sábado, 27 de agosto de 2016

México '68: la primera antorcha olímpica que pasó por Barcelona


Antes de celebrarse los XXV Juegos Olímpicos de 1992, Barcelona ya vio pasar por sus calles la antorcha olímpica. Fue veinticuatro años antes, con motivo de la próxima celebración en la Ciudad de México de los XIX Juegos Olímpicos. Para ello el Comité Organizador de los Juegos de la XIX Olimpiada contó con la colaboración de los gobiernos de Grecia, Italia y España para hacer realidad un recorrido que buscó emular la primera ruta que Cristóbal Colón efectuó, además de simbolizar la unión de las culturas clásicas del Mediterráneo con las del continente americano.
Para preparar el acontecimiento, representantes del Ayuntamiento de Barcelona, de la Diputación de Barcelona, de la jefatura de Tráfico, la Guardia Urbana, de la Comandancia de Marina, del Comité Olímpico español, de la concejalía de Deportes del Ayuntamiento, de la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes y de la Federación Catalana de Atletismo, entre otras instituciones y entidades, se congregaron para crear un Comité Organizador de los actos previstos para el 31 de agosto y el 1 de septiembre.


Tras su tradicional encendido en Olimpia el 23 de agosto de 1968, la antorcha recorrió las ciudades griegas de Atenas y El Pireo, en cuyo puerto el buque destructor "H.H. Navarino" se encargó de trasladarla por mar hasta la ciudad de Génova, llegando el día 27. Allá se hizo un homenaje ante la casa donde vivió Cristóbal Colón y, al día siguiente, se partió hacia Barcelona. El viaje se efectuó a bordo del bergantín italiano "Palinuro", un buque escuela de la Marina Militare que llegó a su destino el sábado 31 de agosto. Al entrar en aguas barcelonesas fue recibido a modo de bienvenida con toques de sirenas de los barcos que se hallaban atracados en la zona portuaria o bien circulando. La tripulación se hallaba presente en la cubierta saludando al numeroso público que allí se congregó. A las 11:45h. fondeó ante la Puerta de la Paz, frente una tribuna habilitada para las principales autoridades, las cuales la Guardia Urbana montada les rindió honores desde el monumento a Colón.


A la espera de la salida de la antorcha olímpica, se lanzaron previamente cohetes de bienvenida. A bordo del "Palinuro" viajaba el representante del Comité Olímpico Italiano, el cual procedió a hacer entrega de la antorcha con el fuego olímpico prendido en Grecia al vicepresidente del Comité Olímpico Español, Anselmo López, acompañado del presidente de la Federación Catalana de Atletismo, Sánchez Madriguera. Tras bajar del barco a las 12:00h. del mediodía le hizo entrega de la llama olímpica al presidente del Comité Olímpico Español (COE) Juan Antonio Samaranch, acompañado del alcalde de Barcelona, José María de Porcioles y del delegado municipal de Deportes, Pablo Negre. Samaranch fue quien se encargó de depositar la antorcha sobre un pequeño podium adornado con la bandera de Barcelona y flanqueado por las banderas de Grecia, Italia, España, Bahamas y México, es decir, de los cinco países por donde cruzaría la llama olímpica. El alcalde pronunció unas palabras de bienvenida en nombre de la ciudad de Barcelona, de España y de toda su afición deportiva.


Después del discurso la Banda Municipal interpretó los himnos olímpico y nacional. El señor Samaranch hizo entrega de la antorcha al deportista Enrique Bondía, vestido con el uniforme deportivo facilitado por el Comité Olímpico Mexicano, e inició la marcha desde el monumento a Colón hacia la plaza de Cataluña, precedido por la escolta de la Guardia Urbana motorizada que abría paso y seguido por la Guardia Urbana montada vestida con el uniforme de gala. El paso de la llama olímpica por las Ramblas fue saludado por el público que allá se congregó. Enfrente del teatro del Liceu, Enrique Bondía fue relevado por el atleta José Gabernet. Al paso por la rambla de las Flores, las floristas saludaron el paso de la llama olímpica con el lanzamiento de una lluvia de flores.


La antorcha llegó a las 12:25h. a la plaza de Cataluña. Allí, entre las dos fuentes se hallaba habilitada una tribuna elevada presidida por los aros olímpicos. Tras un saludo al toque de clarinetes, José Gabernet subió y prendió el fuego al pebetero, que ardió hasta las 10:00h. de la mañana del día siguiente. El acto fue visto y aclamado por el numeroso público barcelonés allá presente y también por varios turistas que casualmente se hallaban de paso visitando la ciudad. Ante el pebetero posaron los atletas Enrique Bondía, José Gabernet y Reina Terreros (miembros del equipo catalán de atletismo y ganadores recientes del título nacional), siendo este último el encargado de izar la bandera olímpica. Las autoridades presentes fueron, principalmente, además del alcalde Porcioles y el presidente del COE Juan Antonio Samaranch (que se trasladaron en vehículo oficial), el embajador de Italia en España señor Rossetti acompañado por el cónsul en Barcelona, el decano Ernesto Selva Sandóval de Nicaragua, el cónsul de Argentina Julio Peña, y el cónsul de El Salvador Arturo Araujo.


Seguidamente el señor Samaranch pronunció un discurso que a continuación reproduzco literalmente: "Barcelona, ciudad cuya solera deportiva y profundo humanismo no es menester descubrir, ahora acaba de recibir en nombre de toda España la llama olímpica encendida hace diez días en Grecia y cuyo fulgor y simbolismo alumbrará la primera olimpíada de habla española en la ciudad de México el próximo día 12 de octubre, fecha que tiene una honda significación para todos nosotros. Me satisface enormemente que sea la capital catalana la primera ciudad hispana que reciba la antorcha de los Juegos de la XIX Olimpíada, y con ella, este mensaje de comprensión, de fraternidad y de paz. Fue aquí también donde llegó la civilización helena y Ampurias la primera urbe española en donde se compitió bajo las reglas y el espíritu de los primitivos juegos olímpicos. Son pues dos mil años de historia deportiva. También fueron nuestras tierras las que tuvieron el honor de la primacía de una organización de carácter olímpico, al albergar los II Juegos Mediterráneos en el año 1955 que han marcado con su sello generoso y deportivo a toda una generación. Por ello me complace que esta ciudad mediterránea, abierta y deportiva albergue durante unas horas la llama que lucirá dentro de seis semanas en las tierras hermanas de México, iluminando a la juventud de todo el mundo, en el más noble y la más leal de todas las luchas. En su viaje por las tierras de España, esta antorcha estará rodeada por la mirada fraternal, cordial e ilusionada de toda nuestra juventud. Dentro de pocos días, en la española y lejana isla de Gomera, diremos adiós a la llama olímpica con la misma esperanza de feliz retorno con que hace más de cuatro siglos se despidió a Colón y a sus hombres. Esperamos también que esta antorcha olímpica regresará un día a España, no solamente para iluminar, como ahora, desde las suaves riberas del Mediterráneo hasta las bravas aguas del Atlántico a todo este nuestro maravilloso país, sino que hago fervientes votos para que vuelva un día para permanecer sobre nuestra piel de toro y una, con su calor una vez más, a toda la juventud del mundo bajo el signo de los cinco aros olímpicos. Bienvenido seas, fuego olímpico, a España. El deseo de todos los españoles es que bajo tu luz, pueda presenciar el mundo entero los mejores juegos olímpicos de la era moderna."


A continuación el representante del Comité-Olímpico Mexicano, Juan Manuel Gallástegui, coordinador de la antorcha olímpica, pronunció unas palabras agradeciendo las atenciones recibidas en Barcelona a través de la cual México había deseado unir a los cinco países de su recorrido: "Con el corazón de México, con el pueblo de México, con el comité organizador de los Juegos Olímpicos, para que pueda quedar para siempre como una muestra de agradecimiento y simpatía hacia todo el pueblo de España". Como recuerdo de la acogida hizo entrega al delegado municipal de Deportes Pablo Negre de una ánfora-antorcha fundida en México. Con la interpretación del himno nacional español finalizaron los actos oficiales y se dio paso a numerosas actividades festivas en la plaza de Cataluña. Atletas, directivos y miembros del Comité Olímpico Español realizaron turnos de guardia en el pebetero.


Los actos festivos y populares empezaron con bailes de sardanas a cargo de la "Cobla Ciutat de Barcelona" y la "Cobla Barcelona" con un repertorio que terminó con la sardana "Juny" del maestro Juli Garreta. Las collas castelleres "Xiquets de Valls" y "Els nens del Vendrell" levantaron algunos castells, y a continuación se celebró un concierto a cargo de las bandas de música de la Cruz Roja y de Tranvías de Barcelona. Tras estos actos se estrenó "La Sardana Olímpica", una cobla expresamente compuesta para la ocasión por el maestro Lluís Moreno Pallí con motivo de la llegada de la llama olímpica. Interpretada por la cobla "La Principal de Badalona", fue bailada por cinco anillos de danzantes vestidos de los colores de los cinco aros olímpicos. Luego los actos estuvieron presididos por un conjunto de danzas catalanas a cargo de los esbarts "La Floresta", "Montserrat Martinenc", "Folklore de Catalunya" y "Barcelona", acompañados por la copla "La Principal de Badalona". Finalmente, el programa de fiestas se cerró con un concierto de masas corales y una exhibición de danzas regionales con la participación de las casas regionales de Galicia, Murcia y Albacete y el Centro Cultural Recreativo Aragonés.


Al día siguiente a las 10:00h. de la mañana la antorcha olímpica a manos del delegado municipal de Deportes Pablo Negre reanudó su marcha a través del paseo de Gracia, tomando relevo a la altura de la calle de Mallorca a su compañero Reina Terreros, el cual prosiguió hasta alcanzar la avenida Diagonal (entonces llamada del Generalísimo Franco). A la altura de la calle de Tuset se produjo un incidente en el relevo entre Mariana Valls (hijo de Fermín Mariana, presidente de la Federación Barcelonesa de Atletismo) y el ex-atleta internacional y olímpico Gregorio Rojo, al explosionar la antorcha de éste en el momento de tomar el fuego, debido a que el combustible usado que permitía aguantar la llama sin riesgo de apagarse a veces podía explotar debido a su volatilidad. Afortunadamente, ambos sufrieron solo pequeñas lesiones. Tras el percance, la antorcha prosiguió por la avenida Diagonal hacia arriba pasando por numerosos municipios como Igualada, Lleida, Zaragoza, Medinaceli, Guadalajara, Alcalá de Henares, Madrid, Toledo, Navalmoral de la Mata, Trujillo, Mérida, Sevilla, Huelva y Palos de Moguer. En total un recorrido de 1.295 kilómetros, 88 horas y 20 minutos de viaje y 1.286 relevistas, siendo el último español en tomar la antorcha el joven de 19 años Cristóbal Colón de Carvajal y Gorosábel, descendiente de Cristóbal Colón.


A bordo de la corbeta "Princesa", proporcionada por el Gobierno español, partió hacia el continente americano. Al cabo de dos días hizo escala en Las Palmas de Gran Canaria y quince días más tarde llegó a San Salvador (Bahamas), lugar donde históricamente desembarcó Colón y donde se conmemoró la llegada del citado descubridor y la primera llegada del fuego olímpico a América. Tras ello el destructor mexicano "Durango" llevó la antorcha hacia Veracruz. Habiendo pisado al fin el país mexicano en fecha 6 de octubre, de allí pasó por Xalapa, Oritzaba, Puebla, Teotihuacán y Ciudad de México, lugar final de destino, el día 12 siguiente, Día de la Hispanidad. Coincidiendo con esta festividad, en el Estadio Olímpico Universitario se celebró la ceremonia inaugural de los XIX Juegos Olímpicos. La deportista Enriqueta "Queta" Basilio se encargó de encender el pebetero olímpico, convirtiéndose así en la primera mujer de la historia en llevar la antorcha olímpica y encender el pebetero. El fuego que iluminó los juegos más memorables celebrados hasta aquél momento se dio breve cita por Barcelona, dejando un claro presagio de lo que acontecería veinticuatro años después. Una llama de nuestra memoria histórica.


Fotos: Arxiu La Vanguardia, Arxiu Mundo Deportivo, Pérez de Rozas, Valls.

lunes, 22 de agosto de 2016

El Festival de Cinema de Barcelona (y II): los certámenes de 1989 y 1990


Si bien los dos primeros años del Festival de Cinema de Barcelona fueron de despegue y crecimiento, los dos siguientes marcaron su debacle y desaparición definitiva. La tercera edición correspondiente a 1989 apostó por las llamadas "óperas primas" y se pretendió que fuese el año de la consolidación del festival. Una vez más, la rambla de Catalunya se convertiría en el espacio protagonista. Para dicha consolidación el 3 de marzo de dicho año se presentó un convenio por el que se formalizaba la protección institucional del festival. Un comité directivo sería el encargado de aprobar el presupuesto, nombrar al director y al gerente y aprobar el plan de actividades. Se destinó un presupuesto de 200 millones de pesetas, de los cuales 170 serían operativos y el resto dirigidos a la creación de infraestructuras y a amortizar partidas pendientes. En relación a las aportaciones de las administraciones, 45 millones de pesetas irían a cargo de la Generalitat de Catalunya y del Ayuntamiento de Barcelona, 25 millones aportaría el Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales, 7 millones la Comunidad Económica Europea, 13 millones se obtendrían de recursos propios, 12 millones la Olimpiada Cultural, 12 millones la Fira de Barcelona, 1,5 millones la SGAE y otros 43 millones de diversos patrocinadores privados.
Los cines que se encargaron de proyectar las películas programadas fueron el Alcázar, el Alexandra 3 salas, el Alexis 143 y como novedad el Publi 2 salas. El cine Savoy en cambio decidió no participar. El certamen constó de las siguientes secciones: "Premio Europa", "Gentes desesperadas", "A descubrir", "Para reflexionar", "Melodía encadenada", "Tesoros ocultos", "SOS Racismo", "Más allá de la libertad" y "El gran Woody". La dotación del premio a la mejor película en la sección competitiva fue nuevamente de 30 millones de pesetas, a invertir en la financiación del próximo filme del director de la cinta ganadora.

Escenografía en el Moll de la Fusta: Foto: Arxiu La Vanguardia

Poco antes de la inauguración del festival el Col·legi de Directors de Cinema de Catalunya se desvinculó de las actividades programadas para el certamen alegando disconformidad con el trato recibido por parte de los directivos del festival y el incumplimiento del convenio acordado con ellos. En relación a la crítica por la gestión llevada a cabo, aseguraron que la mala gestión del festival conllevó a arrastrar un déficit de 90 millones de pesetas, motivo por el cual recomendaron la sustitución de algunos miembros de la dirección.
El 3 de julio fue el pórtico previo a la inauguración oficial del festival. En el Moll de la Fusta se habilitó una gran pantalla de 18 metros de altura para la proyección de "El pirata negro", una versión restaurada de este clásico del cine mudo protagonizado por Douglas Fairbanks. La entrada fue gratuita, por lo que atrajo a un numerosísimo público que sobrepasó las 1.500 localidades permitidas. La pantalla estaba coronada en la parte superior por una vela de barco velero y un mástil. Frente a dicha pantalla se ubicaron ocho cañones y un grupo de figurantes vestidos de la época. Un especialista disfrazado de pirata, desde la cofa del mástil donde desplegó una bandera con la calavera negra, descendió hasta el suelo simulando con un falso cuchillo el rasgado de la vela, la cual se abrió en dos, momento en que a través de dos potentes altavoces empezó a sonar la banda sonora de la película. Pero el momento más emocionante y que más sorprendió a los espectadores se produjo en la escena cuando Douglas Fairbanks dispara un cañón en la película, y allá en el muelle se hizo coincidir con los disparos de los ochos cañones situados delante de la pantalla y que formaron una gran humareda. Finalizada la película se invitó al público asistente a tomar un "rom cremat".

El simposio sobre cine e identidad cultural. Foto: Mercè Taberner

Tras el pórtico de la noche anterior el día 4 de julio siguiente tuvo lugar la inauguración oficial del festival en una rambla de Catalunya ambientada nuevamente como boulevard cinematográfico. Entre las principales autoridades asistieron el alcalde de Barcelona Pasqual Maragall, el regidor de Cultura Ferran Mascarell, el conseller de Cultura Joan Guitart, el conseller de Economia Ramon Trias Fargas, el primer secretario del PSC y diputado por Barcelona en el Parlament de Catalunya Raimon Obiols, el escritor y periodista Xavier Bru de Sala y el filósofo y ensayista Josep Subirós, además de otras autoridades políticas y del mundo del periodismo, del arte y del espectáculo. Tras los correspondientes discursos protocolarios, fue el director de cine Jaime Camino el encargado al grito de "acción" de abrir el tercer certamen. Un gran telón sobre el cual el cartelista Joan Alemany había dibujado un rostro sonriente de Charles Chaplin cubría la fachada del cine Alcázar. Tras romperse para acceder al vestíbulo, en éste sonó la música de la película "Candilejas" y ya dentro de la platea se proyectó el cortometraje inédito de Charles Chaplin del año 1918 titulado "How to make movies". Posteriormente se proyectó en el mismo cine el último largometraje de Jack Clayton titulado "The lonely passion of Judith Hearne". A modo de curiosidad, debo decir que un servidor estuvo ese día en el festival acompañado de mi hermana Griselda y de mi hermano Tomás, el cual es crítico de cine, autor de varios libros de cine, colaborador en varias revistas y certámenes cinematográficos y jefe de redacción de las revistas "Dirigido por" e "Imágenes de actualidad". Dispone de un blog personal que podéis consultar clicando AQUÍ.

Actores y actrices invitados. Foto: Consuelo Bautista

Del cortometraje de Charles Chaplin recuerdo especialmente al músico situado a la izquierda de la pantalla, llamado Adrian Johnston, especialmente recomendado por la familia Chaplin, algo que no era de extrañar porque su habilidad y salero tocando el piano y otros instrumentos fue extraordinaria, razón por la cual una parte de los aplausos se los llevó él. Más tarde, tras ver el largometraje inaugural recuerdo haber tenido el placer y el honor de darle la mano al director Jack Clayton, que vino invitado al festival. Estaba en la salida del cine, me acerqué hacia él y sin pensarlo, nada más verme enseguida me estrechó la mano con una gran sonrisa de oreja a oreja. Lo recuerdo un hombre alto de piel rosada, muy agradable y cordial. Jamás lo olvidaré. Siendo ya medianoche, la comitiva se dirigió a la galería Joan Prats para inaugurar la exposición "Casting" del fotógrafo Antoni Bernad, y la exposición situada en una carpa de la rambla de Catalunya entre las calles de Mallorca y València titulada "Chaplin, 100 anys" que recogía las colecciones particulares de José Mario Armero y Josep Colomer.
Del 7 al 9 del mismo mes se celebró el simposio "Actors i directors: cinema i identitat cultural", presidido por el presidente del festival José Luís Guarner, el presidente de la Associació d’Actors de Catalunya Alfred Lucchetti, el presidente de la Federación Europa de Realizadores del Audiovisual (FERA) Joáo Correa y el actor Fernando Fernán Gómez.
Entre las personas del mundo del cine tanto españolas como extranjeras que fueron invitadas al festival destacaron, entre otras, Larissa Borodina, Diana Quick, Giulia Boschi, Larissa Borodina, Tammi Ost, James Wilby, Dominique Sanda, Mauro Bolognini, Orlando Giménez Leal, Francis Girod, Henri Xhonneux, Roland Topor, Mathieu Carrière, Charles Sturridge, Manuel Huerga, Gonzalo Herralde, Luís Ariño, José Luis López Vázquez, José Sacristán, Conchita Montes, Andrés Mejuto, Ana Mariscal, Alfred Lucehetti, Emma Cohen, Xavier Elorriaga, Fermí Reixach, Ferran Rañé y Juanjo Puigcorbé.

La actriz Laura durante y el director Eduardo de Gregorio presentando la película
"Corps perdus". Foto: Kim Manresa

El día 12 de julio tuvo lugar la gala de clausura y entrega de premios. Fue a las 23:00h. en una discoteca al aire libre ubicada en la falda del Tibidabo, el Mirador Vall-Parc, con escenografía a cargo de Xavier Olivé y Lluís Pau. La ceremonia estuvo oficializada por la actriz Rosa Novell, que iba vestida de rojo ante una escalinata azul. A diferencia de los dos años anteriores, esta vez no se hizo sesión de clausura con la proyección de una película invitada. El jurado estuvo formado por el animador y director de animación estadounidense Robert E. Balser, el documentalista cubano Orlando Jiménez, el irlandés Joe Comerford (ganador del anterior Premio Europa), el productor germano Siegfried Bauer y el cineasta español José Luis Borau, que actuó como secretario. La entrega de premios se hizo mediante un vistoso montaje. El escenario estaba presidido por una piscina sobre la cual se había instalado el piano de Joan Pineda con una cantante. Los trofeos se hallaban al fondo de la piscina encerrados en un cofre, y tras ser recogidos, una nadadora se encargó de llevarlos y entregarlos a un modelo caracterizado de dragón que, a su vez, los entregó a la presentadora del certamen. Posteriormente se prendieron llamas sobre la piscina a modo de celebración de agua y fuego emulando los estilos mitológicos y  hollywoodienses.
Los premios repartidos fueron los siguientes: Premio Europa para “Play me Something”, de Timothy Neat (Gran Bretaña); Mejor actriz para Larissa Borodina, por “Adiós, golfos del barrio” (URSS); Mejos actor para Michael Marwitz, por “Fool’s Mate” (RFA); Mejor contribución artística para “Marquis”, de H. Xhonneux (Bélgica-Francia); Mención especial a Mary Jiménez, por “L’air de rien” (Bélgica-Francia-Canadá); Mejor cortometraje para “Una boda turca”, de Pavel Schnabel (RFA); Premio votación popular para “Opening Night”, de John Cassavetes; Premio de la crítica para “Gaudí”, de Manuel Huerga (España); Premio de la Federación Internacional de Cine Clubs para “Ghosts of the Civil Dead”, de John Hillcoat (Australia); y Mención para “Looking for Langston”, de Isaac Julien (Gran Bretaña). La entrega de premios no estuvo exenta de polémica ante la división de opiniones del público asistente, pues se oyeron aplausos y también silbidos.

Nuevo logo del festival para la edición de 1990

La edición de 1990 supuso un cambio y ruptura con respecto a las tres ediciones anteriores. La rambla de Catalunya daría paso a la Rambla como el nuevo escenario para convertirse en el boulevard del cine por el carácter histórico y tradicional del paseo y con la idea de intentar atraer a más público. A nivel interno, el personal del festival se reestructuró a cincuenta miembros entre cineastas, empresarios, arquitectos, escritores, diseñadores y técnicos, a la vez que el certamen se celebraría en noviembre y no en julio. Tras esos cambios y reajustes de organización había una cruda realidad: una deuda arrastrada de 120 millones de pesetas y un rechazo a firmar una renovación del convenio creado el año anterior formado por los departamentos de Cultura de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona y las agrupaciones profesionales de directores, productores, distribuidores y actores. El motivo era que la Associació Festival de Cinema perdía poder de decisión y de control en favor de las instituciones oficiales, además del riesgo de fulminar el carácter europeísta del festival y otorgarle un aire distinto al que fue originalmente concebido. José Luís Guarner continuó como presidente, Joan Lorente como director y Jordi Balló como director adjunto.
Las salas de cine encargadas de proyectar las películas seleccionadas fueron el Club Capitol 2 salas, el París 2 salas y el teatro Principal 2 salas. El certamen constó aquél año de las siguientes secciones: "Premio Europa", "Películas especialmente invitadas", "Tesoros ocultos", "Cineastas de moda", "Petit Festival", "Cortometrajes", "Perspectivas", "Documentos", "Punto de encuentro", "Homenajes", "Les Barcelones de Barcelona", "Rarezas", "Clásicos", "La imagen de la música", "El gran circo" y "Arquitectos y decoradores". La dotación del premio a la mejor película en la sección competitiva sería de 200.000 ecus (26 millones de pesetas) a invertir en la financiación del próximo filme del director de la cinta ganadora.

Publicidad del festival en la prensa

El 23 de octubre del citado año, dentro de la campaña “Barcelona, posa’t guapa”, el presidente del Festival de Cinema de Barcelona José Luís Guarner, junto con el conseller delegado para la Campaña de Protección y Mejora del Paisaje Urbano Josep M. Serra i Martí, el director general de Winterthur Josep Cercós, el regidor del distrito de Ciutat Vella Joan Clos, y el gerente del Grupo Balañá Pere Balañá Forts, firmaron un protocolo de colaboración para el patrocinio de la restauración de la fachada del teatro Principal, uno de los escenarios previstos para proyectar películas de la cuarta edición del festival.
El 5 de noviembre siguiente fue el pórtico previo a la inauguración oficial del festival. En el teatro del Liceu se exhibió "Los Nibelungos", una copia restaurada por Enno Patalas y Bernd Heller tras quince años de trabajo. Dirigida por Fritz Lang, se convirtió en un homenaje a este gran director con motivo del centenario de su nacimiento. Ante la pantalla se hallaba la orquesta formada por los 30 profesores de la DEFA Simphonie Orchester, dirigidos por el austriaco Bernd Heller, sobre la partitura que escribió Gottfriend Huppert especialmente para el filme.

Firma del acuerdo para restaurar la fachada del teatro Principal. Foto: Arxiu La Vanguardia

Tras el pórtico de la noche anterior el día 6 siguiente tuvo lugar la inauguración oficial del festival, amenizada con la presencia de la banda de música de la Guardia Urbana montada a caballo. Entre las principales autoridades asistieron el presidente de la Generalitat Jordi Pujol, el alcalde de Barcelona Pasqual Maragall, el ministro de Cultura Jorge Semprún, el regidor de Cultura Ferran Mascarell, el conseller de Cultura Joan Guitart, el director general de Promoció Cultural Xavier Bru de Sala, el presidente del Comitè Executiu de la Fira de Barcelona Enric Reyna, el miembro de la Comissió de la Comunitat Econòmica Europea y Responsable de Cultura Jean Dondeligner, y otras autoridades políticas y del mundo del periodismo, del arte y del espectáculo. Tras los correspondientes discursos protocolarios, fue la realizadora Rosa Vergés la encargada al grito de "acción" de abrir el cuarto certamen. La coctelería Boadas ofreció el cóctel especial "Festival de Cinema de Barcelona" a la comitiva. Una parte de la Rambla se ambientó con efectos sonoros y visuales que hacían referencia a los filmes "Los pájaros" (en la llamada Rambla dels Ocells), "My fair lady" (en la zona central de la Rambla), "Chinatown", "La jungla de asfalto" y "El coloso en llamas". Se encargaron de ello los arquitectos Josep Maria Civit y Beth Galí. La película que abrió el certamen fue "Fellow traveler", de Philip Saville, en la sala grande del teatro Principal.
Durante los días 8 al 10 se celebró en el Col·legi d'Arquitectes de Barcelona y la Acadèmia Reial de Medicina el simposio "Constructors de somnis" con varias conferencias y la participación de numerosos expertos en cinematografía tanto nacionales como extranjeros. La exposición tuvo lugar en el Col·legi d'Arquitectes de Barcelona.

Rosa Vergés inaugurando el festival. Foto: Pedro Madueño

El festival contó también con cuatro exposiciones: "M, de Fritz Lang" en el Centre d'Art Santa Mònica; "Clavé: cartells per als cinemes de Barcelona (1933-1935) en el Palau Marc y en la Sala Gaspar; "Cine de luxe" en la galería Guillem & Tresserra; y "Enrique Alarcón: una arquitectura de cine" en el museo de Cera de Barcelona.
Con el propósito de hacer más atractivo y lúdico el festival, el día 12 llegó al Moll de la Fusta el buque de vela "Neptuno", una réplica del galeón español del siglo XVII cuyo coste de construcción fue de ocho millones de dólares y que el director cinematográfico Roman Polansky utilizó para el rodaje de su película "Piratas" (1986). Con 220 pies de largo y 98 de ancho, y se utilizó tanto para la filmación como para albergar en su interior camerinos y vestuarios. Permaneció anclado durante un año y podía ser visitado al precio de 500 pesetas.
Entre las personas del mundo del cine tanto españolas como extranjeras que fueron invitadas al festival destacaron, entre otras, Syd Mead, Jean Negulesco, Barbet Schroeder, François Burckhart, Patrice Leconte, Andrej Smirnov, Enzo Serafin, Andrea Grisanti, Agustí Villaronga, Anna Galiena, José Luís Guerin, Gil Parrondo y Álvaro Pardo.

Exhibición de "Los Nibelungos" en el Liceu. Foto: Pedro Madueño

El día 14 de noviembre tuvo lugar el acto de clausura del festival. El Premio Europa se entregó a las 20:00h. en el galeón "Neptuno" y a las 22:45h. en el Club Capitol tuvo lugar la proyección de la película ganadora. El jurado estuvo formado por el productor belga Benoit Lamy y los realizadores Francesc Rovira-Beleta, el holandés Wim Verstappen, el soviético Andrei Smirnov y el escocés Timothy Neat (ganador de la anterior edición). Los premios repartidos fueron los siguientes: Premio Europa ex aequo para “Fools of Fortune”, de Pat O’Connor (Irlanda) y “La campagne de Cicéron” de Jacques Davila (Francia); Mejor actor para Paul McGann por “Paper Mask”, de Christopher Morahan (Gran Bretaña); Mejor actriz para Monica Vitti por “Scandalo segreto” (Italia); Mejor contribución artística para José Luis Guerín por “Innisfree” (España) ; Premio de la Fipresci para “Le mari de la coiffeuse” de Patrice Leconte (Francia); Premio Don Quijote concedido por la Federación Internacional de Cine Clubs a “The Golden Boat” de Raúl Ruiz (EE.UU.), y mención para “La campagne de Cicéron”; y Premio Drac de la Rambla de la Associació del Festival de Cinema a Francisco Rabal por “L’autre”, de Bernard Giradeau (Francia). Lamentablemente y una vez más, la entrega de premios no quedó exenta de polémica ante la división de opiniones por parte del público asistente, oyéndose aplausos y silbidos.

Publicidad del festival en la prensa

En líneas generales, la cuarta edición del festival tuvo mucho menos brillo que las anteriores ediciones. Problemas técnicos como cambios de última hora en la programación de películas, la proyección de cintas en versión original sin subtitular y fallos en los subtítulos electrónicos instalados bajo las pantallas de las salas exhibidoras crearon bastantes incomodidades. El cambio de escenario en la Rambla, con una ambientación bastante criticada y más pobre con respecto a la de la rambla de Catalunya, y la celebración del certamen en noviembre en vez de julio no contribuyeron a mejorar la cifra de asistentes sino más bien todo lo contrario. Varios de los famosos invitados del mundo del cine fallaron a última hora y se criticó también la oferta de películas no tanto por la calidad sino en cuanto a falta de dimensión popular se refiere.
Finalmente, las deudas económicas, la falta de patrocinadores y el descontrol en la gestión obligaron a suspenderlo definitivamente. Así lo anunciaron oficialmente los responsables del festival en rueda de prensa el 7 de junio de 1991.

José Luís Guarner y Quim Casas. Foto: Salvador Sanjuan

Afortunadamente, Barcelona no renunció a disponer de festivales cinematográficos y en la actualidad la ciudad se ha especializado en la variedad con la celebración de numerosos certámenes anuales de interés tanto local como internacional: Festival de Cinema Independient de Barcelona "L'Alternativa", Festival de Cine de Autor de Barcelona, Curtficcions Festival de Curtmetratges, Festival Internacional de Cine Documental "DOCS Barcelona", Festival de Cine Infantil de Barcelona "Mi Primer Festival", Festival de Cine Judío de Barcelona, Festival de Cinema Asiàtic "BAAF", Festival de Cinema Africà, Festival Screen Barcelona, Festival de Cine y Gastronomía "Film & Cook", Muestra de Cine Gay y Lésbico "Fire", Festival Internacional de Cine Documental Musical de Barcelona "In-Edit", Festival Internacional de Cortometrajes y Animación de Barcelona "Mecal", Muestra Internacional de Films de Mujeres y Muestra de Cine al Aire Libre "Sala Montjuïc".

lunes, 15 de agosto de 2016

El Festival de Cinema de Barcelona (I): los certámenes de 1987 y 1988


El Festival de Cinema de Barcelona (Films i Directors) fue una iniciativa destinada a crear un certamen internacional de cinematografía que contribuyese a la proyección mundial de la ciudad de Barcelona, aprovechando la proximidad de la celebración de los XXV Juegos Olímpicos de 1992. En realidad venía a sustituir la antigua Semana Internacional de Cine de Barcelona, creada en 1959 bajo la denominación de Semana Internacional de Cine en Color, un festival organizado por el Ayuntamiento de Barcelona y la Feria Internacional de Muestras de Barcelona que proyectaba filmes en color para difundir los valores artísticos de éstos. Sin embargo, a efectos prácticos muchos de los títulos estrenados fueron en realidad películas prohibidas por la censura franquista, motivo por el cual el certamen se convirtió, a pesar de los numerosos escándalos, en un referente cultural de libertad y una manera práctica de poder visualizar el cine que se hacía fuera de España. A partir de 1975 cambió su nombre por Semana Internacional de Cine de Barcelona y su antiguo director José María Otero fue sustituido en 1980 por José Luís Guarner.


El proyecto del nuevo festival se encargó a la Oficina Catalana de Cinema, fundación creada en 1986 por el Col·legi de Directors de Cinema de Catalunya, entonces dirigida por el cineasta Francesc Bellmunt. Según sus organizadores, el festival tenía como objetivos “promover el conocimiento del cine, con una especial atención hacia la producción europea; ofrecer un nuevo tipo de certamen internacional alrededor de la figura del director y potenciar el cine mediante la creación de vínculos entre el espacio urbano y la cultura cinematográfica" e "imbricarlo en la actividad urbana y cultural del verano en Barcelona, haciendo renacer la afición a! cine por parte del público". Para su desarrollo participaron económicamente todas las administraciones, las cuales invirtieron un total de 90 millones de pesetas: Ayuntamiento de Barcelona y Generalitat de Catalunya 40 millones de pesetas cada uno, la Diputació de Barcelona 5 millones de pesetas y el Ministerio de Cultura otros 20 millones. Aparte, la Comunidad Económica Europea, distintos patrocinadores privados y Caixa de Catalunya completaron la partida presupuestaria.


La presidencia del festival fue a cargo de José Luís Guarner, mientras que la dirección la asumió Joan Lorente y la gerencia Joan Mateu. El comité de honor estuvo formado por la entonces presidenta de la Comisión del Parlamento Europeo para el año Europeo del Cine y la Television Simone Veil, el presidente de la Generalitat de Catalunya Jordi Pujol, el alcalde de Barcelona Pasqual Maragall, el ministro de Cultura Javier Solana, el presidente de la Diputació de Barcelona Antoni Dalmau, el presidente del comité Miguel Reyna, y el miembro de la comisión de la Comunidad Económica Europea y responsable de Cultura Carlo Ripadi Meana. Las oficinas se ubicaron en el número 47 del paseo de Gràcia.
Para el desarrollo del festival a celebrar el próximo verano del año 1987 se eligió la rambla de Catalunya como principal escenario, lugar donde se proyectarían las películas y se desarrollarían otras actividades relacionadas como por ejemplo cinco exposiciones. Otro espacio previsto sería la avenida de la Reina María Cristina, que durante la noche funcionaría como un autocine.

Inauguración del certamen de 1987. Foto: Salvador Sansuan

El certamen constaría de cinco secciones oficiales: 1) películas en competición, exclusivamente europeas; 2) películas especialmente invitadas al festival por su calidad y sin distinción de nacionalidad; 3) panorama del cine contemporáneo y ciclo de directores (cuyo tema versaría sobre “La conservación y preservación de la obra cinematográfica”); un homenaje a los 100 años de Hollywood, los 75 de la productora Paramount y el 50 aniversario de la Directors Guild of America. Otro apartado titulado “Tesoros ocultos” mostraría las películas sobre las que pesa la etiqueta de “malditas” y que convenía recuperar. Dentro de la sección competitiva, se concedería mediante un jurado internacional premios a la mejor película, mejor actor, mejor actriz y al artista o técnico que haya realizado la aportación de mayor relieve en una de las películas seleccionadas. Asimismo, un jurado compuesto por representantes de la industria, otorgaría un premio al mejor filme que participara en el apartado “Cine contemporáneo”. También se entregaría un premio al mejor cortometraje. La dotación del premio a la mejor película del certamen, en la sección competitiva, sería de doscientos mil ecus (30 millones de pesetas), a invertir en la financiación del próximo filme del director de la cinta ganadora.
Como mascota y logotipo la organización eligió como diseño el dragón de la Finca Güell, diseñado por el arquitecto Antoni Gaudí, siendo además el animal mitológico más presente en la cultura mediterránea y barcelonesa. A modo de promoción, previamente, el 26 de mayo de 1987 se presentó el festival en la sede del Banco Central Europeo en Bruselas.


La primera edición se inauguró el 15 de julio de 1987. Previamente se congregaron a todos los invitados a una comida en el palacete Albéniz de Montjuïc a las 14:00h. Asistieron el alcalde de Barcelona Pasqual Maragall, el conseller de Cultura Joaquim Ferrer, el presidente de la Diputació de Barcelona Antoni Dalmau, y el gobernador civil de Barcelona Ferran Cardenal, además de numerosos invitados del mundo de la política, de la cultura, del arte y en particular de la cinematografía. Posteriormente todos se dirigieron a la rambla de Catalunya para visitar las exposiciones "Escrito en el oeste", "Cincuenta años de cine" y "Cincuenta años de la Directors Guide of America", en la galería Joan Prats y en diversas carpas habilitadas. A las 20:00h. de la tarde en la misma rambla de Catalunya se efectuaron los correspondientes parlamentos, siendo el director Francesc Rovira-Beleta quien procedió al grito de "acción" a inaugurar oficialmente el certamen. Posteriormente, la comitiva visitó los diferentes espacios de ambientación cinéfila adecuados para el evento y finalmente se abrió el pase de películas con la proyección del filme “Prick up your ears” (estrenada como "Ábrete de orejas"), de Stephen Frears, en el cine Alexandra.

Lectura de Fred Zinnemann del "Manifest de Barcelona". Foto: Elena Ramon

Las salas de cine que participaron en la proyección de las películas del festival fueron la Alcázar, Alex 1, Alex 2, Alexandra y Alexis 143, todas ellas actualmente desaparecidas. El día 17 siguiente la avenida de la Reina María Cristina se habilitó como un autocine para 200 automóviles con la proyección de películas desde las 22.00h. de la noche hasta las 6:00h. de la mañana. Para ello se instaló una gran pantalla entre las dos torres venecianas y una emisora de radio permitía escuchar las películas.
El día 21 asistieron al festival la actriz Ann Margret y los directores George Sidney y Fred Zinneman, a los cuales se les rindió un cálido homenaje. El día 22 fue especialmente destacado con la lectura en la terraza del "La Pedrera" del llamado "Manifiesto de Barcelona" para la conservación y preservación de la obra cinematográfica tal y como fueron realizadas por sus autores, sin censuras, sin recortes y sin cambios. Esta declaración de principios firmada por 500 realizadores de todo el mundo y leída por el director Fred Zinnemann contribuyó a que el festival se consagrara como certamen europeo dedicado a la figura del director. Woody Allen, Robert Bresson, José Luis Borau, John Carpenter, Costa Gavras, Stanley Donen, Richard Donner, Federico Fellini, Pedro Almodóvar, Sam Fuller, Akira Kurosawa, Claude Lelouch, Louis Malle, Paul Newman, Nagisha Oshima, Roman Polanski, Karel Reisz, Alain Resnais, Ettore Scola, Martin Scorsese, Oliver Stone y Bertrand Tavernier fueron alguno de los firmantes de dicho manifiesto. Éste acto fue el encargado de cerrar el simposio "Conservación y preservación de la obra cinematográfica".

Basilio Martín Patino y Rüdiger Vogler hablando del film "Madrid". Foto: EFE

Y la noche del día 23 la nueva sala Zeleste (actual Razzmataz) de Poblenou acogió la entrega de premios y la gala de clausura. Público invitado, personajes del mundo del cine y autoridades asistieron al acto que fue retransmitido en directo por TV3. El Jurado del Premio Europa estuvo compuesto por el sociólogo Salvador Giner, el realizador Henning Cansen, el director de fotografía Enzo Serafín, el director del Miami Film Festival, Nat Chediak, y el director, guionista y productor Chuck Workman. Mientras que el jurado de la Mención Especial lo formaron José Antonio de la Loma, Francesc Mas, Ennic Gratacós y Frederic de la Cruz. Los premios repartidos fueron los siguientes: Premio Europa para “Les noces barbares”, de Marion Hansel (Bélgica-Francia), directora a quien le otorgaron los 30 millones de pesetas a invertir para su próxima película; Mejor actor para Senne Rouffaer por “La familia Van Paemel”, de Paul Cammer (Bélgica-Francia); Mejor actriz para Sif Ruud por “Summer Nights”, de Gunnel Lmdblom (Suecia); Mejor aportación técnica para Lex Wertwijn, por la fotografía de “La familia Van Paemel”; Premio Especial del Jurado para ‘Five Corners”, de Tony Bill (Gran Bretaña) con particular reconocimiento al guión de John Patrick Shanley; Mejor cortometraje para “Closed Circuit”, de Nicholas Granby (Gran Bretaña); Mención Especial a “La veritat oculta”, de Carlos Benpar; y el Premio de la Industria a “Sonething Wild”, de Jonathan Demme (EE.UU.) y una Mención Especial a “Beyond Therapy”, de Robert Altman (EE.UU.).

La directora Marion Hänsel, celebrando haber ganado el Premio Europa en la edición
de 1987. Foto: Pedro Madueño

La edición de 1988 tuvo nuevamente a la rambla de Catalunya como principal escenario, decorado una vez más a como un boulevard del cine. Para ello se diseñaron ocho ambientes: 1) el fotógrafo Néstor Almendros se encargó de la iluminación de una imagen de Marlene Dietrich; 2) el arquitecto Frank O. Gehry representó unas gigantescas letras que forman la palabra “Hollywood”; 3) el director de fotografía italiano Enzo Serafín diseñó un ambiente titulado “Blanco y negro”; 4) el director de fotografía Josep Maria Civit recreó la luz de la luna mediante un potente foco que esparcía su luz en uno de los tramos de la rambla de Catalunya; 5) los arquitectos Federico Correa y Alfonso Milá diseñaron la gran escalinata típica de los musicales del cine americano que en los años treinta dirigió Busby Berkeley; 6) el arquitecto vienés Hans Hollein creó el espacio titulado “Objeto”, una escalera pintada al principio de color de rosa (como alegoría de las fantasías musicales de Fred Astaire y Ginger Rogers) y que termina pintada de rojo con el cochecito de bebé de “El acorazado Potemkin”; 7) el pintor Tom Carr presentó el ambiente “Pasaje anamórfico” para demostrar cómo la luz puede cambiar un espacio según la perspectiva de quien lo está mirando. La manipulación de unas diapositivas completaban la ilusión óptica; 8) y el fotógrafo Antom Bernard aludió a los efectos especiales en el cine con su ambiente titulado “Incendio”, mostrando el incendio irreal de un edificio que podría ser filmado y mostrado como una realidad en la pantalla.

Colocación de la placa del "Manifest de Barcelona" en la rambla de Catalunya.
Foto: Arxiu "La Vanguardia"

El certamen constó aquél año de las siguientes secciones: "Premio Europa", "Perspectivas", "Históricas", "Infantiles", "A repescar", "Made in Berlín", "Documentales", "Imperdibles" y "Para horas muertas". La dotación del premio a la mejor película en la sección competitiva fue nuevamente de 30 millones de pesetas, a invertir en la financiación del próximo filme del director de la cinta ganadora.
El 28 de junio fue el pórtico previo a la inauguración oficial del festival. De día se instaló en la rambla de Catalunya entre la calle de Còrsega i la avenida Diagonal una lápida circular de mármol con el texto "Manifest de Barcelona" que textualmente dice en catalán e inglés "Nosotros como directores de cine, exigimos como derecho moral, que nuestras películas lleguen al espectador tal y como fueron concebidas originalmente”. De noche se proyectó al aire libre en el parque de la Ciutadella de una versión restaurada de la mítica "Ben Hur" del año 1925, dirigida por Fred Niblo y protagonizada por Ramón Novarro. La proyección estuvo acompañada por una orquesta de 70 músicos dirigida por Carl Davis, autor de la partitura. Además, se pudieron contemplar algunas escenas que entonces fueron rodadas en color.


Tras el pórtico tuvo el día 29 siguiente la inauguración oficial del certamen en la rambla de Catalunya. Asistieron el alcalde de Barcelona Pasqual Maragall, el conseller de Cultura Joquim Ferrer y numerosas autoridades y personalidades de la política y el espectáculo. Ese año fue el director de cine Antoni Ribas quien, tras los parlamentos protocolarios, se encargó al grito de "acción" de inaugurar el festival. Acudió una representación de la Guardia Urbana a caballo y de artistas de la sala Belle Èpoque y del teatro Arnau para amenizar la fiesta, junto al pianista Joan Pineda. Paralelamente, la coctelería Boadas invitó a la comitiva a tomar el cóctel "Festival de cinema de Barcelona" creado para la ocasión. El pase de películas se inició con la proyección en el cine Alcázar y fuera de concurso de "L'oeuvre au noir", del director belga André Delvaux (que vino invitado), basada en el libro "Opus Nigrum" de Marguerite Yourcenar. Las mismas salas cinematográficas del año anterior repitieron para la proyección de todas las películas de esta segunda edición del festival, con la novedad de que se incorporó además el ya desaparecido cine Savoy ubicado en el paseo de Gràcia.

El alcalde de Barcelona Pasqual Maragall en la inauguración del certamen de 1988.
Foto: Salvador Sansuan

Una de las estrellas invitadas fue el director Peter Greenaway con motivo del pase de su película “Drowning by Numbers” y de la inauguración de una exposición de dibujos y pinturas del citado realizador cinematográfico en la galería Joan Prats. Otros artistas invitados fueron George Sidney, Fernando Rey, Sidney Sheldon, Rosaura Revueltas, Daniel Taradash, Sílvia Pinal, Sherry Langsing, Robert Parrish, Helena Bonham-Carter, Jules Dassin, Elliot Silverstein (presidente del comité ejecutivo de la Directors Guild of America), Frank Daniel, Francesca Comencini (que presentó "La lumière du lac") y Edward Dmytryk.
En el apartado expositivo, se inauguró una exposición dedicada al director Luís Buñuel en la Casa de la Caritat y otra exposición "Pepón Coromina 1946-1987" en la sala Vinçon. En cuanto a la sección de conferencias, se celebró en el Palau Moja el "Simposio de guionistas y directores" donde participaron la mayoría de los invitados en ambas especialidades.

La directora Francesca Comencini y y la actriz Nicole García, hablando del fim
"La lumière du lac". Foto: Kim Manresa

El día 7 de julio siguiente se procedió al acto de clausura del certamen. Se celebró en el teatro Tívoli con la proyección de una versión cinematográfica de "La Bohème" a cargo del director italiano Luigi Comencini. El presidente de la Generalitat Jordi Pujol, el alcalde de Barcelona Pasqual Maragali, el director general de Cinematografía Fernando-Méndez Leite, el conseller de Cultura de la Generalitat Joan Guitart, el regidor de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona Ferran Mascareil, el conseller de Economia Ramon Trias Fargas, el conseller de Política Territorial i Obres Públiques Joaquim Molins, y la presidenta de la comisión del Parlamento Europeo para el Año Europeo del Cine y la Televisión Simone Veil fueron las principales autoridades invitadas. La gala, en la que participaron 200 camareros para atender al público invitado, estuvo presentada por el actor Josep Maria Pou y la actriz Carme Elías. El jurado estuvo formado por el director norteamericano Robert Parrish, la actriz francesa Myriarn Meziéres, el escritor peruano Mario Vargas Llosa, el actor y productor español Julián Mateos y la directora belga Marion Hansel.

Robert Parrish y José Luís Guarner felicitando a Joe Comerford tras haber ganado el
Premio Europa de la edición de 1988. Foto: Mercè Taberner

Los premios repartidos fueron los siguientes: Premio Europa para “Reefer and the Model”, de Joe Comerford (Irlanda); Mejor contribución artística para “Katinka” (Suecia-Dinamarca), de Max von Sydow; Mejor actriz para la danesa Tammi Ost, por “Katinka”; Mejor actor para el alemán Udo Samel, por “Love Has Lied” (RFA-Austria-Francia-Suiza); y Mejor cortometraje para “La prueba”, de Enrie Galcerá, con mención especial al guión de Anna Llauradó y a la actriz Mercé Aranega. En cuanto a los galardones no oficiales se otorgó un premio por votación popular al documental “Mississipi Blues”, codirigido por Bertrand Tavernier y Robert Parrish; y el premio de la Associació de Crítics i Escriptors de Cinema de Catalunya a la mejor película: “Katinka”, de Max von Sydow.
Simone Veil, en unas declaraciones, manifestó que el Festival de Cinema de Barcelona era un festival de creación (a diferencia de Cannes que asumía su función de mercado económico para la venta internacional de películas) y que era necesario proteger en el ámbito cinematográfico la diversidad cultural europea, puesto que rodar solo en inglés suponía una discriminación para las lenguas nacionales.
Terminado el acto, la avenida de la Reina María Cristina acogió la Festa del Premi Europa y por ello fue nuevamente habilitada como autocine para la proyección de películas desde las 22:00h. de la noche hasta las 6:00h. de la mañana. Amenizada con música en directo, se inició con la proyección de la película "Drive in".


viernes, 5 de agosto de 2016

Los bloques Tupolev


En la fachada marítima del barrio del Taulat (distrito de Sant Martí) existe desde el año 1952 un conjunto de ocho bloques de viviendas conocidos popularmente como "bloques Tupolev", llamados así en su época al causar cierta impresión su altura y por recordar a los famosos aviones rusos. Situados en el paseo de Calvell, entre la calle del Ferrocarril y el pasaje de Aymà, se convirtieron en los primeros rascacielos del frente marítimo barcelonés.
Anteriormente a estos bloques hubo una antigua fábrica de cuerdas y jarcias llamada "La Corderia", regentada por la familia Calvell, una estirpe de empresarios. Tras haber adquirido Jaume Calvell Riera unos terrenos llamados El Canyet en 1831, hizo construir la fábrica que la dirigió su hermano Joan. Tras ellos continuaron el negocio el hijo de Jaume llamado Pau Calvell Julià, el nieto Pau Calvell Martí y el bisnieto Pau Calvell Pàmies. Entre la fábrica y las vías del ferrocarril se abrió una calle que en homenaje fue bautizada como paseo de Calvell, del cual existe constancia de su existencia al menos desde 1891. Muy cerca del conjunto fabril, en el pasaje de Aymà se erigieron para los trabajadores de dicha fábrica un conjunto de viviendas de planta baja y patio que formaron un pequeño núcleo comunitario. Fueron las Casas de la Corderia.


Justo al lado se instaló un almacén de grasas, aceite y productos inflamables que en 1947 se incendió causando una explosión. El siniestro causó numerosos heridos tanto empleados del almacén como habitantes de aquellas humildes casas, una parte de las cuales quedaron totalmente destruidas. Tras habilitar unos barracones temporales, el Instituto Municipal de la Vivienda encargó la edificación de unas casitas provisionales de planta baja que por encargo de la Comisión Municipal Permanente del Ayuntamiento de Barcelona fueron construidas en tan solo 38 días, entregándose oficialmente el 31 de enero de 1949. Dieciocho familias afectadas las ocuparon. Denominadas como "viviendas ultraeconómicas", cada una disponía de un recibidor-comedor-cocina, dos dormitorios, cuarto de aseo con ducha, lavadero y patio. Se ubicaron en el paseo de Calvell. 
En aquellos años el Instituto Municipal de la Vivienda (creado en 1945 y heredero del Patronato de la Habitación de Barcelona de 1927) proyectó la construcción de varios conjuntos de viviendas sociales destinadas a realojar a los barraquistas e intentar resolver el problema de la vivienda. Estas promociones, todas ellas situadas en zonas periféricas y marginales de la ciudad, se convirtieron pequeños polígonos, como Torre Llobeta, La Verneda, Can Clos, Cerro de la Trindad y El Polvorín.


Uno de estos proyectos del citado organismo fueron los bloques de viviendas de protección oficial previstos a levantar en el paseo de Calvell. Para ello el Ayuntamiento de Barcelona adquirió los terrenos para edificar, un total de 0,80 hectáreas. El proyecto se presupuestó en 6.700.000 pesetas. Según contaba la prensa de la época "en la proyección de estas viviendas se tienen en cuenta las más modernas tendencias urbanísticas, de manera que todas las habitaciones destinadas a dormitorio, e incluso el comedor, darán al exterior y estarán orientadas en forma que recibirán directamente muchas horas de soleación. Se dejará una gran zona de espacio verde, mediante el mayor aprovechamiento del terreno con edificaciones de altura, con lo que las cinco futuras construcciones quedarán enclavadas en un jardín, cerca de un grupo escolar, que allí será levantado más adelante".
El 27 de octubre de 1952 el gobernador civil Felipe Acedo Colunga, el alcalde Antonio María Simarro y otras autoridades, tras inaugurar un grupo de viviendas en la barriada de Nuestra Señora del Port, se trasladaron al paseo de Calvell para observar las obras de construcción de los bloques. Uno de ellos ya estaba terminado y por ello aprovecharon la ocasión para visitarlo. Al cabo de pocos días se hizo entrega de las llaves a los nuevos inquilinos, previo acto de bendición. El resto de bloques fueron finalizados entre finales del citado año y principios del siguiente.


El conjunto, lo formaron ocho bloques aislados de ocho plantas cada uno (planta baja + 7 pisos de altura) con un total de 186 viviendas protegidas, situados en el paseo de Calvell. Cinco de los bloques estaban alineados paralelamente uno al lado del otro entre la calle del Ferrocarril y la rambla del Poblenou (entonces paseo del Triunfo). Los otros tres se ubicaron entre dicho punto y el pasaje de Aymà. Limitan por detrás con la calle del Perelló. Fueron obra del arquitecto Pere Ricart Biot (Barcelona 1911-1992), autor también de las viviendas del polígono de Torre Llobeta, del panteón del vidriero Vicenç Pedret en el cementerio del Masnou, de la reforma del teatro Borrás y del diseño de los cines Aribau, Palacio Balañá y Regio Vistarama Palace, entre otras obras de referencia. A modo de curiosidad, merece la pena citar que además fue un atleta que llegó a ser campeón de España de lanzamiento de disco (1941) y campeón de Cataluña de lanzamiento de peso (1934), de disco (1936, 1940, 1941, 1942, 1945) y de martillo (1941). Batió el récord de España de 4×100 m con una selección universitaria de Barcelona (1934), cinco veces el récord catalán de peso (1936) y seis veces el de disco (1941). Posteriormente llegó a director de la Federación Catalana de Atletismo entre 1947 y 1949.


Los ochos bloques eran prácticamente idénticos. Cada uno de ellos era de estilo funcionalista, sin decoración alguna en la fachada, sin locales comerciales, con una estructura arquitectónica en forma de "T". Se diseñaron simétricos, con tres cuerpos: el central, donde se hallaba la escalera con ascensor y los pisos primeros de cada planta; y los dos laterales correspondientes a los pisos segundos y terceros de cada planta. La presencia de numerosas ventanas y balcones-terrazas garantizaba un buen sistema de ventilación.
Los pisos se construyeron de pequeñas dimensiones, de 60 y 70 metros cuadrados de superficie que incluían dos o tres dormitorios, comedor con salida al balcón, cocina y aseo con ducha. En algunos casos los áticos se ampliaron cubriendo los balcones-terrazas a iniciativa vecinal.
Los alquileres de entonces eran caros para la época. Valían entre 80.000 y 90.000 pesetas a pagar mensualmente durante 20 años, alrededor de 370 pesetas al mes. Por ese motivo, los damnificados de las Casas de la Corderia que vivían provisionalmente en las llamadas "viviendas ultraeconómicas" no pudieron hacerse cargo de los nuevos pisos. Por ello, los ocho bloques fueron habitados principalmente por antiguos barraquistas y por familias de militares.


A finales de 1954 se hicieron obras de urbanización del paseo de Calvell por un valor de casi 740.000 pesetas.
Las condiciones de vida en un principio fueron malas. Todo y situarse en primera línea de costa, la situación no era precisamente idílica. No había zonas verdes y los espacios entre bloques estaban sin urbanizar, a pesar de que en la cuota de amortización iba incluida una parte proporcional para el pago de estos hipotéticos espacios verdes que no llegaron. Además, el paso de los trenes de la línea de la costa ocasionaba a menudo temblores.
No fue con motivo de la celebración en 1992 de los Juegos Olímpicos en Barcelona que el lugar se dignificó. La supresión del ferrocarril de la costa hasta Sant Adrià de Besòs, la construcción del Parc del Poblenou, la recuperación de las playas, la erradicación del barrquismo, el derribo de las fábricas y la urbanización de los entornos contribuyeron a mejorar notablemente la calidad de vida de los residentes de los bloques. Años después la dignificación se completó con la construcción del paseo de Garcia Faria, la urbanización de la fachada marítima hasta Diagonal Mar, la rehabilitación de parte del casco histórico del Poblenou, la apertura de la calle de Bilbao y de la rambla del Poblenou hasta el mar y la construcción de nuevas viviendas. En estos últimos años, los bloques también se han sometido a rehabilitaciones y a mejoras de eficiencia energética.


No obstante, la regeneración urbana también ha tenido un precio muy elevado como es el fenómeno de la gentrificación, es decir, la expulsión de los vecinos del barrio y su sustitución por nuevos residentes de clase social más elevada y turistas de alto poder adquisitivo. Por ello y ante la situación actual recientemente el colectivo Arquitectes de Capçalera de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), especializado en hallar problemas arquitectónicos y aportar soluciones, ha llevado a cabo un proyecto con la colaboración de los habitantes de los bloques Tupolev. Entre otras cosas, han aconsejado que sus vecinos tomen conciencia y se organicen en una comunidad para defenderse de la gentrificación del barrio y de la presión especulativa. En la actualidad, algunas viviendas de esos bloques se venden a 300.000 euros, y el metro cuadrado está valorado en 4.500 euros, motivo por el que algunos vecinos han decidido venderse el piso y marchar. En cuanto a la presión turística, en algunos casos se alquilan viviendas a 200 euros diarios. El futuro se debate entre el mantenimiento o no de sus vecinos, la única gente humilde de toda la ciudad que puede permitirse el "lujo" de vivir frente al mar.

Fotos: Arxiu Històric del Poblenou, Blog Barcelona Singular. Blog Tot Barcelona.