viernes, 25 de marzo de 2016

Johan Cruyff: en un momento dado, este es uno


En un momento dado jugaste en siete clubes de futbol. En un momento dado entrenaste a tres clubes de futbol. En un momento dado ganaste 17 campeonatos nacionales como jugador y 10 como entrenador. En un momento dado ganaste 5 títulos internacionales como jugador y 4 como entrenador. En un momento dado conseguiste tres Balones de Oro, dos de los cuales vestido con la camiseta azulgrana. En un momento dado recibiste a lo largo de trayectoria hasta 20 distinciones que te reconocieron como mejor jugador, mejor entrenador y máximo goleador.
En un momento dado... el mundo del fútbol pierde a uno de sus grandes referentes, un mito imprescindible e ineludible si se quiere narrar objetivamente la historia del deporte que más pasión genera y más seguidores tiene en el mundo entero.
Todavía era demasiado joven como para recordarlo en su etapa como jugador en el Barça, entre 1973 y 1978. Solo había oído hablar de él y lo había visto como modelo en algunos anuncios publicitarios en periódicos y revistas. Con el paso de los años y tras conocer a esta figura entendí que su llegada al club azulgrana supuso poner punto y final a una etapa histórica antigua, cuyo máximo exponente había sido la segunda mitad de los años cincuenta con el entrañable Barça de las 5 Copas liderado por el mítico e irrepetible Ladislao Kubala. Desde entonces se dio paso a la historia contemporánea que conocemos de estos últimos poco más de cuarenta años.


Con su estilo de juego y su capacidad de liderazgo renovó todo un sistema obsoleto que se había arrastrado durante años para dar paso a un nuevo y moderno estilo de hacer fútbol, donde además de luchar para ganar al adversario se apostaba por ofrecer espectáculo a la afición. Nada más llegar a Barcelona fue recibido como un ídolo y como una esperanza de cambiar la situación de estancamiento, y así fue tras convertirse en máximo goleador y ganarse el 9º título de Liga tras 14 años de sequía. Por su complexión se le conoció como el Flaco y tras marcar con gol de "espuela" (con el talón) en un partido disputado en el Camp Nou contra el Atlético de Madrid fue apodado como el holandés volador.
Sí lo conocí como entrenador, siendo una etapa emotiva e importante de mi vida en la que mi padre trabajaba de controlador en el Camp Nou y ello me posibilitaba acceder libremente a casi cualquier parte del estadio solo por el hecho de ser hijo de empleado. Mi padre se hallaba siempre en la puerta 16 y en el acceso a las bocas 206-207, justo en la entrada a los vestuarios. Muchas veces vi al mister en primera persona, pasando por mi lado y saludándonos. Tras dos años discretos, llegó la magia del Dream Team, un equipo que estaba a la altura de los grandes clubs europeos y que era capaz de ganar numerosos títulos. Esta denominación llegó con motivo de la primera Copa de Europa de la historia conseguida en Wembley tras el gol de Ronald Koeman. Era la gran asignatura pendiente y al fin se alcanzó.


En total con Cruyff en la banqueta se sumaron 4 Ligas consecutivas entre 1991 y 1994, 1 Copa de Europa en la temporada 1991-92, 1 Recopa de Europa la temporada 1988-89, 1 Copa del Rey en 1990, 1 Supercopa de Europa en 1992, 3 Supercopas de España los años 1991, 1992 y 1994, y 2 Copas de Cataluña las temporadas 1990-91 y 1992-93. Emotivo fue para mí el título de Liga ganado en 1994 tras ganar el Barça al Sevilla y tras empatar el Deportivo de la Coruña contra el Valencia. Fueron minutos de ansiedad. Yo y mi padre nos hallábamos en tribuna viendo el partido en una de las cabinas para periodistas y locutores de radio que casualmente estaba vacía. Tras finalizar el partido en el Camp Nou, los dos nos abrazamos, y desde aquel momento supe que aquella vivencia jamás la olvidaría. Lamentablemente, tras la humillante derrota en la final de Atenas, las dos siguientes temporadas fueron mediocres y las fuertes diferencias con Josep Lluís Núñez desembocaron a su destitución como entrenador, si bien ello pasó factura al presidente del club que años después acabaría dimitiendo, poniendo punto y final a 22 años de nuñismo.
Acostumbrados a que el Barça, comparado con los grandes clubs europeos fuese visto como un club mediano, a menudo (mal que pesara) perdedor, segundón y subcampeón, de pronto pasó a ser un equipo a la altura de los grandes de Europa donde soñar era posible. Con Cruyff hubo un antes y un después y los resultados no mienten: antes de su llegada el Barça necesitó 71 años para ganar un total de 42 títulos, mientras que tras su paso se han ganado 44 títulos en solo 28 años, es decir, dos más pero en menos de la mitad de tiempo.


No se puede afirmar que su trayectoria fuese perfecta. Al contrario. En sus años como entrenador también hubo momentos en los cuales fue criticado y cuestionado. Sin embargo, todo y sus errores implantó una filosofía futbolística que todavía no solo no ha sido superada sino que además ha sido imitada por Frank Rijkaard, Pep Guardiola y Luís Enrique Martínez, tres entrenadores fieles herederos de ese sistema de trabajo y que tras Cruyff son quienes han dado en el Barça los mejores resultados llevándolo hasta la cima del mundo. Es decir, el Barça actual no sería lo que es ahora si previamente Cruyff no hubiese pasado por el club primero como jugador y después como entrenador. Actualmente, el cruyffismo continúa vigente.
Hendrik Johannes Cruijff. Personaje controvertido, listo, ambicioso, apasionado, inquieto, duro e incluso visionario, pasará a engrandecer la leyenda del Barça y la historia del fútbol. Para siempre será recordado.

Fotos: Antoni Campañà, Arxiu Sport, cordopolis.es, Marcel·lí Sáenz Martínez, sport.es.

viernes, 18 de marzo de 2016

Sí a los conciertos de música en vivo y al fomento de la cultura en Barcelona


El ayuntamiento de Barcelona ha decidido que todos los bares de la ciudad puedan ofrecer música en vivo. La condición sine quanon será evitar molestias vecinales limitando las horas de concierto según los casos y acondicionando los locales mediante un sistema de insonorización cuyas obras subvencionaría el mismo consistorio municipal. Ello es una excelente noticia que permitirá a los músicos emergentes disponer de espacios para expresar libremente sus cualidades artísticas, hecho que además supondrá para ellos la posibilidad de brindarles una oportunidad para darse a conocer y, quién sabe, llegar a ser famosos.
Barcelona, gracias a su carácter cosmopolita, abierto e integrador fue durante muchos años un referente español y europeo a imitar, y sobretodo una rica cantera de artistas e intelectuales, pues de aquí surgieron muchos personajes de talla nacional e internacional de los cuales nos podemos sentir orgullosos. Podríamos abarcar desde los modernistas que se reunían para hacer sus animosas tertulias en "Els Quatre Gats" hasta la llamada Gauche Divine barcelonesa que se prodigó por el mítico Tuset Street.
Sin embargo, durante estos últimos 35 años la tendencia ha sido a la baja, y en la actualidad se corre el grave peligro de desembocar hacia una ciudad provinciana, cerrada y excluyente. Los tiempos cambian y los modelos de hacer ciudad evolucionan inevitablemente, de ahí que en caso de no apostar por una transformación que se ajuste a las demandas actuales se desemboque a una situación de estancamiento. Y para quien lo dude: ¿cuántos artistas e intelectuales con prestigio y renombre más allá de nuestras fronteras han surgido de Barcelona durante estas últimas tres décadas?


Ante la nueva iniciativa han surgido voces recelosas, pero no debería ser motivo de alarma porque a menudo son argumentos irracionales. Para empezar, no todos los bares de Barcelona estarán preparados para acoger conciertos, de hecho éstos serán la mayoría, entre otras razones por sus dimensiones, por su distribución interior y por su emplazamiento. Y no todos los bares potencialmente adaptables desearán que se organicen conciertos, bien por los elevados costes de las reformas para insonorizar el local a pesar de las subvenciones municipales, bien porque los dueños optarán por una oferta más "silenciosa". Es decir, si actualmente Barcelona dispone de más de 7.400 bares, obviamente no se celebrarán 7.400 conciertos como algunos creen, ni 6.000 ni 5.000 ni 4.000. En cuanto al civismo se refiere, casi todos los bares tienen reservado el derecho de admisión, con lo cual se puede restringir el acceso a quienes sean clientes conflictivos bajo la amenaza de clausura del local en caso de incumplimiento. Y por lo relativo a la amenaza de posibles aglomeraciones de turistas, decir que no todos los turistas se interesan por acudir a bares con conciertos musicales sino que también prefieren otros tipos de oferta. La lucha contra el turismo incívico y de borrachera, la regulación del número de pisos turísticos, la clausura de los pisos turísticos y apartamentos ilegales y la apuesta por un modelo de calidad que opte por una ciudad turística en vez de por una ciudad de turismo deberían ser medidas eficaces para evitar los conflictos actuales y que tanto afectan a los vecinos de los barrios.


Propuestas como la de los conciertos musicales resucitan la esperanza de que Barcelona recupere progresivamente su talante cosmopolita abierto e integrador antes mencionado. Y ello debería extenderse a otros sectores artísticos del mundo del arte que merecen ser potenciados. En ese sentido, es necesario dar facilidades para la apertura de talleres de artistas y de galerías de arte, muchos de los cuales lamentablemente han sucumbido ante la subida de los alquileres. Paralelamente, algunos espacios urbanos son aptos para instalación de ferias temporales y para la ocupación de artistas que, a su vez, crean su obra, la exponen al público y la venden.
Todo ello es positivo por varios motivos: supone apostar por el fomento de la cultura y el derecho a la cultura; se ofrece una oportunidad a los artistas emergentes de expresarse y darse a conocer; se potencia la cultura no institucionalizada o popular; estimula la llegada de otros artistas a que desarrollen sus manifestaciones artísticas; evita que muchos artistas deban marcharse a otras regiones o países; otorga prestigio nacional e internacional a Barcelona; genera relaciones de interculturalidad entre ciudades, regiones y países; estimula la diversidad cultural y la multiculturalidad; enriquece artísticamente y culturalmente la ciudad; aumenta la oferta de ocio, arte y cultura; contribuye a mejorar la economía; genera ocupación y autoocupación; y en definitiva, mejora la calidad de vida.


Es necesario que la ciudad sea un referente de atracción de artistas y nuevas promesas emergentes que puedan expresar y desarrollar libremente sus inquietudes artísticas. Igual que sucede en muchas ciudades europeas, Barcelona debería expresar el arte y la cultura por sus calles, el arte urbano fuera de las galerías y centros oficiales para consolidar definitivamente su democratización. En otro nivel, la infraestructura de centros culturales, museos, bibliotecas, cines y teatros debe conservarse y potenciarse, así como la recuperación de la avenida del Paral·lel como el gran eje de ocio y espectáculos de Barcelona. Las administraciones deberían evitar un exceso de control sobre la oferta cultural y regular por consiguiente la presencia de centros cívicos municipales en favor de nuevas iniciativas vecinales para la creación de centros culturales autogestionados, hecho que permitiría una mayor libertad de creación y difusión de la cultura social por la ciudad. En ese sentido, debería haber un mayor equilibrio entre la cultura institucionalizada y la cultura popular, haciendo sentir que es un ámbito al alcance de todos y no de unos privilegiados.

Fotos: Ricard Fernández y Reina Mendoza.

domingo, 6 de marzo de 2016

60 años del termómetro de Can Cottet (1956-2016)


El famoso termómetro gigante de la avenida del Portal de l'Àngel ha cumplido 60 años de vida. Desde entonces es un referente identitario de la ciudad, un elemento patrimonial y el indicador "oficial" por decirlo de algún modo de la temperatura de Barcelona.
Se halla instalado en el número 40 de la citada avenida, en la fachada del edificio Cottet, nombre que procede de una familia que en 1902 abrió en este inmueble la óptica más grande de Europa, con más de 2.000 m2 de superficie. El negocio fue fundado por Costantino Cottet, fabricante de gafas de origen francés que decidió venir a Barcelona con motivo de la Exposición Universal de 1888. Desde entonces se enamoró de la ciudad y ello le motivó a abrir un establecimiento comercial que llevaría el nombre de Optical Franco Española. Además de óptica, también ofrecía aparatos de precisión e incluso de fotografía. Tras morir Costantino en 1915 sus tres hijos Fernando, Rolando y Renato tomaron las riendas del negocio, llegando a abrir una sucursal en Madrid en 1930. Al estallar la Guerra Civil marcharon a Sevilla donde fundaron una pequeña empresa de óptica.



En plena posguerra, los tres hermanos decidieron viajar por Europa para mejorar su negocio e introducir los últimos avances en óptica, y así fue como en 1943, tras haber observado que en las ciudades de Copenhague y Bruselas existían unos termómetros gigantes, se plantearon la posibilidad de instalar uno similar en Barcelona. Para ello, en mayo de 1944 solicitaron un primer presupuesto a la empresa Bata de Copenhague, en julio siguiente se presentó la patente para su instalación, que en octubre siguiente fue aprobado por el Ministerio de Industria y Comercio. Sin embargo, las consecuencias económicas de la Segunda Guerra Mundial retrasaron las gestiones hasta julio de 1949 en que pidió otro presupuesto a la empresa S.P. Wodskou, también de Copenhague. Entre 1951 y 1952 realizaron gestiones con la empresa alemana Fulda, la cual finalmente afirmó su incapacidad de fabricar, transportar e instalar el termómetro gigante. Aquellos años coincidieron con una remontada del negocio gracias a una demanda potencial creciente de personas que requerían de gafas, un objeto que además de ser una necesidad a su vez se convirtió en un objeto de diseño y de moda.



Finalmente, en 1955 contactaron con el ingeniero J. Nebot, de la empresa barcelonesa Guerin Sociedad en Comandita, ubicada en la Via Augusta, el cual se encargaría del proyecto técnico de diseño e instalación. Sin embargo, algunas fuentes de información lo atribuyen erróneamente al arquitecto Pere Ricart Biot. Las obras empezaron en dicho año y ya en diciembre del mismo se procedió al montaje del armazón. Sin embargo, ante una ola de frío que acaeció en Barcelona y dada la necesidad imperiosa de informar a la ciudadanía acerca de las temperaturas, el 4 de febrero de 1956 se puso en marcha el nuevo termómetro aun estando todavía inacabado. No fue hasta el día 25 siguiente que se hizo la inauguración oficial, bajo la publicidad de que se trataba del termómetro más grande del mundo.
En el momento de su inauguración, el termómetro medía 22 metros de altura, pesaba 2 toneladas y disponía de una escala de temperatura de -5º hasta 40º. El funcionamiento era completamente automático, así como la puesta en marcha diaria de la instalación mediante de dos relojes de contactos que conectaban el circuito de columna y de escala a la hora fijada. La temperatura era captada por una sonda colocada en la azotea del edificio al que estaba adosado y transmitida a una centralita electrónica que activaba las luces de los grados correspondientes. Disponía de una columna de mercurio auténtica con contactos de platino en cada grado. La iluminación se efectuaba mediante 710 tubos de neón. Para conocer mejor y con más detalle tanto sus aspectos técnicos y mecánicos como la historia de la óptica Cottet, se recomienda consultar la página web www.cottet.es.



En 1971 se procedió a una remodelación del sistema mecánico debido a que sus conexiones se hallaban a la intemperie, averiándose habitualmente durante los días de lluvia. Para ello fueron llamados dos ingenieros electrónicos alemanes que se encargaron de solucionar el problema, restableciéndose el funcionamiento al cabo de pocos días.
El 6 de julio de 1982, tras una fuerte subida de las temperaturas que alcanzaron los 35º, fueron sustituidas las bombillas por otras más potentes que permitiesen una mayor visibilidad a plena luz del día.
En 1998, con motivo de la rehabilitación de la fachada del edificio Cottet, el termómetro fue nuevamente renovado mediante el desmontaje de su interior, la remodelación de la instalación eléctrica, la incorporación de una sonda, el repintado exterior y el sellado mediante silicona para evitar las filtraciones de agua.
El 25 de marzo de 1999 el Institut del Paisatge Urbà del Ayuntamiento de Barcelona reconoció al termómetro como elemento de interés paisajístico y por ello lo catalogó como Petit Paisatge, una categoría otorgada a aquellos elementos de la ciudad que se recuperan para preservar la memoria histórica.



En el año 2009 el termómetro sufrió errores de funcionamiento, un problema que debido al elevado coste de su reparación no se llevó a cabo. Afortunadamente, en el año 2011 gracias a un convenio firmado entre el Institut Municipal del Paisatge Urbà y la cadena Cottet se pudo emprender la restauración, cuyo coste ascendió a 70.000 euros. Principalmente las obras de remodelación consistieron en la sustitución de la maquinaria de transformadores por disipadores, la sustitución de los 75 transformadores eléctricos y de los 710 tubos de neón por un nuevo sistema de iluminación con lámparas LED de bajo consumo, y la consolidación de los anclajes en la fachada. En cuanto a la estructura, ésta fue pintada con pintura antioxidante, los paneles de acero inoxidable de los dígitos y los guiones de los grados fueron sustituidos por metacrilatos retroiluminados con LEDS, y tanto la columna como la bola de mercurio también se realizaron con metacrilato y LEDS. Todo ello supondría un ahorro de consumo energético y una mayor visibilidad durante el día. Además, se le dispuso de una sonda situada en la base del mismo totalmente resguardada de sol para evitar medidas erróneas, y de una resistencia térmica que regulara la entrada de corriente según la temperatura exterior. El resultado fue la modernización de todo su interior pero conservando el aspecto exterior original de 1956, incluida la iluminación en rojo que indica la temperatura de la calle.



Tras dos meses de trabajo, el 6 de julio del mismo 2011 volvió a funcionar, manteniendo en la actualidad la categoría de ser el termómetro más grande de Europa, además de contar con un moderno y sofisticado sistema automático. La inauguración fue presidida por el entonces alcalde Xavier Trias y la familia Cottet, que descubrieron la placa en el suelo frente al termómetro que lo califica como elemento del Petit Paisatge.

Fotos: Arxiu Cottet Òptics, fanscup.com, IMPU