cuando no se afectara el paisaje de la montaña. Las obras debían terminar el 31 de diciembre de 1965.


La nueva sociedad Teleféricos de Barcelona, S.A. fue la encargada de reconstruir y rehabilitar las instalaciones del transbordador aéreo para que éste volviera a funcionar. Pocos días antes de la reinauguración oficial, la empresa convocó a varios periodistas de la prensa y de la radio para que hicieran un viaje de prueba. Manel Sistach hijo destacó la seguridad y la calidad de las instalaciones, argumentando que el cable podía soportar hasta 207 toneladas de peso y que la reconstrucción había sido mínima ya que la maquinaria y las torres se hallaban en buen estado. El presupuesto para la rehabilitación del transbordador tuvo un coste aproximado de 20 millones de pesetas (el doble de lo previsto), y quedaba pendiente alguna obra menor. De todos modos, la restauración había sido más económica que si se hubiera tenido que construir de nueva planta. Sistach también auguró que la línea sería rentable a diferencia de años atrás porque tanto la población de Barcelona como el turismo habían aumentado notablemente. Unos años antes, en 1960, se inauguraron el restaurante y el mirador de la torre de San Sebastián, y en 1962 se rehabilitó la torre de Jaime I.


A las seis de la tarde del 20 de mayo de 1963 se celebró la ceremonia de restablecimiento del servicio, tras 27 años de interrupción. Las autoridades y otros invitados se congregaron en Miramar, donde se inició el acto inaugural. Los principales asistentes fueron el gobernador militar Duque de la Victoria en representación del capitán general, el alcalde de Barcelona, Josep Maria de Porcioles, el señor Gómez Quintana en representación del gobernador civil, Espidio Lozano Escalona en representación del presidente de la Audiencia Territorial, el delegado provincial de Información y Turismo, Jaime Delgado, y otras personalidades e invitados. El representante parroquial y párroco de San Pedro Claver, Lluís Artigues, en representación del prelado, bendijo las instalaciones tras destacar que el acto constituía un buen augurio para la prosperidad de Barcelona. Seguidamente, las autoridades hicieron el recorrido en una de las cabinas, que tardó once minutos y medio en recorrer toda la línea. La cabina no se detuvo en la torre de Jaume I y prosiguió hasta la de San Sebastián, donde el acto terminó en el restaurante de la torre con un vino de honor.
Tez terminada la ceremonia, ya había largas colas de visitantes esperando su turno para poder viajar en el transbordador aéreo, que a partir de ese momento iniciaría su servicio regular de pasajeros. Las nuevas tarifas eran las siguientes: los viajes Jaume I-Miramar (y viceversa) y Jaume I-San Sebastián (y viceversa) valían 12 pesetas; el trayecto completo Miramar-San Sebastián (y viceversa), 18 pesetas, y el trayecto completo de ida y vuelta Miramar-San Sebastián, 24 pesetas.


La resurrección del transbordador aéreo tuvo buenos resultados, incluso proporcionalmente mejores a los de sus inicios en los años treinta, ya que el auge del turismo y la conversión de este medio en un transporte de ocio y turístico comportaron un incremento de pasajeros gracias a una oferta ajustada a la demanda en función de la época del año o del clima. Durante los meses de verano y Semana Santa registraba la máxima afluencia de pasajeros, gracias también a la promoción de las playas y a la potenciación de la montaña de Montjuïc. Era el único medio de transporte de estas características que había en la ciudad que permitía observar Barcelona desde el aire. Una diferencia respecto a 1931 era que el número de cabinas se limitó a dos, en vez de las cuatro que había antes, pero a cambio se podía efectuar el recorrido completo desde Miramar hasta la playa de San Sebastián y viceversa, sin necesidad de hacer transbordo en la torre de Jaime I.
El 18 de noviembre de 1963 Celestino Sistach Tomás, en nombre de Teleféricos de Barcelona, S.A. formuló una propuesta en el Ayuntamiento de Barcelona con el objetivo de regularizar la concesión municipal referente a la ocupación de los terrenos destinados al restaurante y a la estación del transbordador aéreo y ofreció un canon. Se plantearon la reforma y la ampliación del restaurante L'Ast a partir del derribo de lo que ya existía. El proyecto, que ascendía a 1.867.050 pesetas, recibió el visto bueno de la Consejería Delegada de la Montaña de Montjuïc y Pueblo Español, del Negociado de Patrimonio y del Servicio de Construcciones en Parques y Palacios de Montjuïc.


El 25 de febrero de 1964 María Reguant Cardan traspasó el negocio del restaurante L'Ast a Lluís Roig Carreras, y el 14 de noviembre siguiente Teleféricos de Barcelona, S.A. formuló una nueva propuesta para ocupar más espacio del previsto inicialmente que dignificara la zona. La superficie de entonces era de 471,52 m2 y se preveían ocupar 603,55 m2. El Negociado de Patrimonio no vio ningún inconveniente para que se hiciera la ampliación mientras las obras no afectaran el paisaje de la montaña. La Delegación de Servicios de Hacienda y Patrimonio propuso el abono de un canon de 500.000 pesetas anuales por la ocupación de los terrenos de propiedad municipal donde estaba el restaurante. Se revisaría cada cinco años y, una vez terminada la concesión, las instalaciones revertirían en el municipio. Teleféricos de Barcelona, S.A. consideró excesivo el canon y alegó que el restaurante no era un negocio independiente sino que formaba parte de todo el conjunto de instalaciones. Finalmente, el Servicio de Valoraciones aceptó hacer una rebaja y establecer un canon anual por 120.000 pesetas anuales. El 13 de diciembre de 1965 Teleféricos de Barcelona, S.A. subrogó los derechos de explotación del nuevo restaurante a Lluís Roig Carreras mediante arrendamiento.
A partir de los años setenta la rentabilidad del transbordador aéreo comenzó a descender. Tras morir Frederic Gründel y Manel Sistach, el resto de socios se fueron perdiendo interés progresivamente por el negocio porque ya no rendía como antes. Además, era bastante difícil y poco eficaz controlar desde Berga una instalación de aquellas características que funcionaba en Barcelona.


Paralelamente surgieron dificultades para pagar el canon anual, que entre 1970 y 1975 era de 156.000 pesetas. Sin embargo, en aquellos años la empresa invirtió más de 10 millones de pesetas en mejoras como la instalación de dos nuevos ascensores, la reposición total de los cables y la reparación y puesta a punto de la maquinaria. Pero a pesar de ello se requerían más inversiones para mantenerlo en buen estado. Año tras año disminuyó el número de pasajeros mientras que los gastos en personal, conservación, impuestos y energía aumentaron. Los balances económicos de la última década eran negativos, y la sociedad no podía satisfacer ni asumir el incremento del canon, que de 1975 a 1980 era de 271.908 pesetas.
Así pues, en 1975 Teleféricos de Barcelona, S.A. traspasó bajo arrendamiento el transbordador aéreo al propietario del Hotel Suizo (situado en la plaza del Ángel de Barcelona) el cual, después de explotarlo durante un año, lo pasó a la empresa Parque de Atracciones, S.A., titular del parque de atracciones de Montjuïc. El restaurante L'Ast de la estación superior o de Miramar continuó explotado por Lluís Roig Carreras hasta que terminó su contrato el 1 de junio de 1978. En agosto de 1977 el Negociado de Administración de Bienes se vio obligado a modificar el canon para que la empresa pudiera abonar dependiendo de las variaciones del coste de la vida y no de la diferencia del valor de los terrenos que resultaran de los índices del Servicio de Valoraciones.


Sin embargo, los problemas económicos continuaron y las posibilidades de pagar los cánones anuales resultaban muy difíciles de satisfacer. En un año, el canon había aumentado un 132%, y en 1985 llegó a las 631.370 pesetas. Los pocos beneficios iban destinados al mantenimiento y la puesta a punto de la infraestructura, pero no a mejoras de mayor envergadura que eran muy necesarias. A pesar de la designación de Barcelona para los Juegos Olímpicos de 1992, los usuarios no aumentaron, ya que la estación superior o de Miramar dejaba en un lugar de la montaña mal comunicado, sin interés turístico (el edificio de Miramar estaba abandonado por la marcha de Televisión Española y ofrecía una imagen degradada de la zona) y apartado de la futura Anilla Olímpica. Por otra parte, los proyectos de reforma de la zona portuaria, aprobados en 1987 se preveían a largo plazo por su complejidad. Las dos torres no se habían rehabilitado y no disponían de los restaurantes panorámicos que habrían podido hacerlas más rentables. La falta de presupuesto comportó que ninguna empresa de restauración estuviese dispuesta a abrir un restaurante. La torre de Jaime I era la que tenía menos visitantes al estar situada en un espacio destinado a usos portuarios y porque la gran mayoría de viajeros hacían el trayecto completo. En cambio, la torre de San Sebastián tenía la ventaja de permitir el acceso a las playas.


Durante los años ochenta su funcionamiento transcurrió de manera muy monótona, sin hechos destacados, salvo una vez que un padre de familia sin trabajo ni recursos económicos trepó por los cables del transbordador aéreo y se mantuvo colgado en señal de protesta. Tras ser rescatado por los bomberos, al cabo de poco volvió a repetir su hazaña, hecho que le sirvió para conseguir un empleo. 
A partir de 1991 la explotación bajo arrendamiento del transbordador aéreo a cargo de Parque de Atracciones, S.A. finalizó y volvió nuevamente a manos de Teleféricos de Barcelona, S.A. La empresa se reestructuró, modificó una parte de sus estatutos y definió la explotación para una duración indefinida. José Manuel Martín Olmedo fue designado presidente, Gonzalo Merino Nieto vicepresidente y su hermano Jaime secretario. El capital social pasó a 14.500.000 pesetas representadas por 14.500 acciones de 1.000 pesetas de valor nominal cada una.
Durante los Juegos Olímpicos, su rentabilidad mejoró con motivo de la avalancha de visitantes a la ciudad. A partir del 28 de enero de 1995 y durante el espacio de un año y medio, la instalación permaneció clausurada por orden de la Direcció General de Transports de la Generalitat de Catalunya. En este periodo se acondicionaron las instalaciones y se reemplazaron las partes obsoletas. Las dos torres se hallaban en tan mal estado que incluso llegaron a caer trozos de hierro oxidado sobre el embarcadero del Port Vell o sobre algunos coches aparcados en la Barceloneta. En junio de 1996 se obtuvo el permiso necesario para retomar provisionalmente el servicio, pero aún quedaba pendiente la rehabilitación y la consolidación de las torres así como de algunos otros elementos. En ese mismo año la Generalitat dio un ultimátum a la empresa para que llevara a cabo las reparaciones y las mejoras pendientes, las cuales tenían que iniciarse antes de acabar el año, pues de lo contrario perderían la concesión y se convocaría un concurso de ideas para entregar las instalaciones a unos nuevos gestores. Se requería una inversión de 400 millones de pesetas. Finalmente, las cabinas fueron definitivamente restauradas y toda la infraestructura de maquinaria y cables fue completamente renovada.


La reapertura del transbordador aéreo en 1996 coincidió con la conversión del Port Vell en un centro de ocio y cultura, que incluía la rambla de Mar, los multicines Cinesa Maremagnum, el centro comercial Maremagnum, el cine Imax, el Aquarium, el Reial Club Marítim de Barcelona y el Reial Club Nàutic de Barcelona. Al año siguiente, en el Moll de Barcelona se abrió la rambla central y se renovaron las estaciones marítimas. Por este motivo se rehabilitó la torre de Jaime I, la cual quedó integrada en el nuevo paisaje portuario. En cambio, la remodelación de la torre de San Sebastián quedó pendiente a pesar de que se había presentado un proyecto que incluía un local musical y de diseño repartido en tres plantas.
En 1999 fue inaugurado en el Moll de Barcelona el World Trade Center, un complejo de cuatro edificios que acoge sedes de empresas, oficinas, un hotel de lujo y un centro de congresos y convenciones. De este modo, la renovación de la antigua zona portuaria había finalizado.
Durante el año 2000 la torre de San Sebastián fue completamente rehabilitada y el cableado de la línea renovado. Dos años más tarde se inauguró un restaurante de Òscar Manresa, propietario del restaurante El Magatzem del Port. En la torre de Jaume I ya se había instalado desde septiembre del 2000 un restaurante del grupo Tragaluz, propiedad de Rosa Esteva y Tomás Tarruella. En cuanto a la estación de Miramar, el 28 de febrero de 2001 el restaurante L'Ast de Maria Rosa Roig Rodríguez (hija de Lluís Roig Carreras) fue traspasado a la empresa Zhao Shi Trading Company, S.L. que lo convirtió en un restaurante chino, tras reformar y acondicionar el local.


Fotos: Adolfo Zerkowitz, Arxiu Fotogràfic de Barcelona, Blog Friendly Rentals, Carlos Pérez de Rozas, Ricard Fernández Valentí.


2 comentarios:

Mª Trinidad Vilchez dijo...

http://mtvo-bcn.blogspot.com.es/2014/09/salut-i-bona-diadaara-es-lhora-gracies.html

Ricard dijo...

Igualment. Feliç Diada. Una abraçada.