sábado, 25 de noviembre de 2017

225 años del DIARIO DE BARCELONA (III): de Mañé y Flaquer al final de la Guerra Civil (1878-1940)


Tal y como se comentó en el anterior artículo, Juan Mañé y Flaquer sustituyó a Antonio Brusi Ferrer en la dirección del Diario de Barcelona. Sin embargo, la propiedad del diario continuó a manos de la familia Brusi, ubicándose los talleres de impresión en la Imprenta Barcelonesa propiedad de Francisco Gabañach, en la calle Nueva de San Francisco nº17, y la administración en la calle de la Libretería nº22. Este periodista y escritor nacido en Torredembarra en 1823 ingresó en el diario en 1847 como redactor, convirtiéndose pronto en renovador del periódico, pues con él se acentuó el carácter político con el propósito de abrir nuevos horizontes. De este modo lo transformó en órgano definidor de la opinión conservadora de Barcelona, portavoz de la burguesía y contribuidor indirecto en la formación de la generación catalanista de 1900, a la vez que hizo grandes aportaciones en la técnica profesional periodística. Según el propio Mañé, "un periódico tiene que ser humano, doble naturaleza, corporal y espiritual. Es una industria, es decir, una especulación y un apostolado; el empresario está obligado a procurar al periódico una vida robusta, que lo coloque en situación independiente; dé a los capitales en él empleados una ganancia equitativa y a él una remuneración decorosa por sus desvelos y trabajos. Esta industria debe estar subordinada a las leyes morales, y está obligada por su misma naturaleza a prestar a la patria y a la sociedad el tributo de su influencia que es lo que constituye el apostolado del periódico, sus funciones espirituales.



El periódico puede ser, como lo fue el "Diario" durante muchos años, simple colección de noticias; en este caso, no está obligado a decir más que la verdad, empleando cuantos medios estén a su alcance para depurarla y a guardar silencio sobre aquellos hechos cuya publicidad pueda ser dañosa a la religión, a la moral y a las buenas costumbres. Cuando el periódico, además de anunciar los hechos, los comenta debe tener un criterio fijo, constante, que sea sólida base de sus juicios. Relatar con toda imparcialidad los hechos, favorezcan o contraríen nuestros deseos; pero juzgarlos según el criterio de nuestras convicciones, gusten o no gusten a los que nos lean."
Sin embargo, el hombre más decisivo en definir el perfil ideológico del diario fue el abogado y político Manuel Durán y Bas, el cual expuso textualmente su filosofía en tres bases:
- Doctrina del partido moderado, sin los resabios de la centralización cesarista, y de prevenciones regalistas.
- Doctrina de los neocatólicos sin las tendencias absolutistas y la ciega enemiga a toda novedad y a todo progreso.
- Aspiraciones de los progresistas de la monarquía limitada, despojadas del absurdo principio de la soberanía nacional, de tan fatales consecuencias para los pueblos modernos.



Este periodo fue fructífero hasta el punto que el diario se convirtió en uno de los periódicos más influyentes y bien informados de España. El mismo Mañé viajaba a menudo a Madrid, entraba en contacto con la clase política, organizaba la corresponsalía, buscaba colaboradores e intervenía en política. Personajes influyentes en la redacción fueron, principalmente, Jaime Balmes, Juan Maragall, Juan Cortada y Francisco Llorens y Barba. Mañé llegó a ser uno de los redactores más prestigiosos de su tiempo por su independencia de criterio, por lo que fue a menudo consultado por el rey Alfonso XII y por Antonio Cánovas del Castillo. Cercano al ideario de la Unión Liberal, sus artículos mostraban una moderada oposición descentralizadora, causa por la que fue perseguido y sancionado. En 1876 el Diario de Barcelona fue suspendido y sustituido por el nuevo periódico El Catalán, subtitulado como "Diario de Avisos y Noticias". El primer número salió el 30 de septiembre del citado año y el último el 1 de octubre siguiente. Fue extremadamente efímero, pues sólo salieron tres números. A partir del día 2 reapareció el Diario de Barcelona.



A finales del siglo XIX, la aparición de nuevos periódicos como El Correo Catalán (1876), La Publicidad (1878), El Diluvio (1879), La Vanguardia (1881), El Noticiero Universal (1888) y La Veu de Catalunya (1899), hizo perder progresivamente al diario su antiguo predominio debido a la nueva y fuerte competencia. A ello se sumó el hecho de que su regionalismo moderado no logró convencer a toda la burguesía y, además, no supo cómo responder a las grandes masas sociales. Cada vez que se planteaban nuevos problemas se fracasaba al intentar resolverlos siempre desde su perspectiva conservadora.
Al morir Antonio María Brusi Mataró en 1887, la propiedad del diario pasó a manos de su hija María Josefa Brusi García. A partir de 1895 la suscripción al diario en Barcelona pasó a 3 pesetas mensuales, siendo fuera de la capital catalana a 12 pesetas y en Francia a 18 pesetas. Cada ejemplar valía 15 céntimos de peseta la edición de la mañana y 5 céntimos de peseta la de la noche. En ese año el tiraje era de 9.000 ejemplares y se llegaban a enviar ejemplares a lugares tan lejanos  exóticos como las Filipinas, las Antillas y Hong Kong.



Al morir Juan Mañé y Flaquer en 1901, la dirección del Diario de Barcelona pasó a manos del abogado, político, novelista y comediógrafo Teodoro Baró Sureda, el cual ya había ejercido como redactor. En 1904 la suscripción para los de fuera de Barcelona se rebajó hasta las 9 pesetas mensuales y se estableció en 15 céntimos de peseta el precio para todos los ejemplares sueltos con independencia de la edición del día. Fueron años discretos en los que no se aportaron novedades. A principios del nuevo siglo XX destacaron como redactores y colaboradores, entre otros, José Martínez Ruiz "Azorín", Buenaventura Bassegoda, José Antonio Brusi, Juan Burgadá, Francisco Carreras Candi, Manuel Durán y Bas, Joaquín María de Nadal, Gonzalo de Reparaz, José de Riquer y Carmen Karr como presencia femenina.
Tras su marcha en 1906 fue director efímero Miguel de los Santos Oliver. Sin llegar al año de mandato, le sustituyó al cargo nuevamente Teodoro Baró Sureda, el cual permaneció hasta el año 1912. En 1909 el diario pasó a tres ediciones, una de la mañana, otra del mediodía y otra de la noche.



Entre 1912 y 1920 la dirección pasó a manos de Luis Soler Casajuana. El cambio de dirección fue consecuencia de un periodo de problemas económicos que llevaron a cambiar las gestiones y a la aportación financiera de varias personalidades de la época. En 1915 batió un récord de ventas, llegándose a tirajes de hasta 15.000 ejemplares, con lo cual se superó la cifra de 10.000 del año 1850. A partir de 1919 dejaron de publicarse los almanaques anuales y se suspendió la edición de la noche, el precio de cada ejemplar subió a 10 céntimos de peseta, y pasó a publicarse en formato a doble tamaño, es decir, de 36cm x 24cm. Para ello se renovó el sistema de impresión con la adquisición de una rotativa Werk Augsborg. El 1 de enero de 1920 salió por primera vez un ejemplar con fotografía en la portada. A ello se adelantó a la mayoría de periódicos de la época, todavía sin fotos. La imagen hacía referencia a la Familia Real española. A partir de aquel momento, este periódico brindaría cada día con una portada ilustrada con algo relativo a algún tema de actualidad de la época, tanto nacional como internacional. En su interior pasó a duplicar el número de páginas y abundarían los anuncios dibujados de publicidad comercial y carteles de espectáculos. Durante ese mismo año la suscripción mensual pasó a 2 pesetas.



Tras la marcha del anterior director, entre 1920 y 1922 el Diario de Barcelona estuvo dirigido provisionalmente por Arcadio de Arquer. Al cabo de dos años lo sustituyó Juan Burgadá Juliá, responsable de equilibrar y recobrar la personalidad del diario, permaneciendo en su cargo hasta 1946.
Con la llegada de la dictadura del general Miguel Primo de Rivera, los Brusi dejaron definitivamente de ser propietarios del Diario de Barcelona, pasando a manos de la Editorial Barcelonesa, S.A. Al año siguiente se estableció la Real Orden de 24 de marzo de 1924 que obligaría al descanso dominical de la mayoría de las editoriales de prensa, de modo que los lunes solo saldrían algunos periódicos como la Hoja Oficial de la Provincia (luego Hoja del Lunes) y algunas ediciones de tarde. Desde entonces y durante los próximos 58 años, el Diario de Barcelona dejaría de salir a la calle todos los lunes. Dada la ideología monárquica y conservadora del periódico, el periódico fue bastante benévolo con el régimen primoriverista. Sin embargo, tras la proclamación de la Segunda República llegaron años difíciles al tratarse de un nuevo contexto político opuesto a la filosofía del diario.



A finales de 1935 cambió levemente su formato adoptando un diseño que se mantendría prácticamente intacto hasta el año 1960. En 1936 el tiraje era de 8.000 ejemplares, pasó a 15 céntimos de peseta el ejemplar y la suscripción mensual a 3,50 pesetas. Al estallar la Guerra Civil el 19 de julio del citado año, el Diario de Barcelona dejó de publicarse y fue incautado y transformado en órgano del partido Estat Català, publicado en catalán por el guerrillero y periodista Marcelino Perelló Domingo. El 22 de julio de 1936 se llamó Estat Català. Full Extraordinari Gratuït, pero al cabo de dos días se tituló Diari de Barcelona. Portaveu d'Estat Català. La redacción y administración se trasladó en la calle de Jaume I nº11. A partir de 1937 se empezó a notar la falta de papel y otras restricciones conforme la guerra avanzaba. Así, el 5 de mayo se publicó en ciclostilo y sólo cuatro páginas a tamaño 22x34 centímetros, el día 6 de mayo impreso a una sola cara, y el día 7 a cuatro páginas y tamaño 23x31 centímetros. El 1 de agosto del mismo año reapareció como Diario de Barcelona de Avisos y Notícias, publicado por parte de un grupo de antiguos trabajadores del periódico que formaron un comité de empresa con el fin de reivindicar la propiedad y hacer nuevamente (sin éxito en el propósito) la publicación en castellano.



Hasta el 31 de octubre del mismo 1937 no volvió a reaparecer otro número, y desde entonces el Diario de Barcelona no salió nuevamente a la venta hasta el 24 de noviembre 1940, siendo devuelto a sus antiguos propietarios. De 1923 a 1936 colaboraron en la redacción escritores y periodistas, entre otros, como Enrique del castillo, Gonzalo de Reparaz, José María de Sagarra, Francisco Aizcorbe y Valerio Serra. Sus directores fueron J. Josa (1936) y Marcelino Perelló Domingo (1936-37).

Fotos: Arxiu Brusi, Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, Arxiu Maragall, Editorial Nacional.

martes, 14 de noviembre de 2017

225 años del DIARIO DE BARCELONA (II): la etapa de los Brusi (1814-1867)


Bajo las manos de la familia Brusi, el Diario de Barcelona vivió una etapa de esplendor durante el siglo XIX. El primer propietario fue Antonio Brusi Miravent, nacido en Barcelona en 1775, hijo de Carlos Brusi (fabricante de medias) y Raimunda Miravent. Dedicado al oficio de librero e impresor, abrió su primera librería en la Bajada de la Cárcel esquina Frenería. En 1808 contrajo matrimonio con Amalia Eulalia Montserrat. Durante la Guerra de la Independencia se movió por varios lugares donde aprovechó para la impresión de publicaciones, como el Diario Militar y Político del Principado de Cataluña (1809), la Gaceta de Militar y Política de Cataluña (1810), el Diario de Palma (1813) y la Gaceta de Cataluña (1814).
Tras finalizar la guerra y regresar a Barcelona el 28 de abril de 1814 tomó las riendas del Diario de Barcelona, reapareciendo el 6 de junio siguiente con formato 18x12 centímetros. La redacción y administración pasó al número 29 de la calle de la Palma y al número 22 de la calle de la Libretería. La imprenta pasó de la calle de la Palma de San Justo al número 4 de la calle de las Tapias. Durante el Absolutismo del rey Fernando VII, el diario se repartió por la botillerías del centro de la ciudad, distribuidos por los camareros a los clientes consumidores. Durante sus años activos tuvo que luchar para el mantenimiento de su Real Privilegio por el cual podía imprimir el periódico. Dicho status lo perdió brevemente durante el Trienio Liberal de 1820 a 1823. En 1820 fue el primer impresor en introducir en España la litografía, por privilegio de su inventor, Aloys Senefelder. Al año siguiente, víctima de la fiebre amarilla, falleció a los 45 años de edad.


Entre 1821 y 1838 la dirección fue a manos de Pablo Soler Mestres, marido de Antonia Brusi Ferrer. Ello sucedió a partir del 28 de octubre y se abrió una etapa más bien monótona. En 1822 tuvo una agria polémica con el diario El Eco de la Ley por subtitularse "Diario de la Ciudad de Barcelona". Entre el citado año y 1823 hubo algunas publicaciones bilingües catalán-castellano y francés-castellano, básicamente actas oficiales. En 1828 Amalia Eulalia Montserrat, viuda de Antonio Brusi Miravent, solicitó que el Real Privilegio pasara a su hijo Antonio Brusi Ferrer, cosa que, finalmente, fue concedida al año siguiente en una visita del rey Fernando VII a Tarragona. Entre abril y mayo de 1830 se prohibió la publicación en el diario de noticias políticas. El Diario de Barcelona, a pesar de su carácter claramente monárquico y liberal-conservador, la Constitución de 1837 fue un punto de ruptura en tanto que, al negarse a apoyar la nueva situación política, la publicación abandonó su ideología para evitar la pérdida del Real Privilegio. En 1838, con solo 700 suscriptores y una pérdida de 100 duros mensuales, se planteó una nueva dirección. Además, el Real Privilegio fue abolido, siendo un hecho positivo porque ello frenó la decadencia del periódico. Por ello, Antonio Brusi Ferrer, primer marqués de Casa Brusi e hijo de Antonio Brusi Miravent, tomó la dirección del diario hasta el año 1867. Previamente tuvo una sólida formación académica adquirida en varios países como Suiza, Italia, Alemania, Francia, Suecia y Finlandia. Fue una etapa brillante en la que la publicación recuperó su prestigio como órgano del partido moderado, defensor de los intereses catalanes y de la monarquía. Ello coincidió con al reinado de Fernando VII.


La redacción se nutrió de grandes escritores como Mañé y Flaquer, Juan Maragall, Miquel y Badía y Teodoro Baró. Entre los colaboradores en Barcelona hubo nombres de prestigio como Pablo Piferrer, Rubió y Ors, Víctor Balaguer, Antonio de Bofarull, Sol y Padrís, Durán y Bas, Milá y Fontanals y Vidal y Valenciano. También hubo colaboradores en Madrid y en el extranjero. Se modernizó el sistema de impresión, pasándose a la máquina plana Stemberg, que aplicaba la fuerza motriz por vapor. Dado el buen éxito de los anuncios, a la cabecera se le añadió el subtítulo "de Avisos y Noticias". En abril de 1853 se amplió la difusión con una segunda edición de tarde. Prácticamente hasta entonces, los esfuerzos fueron encaminados a convertir el Diario de Barcelona en el periódico mejor informado, tanto por el número como por la exactitud de sus noticias, lo cual no sólo obligó a incrementar sus corresponsales sino también a elegirlos cuidadosamente. Ello dio origen a la gran fama que las "Correspondencias del Diario" alcanzaron en aquel tiempo.
En 1856 introdujo el telégrafo, lo cual fue de gran utilidad de cara a los partes telegráficos. Fue además el primer periódico español en utilizar las palomas mensajeras como medio de transmitir información durante las Guerras Carlistas que destruyeron las líneas telegráficas.


A partir de 1857 publicó un almanaque anual de 12x18 centímetros para los suscriptores donde se abarcaron varios temas como la política, arte, finanzas, conflictos bélicos y disposiciones de carácter legislativo. Además, de acuerdo con las costumbres de la época, publicó durante muchos años y por entregas diversas, folletines y novelas, generalmente de carácter romántico, que después aparecían encuadernadas y se regalaban a los suscriptores. Las notables mejoras introducidas propiciaron que en 1865 llegara a los 7.000 suscriptores, superando definitivamente la situación de estancamiento.
Antonio Brusi Ferrer destacó por sus actividades políticas y económicas. Tuvo una estrecha amistad con Ferdinand de Lesseps cuando éste fue cónsul de Francia, hasta el punto de verse involucrado como miembro de la Compañía que creó el Canal de Suez. En 1839 fue nombrado miembro del Ayuntamiento de Barcelona y desde allí promovió el derribo de las murallas barcelonesas para dar paso al futuro Ensanche. En 1847 ingresó como redactor Juan Mañé y Flaquer, la mano derecha de Brusi hasta el punto de acaparar muchas de las tareas que éste le delegó. En 1856 fue socio fundador de la Sociedad Catalana de Crédito, logrando crear un Montepío para trabajadores discapacitados y las viudas y huérfanos de obreros. El 11 de junio de 1875 el rey Alfonso XII le otorgó el Título del Reino en calidad de Marqués de la Casa Brusi.


En 1864 falleció Eulalia Mataró, su esposa, con lo cual sucumbió en un profundo desánimo, motivo por el cual la dirección del diario estuvo ocasionalmente a manos de Juan Mañé y Flaquer. Éste le dio al periódico una nueva proyección política, literaria y cultural hasta el punto de convertir al popularmente llamado "Brusi" en el representante de la burguesía catalana. En 1867 tomó definitivamente la dirección del periódico y, diez años después, se creó la figura del editor responsable, cuya misión era sustituir al director en caso de fallecimiento, ausencia o enfermedad. Finalmente, en 1878 Antonio Brusi Ferrer falleció tras una larga enfermedad. Su hijo Antonio María Brusi Mataró, aunque no fue nuevo director, sí que tomó parte activa en la redacción, procurando con todos sus especiales conocimientos conservar en el periodismo las tradiciones por aquél establecidas.

Fotos: Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, Biblioteca Digital Memoria de Madrid, Fons Casa Brusi.

martes, 7 de noviembre de 2017

225 años del DIARIO DE BARCELONA (I): de la fundación a la dominación francesa (1792-1814)


Se cumplen dos siglos y cuarto de la aparición del mítico Diario de Barcelona, el decano de la prensa continental. Su fundación fue obra y gracia de Pedro Pablo Hussón de Lapazarán (1755-1815?), un napolitano hijo del primer ayudante de cámara del embajador de Francia,  Juan bautista Husson, natural de Lorena (Francia), y de Magdalena de Lapezarán, de San Sebastián (España). En 1759 llegó a España con la comitiva del rey Carlos III tras haber ejercido como oficial mayor del despacho principal del Diario de Madrid. Desde muy joven demostró grandes conocimientos y experiencia profesional en el ámbito periodístico. Durante varios años estuvo residiendo en Barcelona, ciudad que le inspiró el proyecto de creación de un nuevo diario oficial que combinaría noticias de carácter no oficial, inspirándose en los modelos extranjeros de la época. Para ello envió una solicitud al rey Calos IV, el cual le otorgó el permiso y el real Privilegio el 6 de abril de 1791. Las condiciones fueron que la nueva publicación debía seguir el modelo del Diario de Madrid y cumplir con las prevenciones contenidas en la Real Orden de 25 de agosto de 1791, a raíz de la Revolución Francesa.


El 3 de septiembre de 1792, Hussón se dirigió al Ayuntamiento de Barcelona para solicitar que tanto en la cabecera del periódico como sobre la puerta de entrada del despacho principal presidiera el escudo de armas de la ciudad y del rey. A ello se le concedieron dichos escudos con las armas de la ciudad en el diario pero no las reales en la entrada del edificio al no constar en el Real Privilegio. El día 10 siguiente recibió además protección municipal.
Finalmente, tras seis meses de preparativos, el lunes 1 de octubre de 1792 vio la luz el primer ejemplar del Diario de Barcelona. Inicialmente era de pequeño formato, de 18x12 centímetros, cuatro páginas impresas a una sola columna y edición única por la mañana. La redacción, la administración y la imprenta se hallaban en el número 19 de la calle de la Ciudad y funcionaban de 8:00h. a 13:00h. y de 15:00h. a 19:00h. El precio de cada ejemplar se estableció en dos cuartos, mientras que los suscriptores debían abonar 2 pesetas mensuales, y en caso de residir fuera de Barcelona, 3 pesetas al mes. En el resto de España las suscripciones eran posibles en Madrid, Valencia, Sevilla y en la librería Victoriano Pajares de Cádiz.


Según Hussón, el Diario de Barcelona pretendía ofrecer noticias sueltas y a la vez fomentar tanto el gusto por la lectura como el amor al estudio, algo habitual en la prensa europea, de ahí esa relativa voluntad cosmopolita. Sin embargo, mantuvo también su carácter funcional de intercambio de información. Ideológicamente era representante y órgano de la opinión conservadora en Barcelona. Sus principios eran "religión católica, unidad religiosa de España, principio de autoridad de origen divino, libertad civil".
La estructura del periódico partía con el título ostentado con el escudo de la ciudad por concesión municipal; debajo correspondía indicar el santo del día, fiesta, vigilia o laboral antes o después de misa; la iglesia donde esté la celebración litúrgica de las llamadas "Quarenta Horas" y otras funciones como sermones, oraciones, novenas y procesiones. Después venía la salida y puesta del Sol y la Luna e información meteorológica. Tras ello el diario se dividía en dos partes. La primera, trataba aquellos apartados relativos al mundo de lo curioso y erudito como son las ciencias humanas, las ciencias sociales, las ciencias jurídicas, las ciencias formales y las ciencias naturales, además de artes y oficios y la religión.


La segunda, trataba los campos relativos al comercio y la economía bajo el título de "Noticias particulares de Barcelona". En este segundo apartado se incluían, entre otras secciones, vacantes eclesiásticas, libros, noticias sueltas, ventas, almonedas, pérdidas, hallazgos, alquileres, sirvientes, amas de leche, teatro y lotería.
Para el ofrecimiento de noticias a publicar en el diario era necesario presentarse en las oficinas o bien entregarlas a los corresponsales. Todas ellas, a fin de garantizar su veracidad, debían ir acompañadas con los datos personales y firma del redactor. Las publicaciones se hacían a las 48 horas de haberse recibido las noticias.
En sus inicios se coincide en argumentar que el periódico era modesto y de poca calidad, pero aun así creado muy hábilmente y con un espíritu europeísta. La severa censura gubernamental impidió la publicación de muchos artículos, pues determinados asuntos de Estado no interesaba que se propagaran al público, especialmente las tensas relaciones entre España y Francia.


En enero de 1808, Hussón solicitó que el privilegio de impresión lo pudieran heredar sus hijos, pero ello le fue denegado con el argumento de que dichos privilegios eran personales y no trascendentales para sus hijos. Poco después, el 13 de febrero siguiente las tropas francesas napoleónicas entraron en Barcelona. Desde entonces, paralelamente a las noticias relativas al país y al ámbito local, hubo el deber de publicar los comunicados y edictos de carácter oficial. La información, aunque muy amplia, era bastante parcial en relación a los sucesos acaecidos. En junio del mismo año, las autoridades francesas empezaron a hacer intromisión en el diario, apoderándose paulatinamente y acomodándolo a sus necesidades oficiales y extraoficiales. Hussón, sin embargo, continuó como director por su actitud servil. La estructura del diario cambió bajo las órdenes del oficial general Jean Maximilien Lamarque, jefe militar de la llamada Alta Cataluña, el cual decretó que el contenido debía estar formado por noticias extranjeras extractadas de los diarios del Imperio, reseña de las operaciones guerreras, e información sucinta de la obra administrativa desarrollada por los napoleónicos. A ello se tendería a ridiculizar a los españoles en tanto enemigos de los franceses, y se publicarían a menudo proclamas y lamentos para desanimar el bando enemigo.


Paralelamente, la Junta Suprema Central, órgano formado en septiembre de 1808 que acumuló los poderes ejecutivo y legislativo españoles durante la ocupación napoleónica, despojó a Hussón como director del Diario de Barcelona al considerarlo un desertor, y por ello el cargo recayó en la figura del impresor, empresario y periodista Antonio Brusi Miravent, en agradecimiento a sus servicios durante la Guerra de la Independencia. La concesión fue efectiva el 28 de octubre de 1809, sin bien no pudo ejercer debido a la incautación francesa del diario.
El 1 de septiembre de 1810 Hussón fue forzosamente sustituido por Manuel Andrés Ygual, un afrancesado que tomó la dirección hasta 1814 y cuya misión fue convertir el Diario de Barcelona en el principal instrumento de propaganda francesa en la ciudad. Ygual tuvo la colaboración de los impresores Juan Bautista Alzine y Pedro Barrera y del director literario Manuel Andrés. El objetivo fue publicar un diario ameno, de servicios, en apariencia poco político aunque nunca faltó la abundante normativa oficial emanada del bando francés.


Durante la etapa napoleónica el Diario de Barcelona tuvo varias modificaciones, con ediciones bilingües en francés-castellano y francés-catalán: del 22 al 26 de marzo de 1810 se llamó Diari de Barcelona y del Gobern de Catalunya; del 27 de marzo al 10 de abril de 1810 se llamó Diari de Barcelona y del Gobern de Cataluña; del 11 de abril al 12 de agosto de 1810 se llamó Diari del Gobern de Cataluña y de Barcelona; del 13 al 31 de agosto de 1810 se llamó Diario del Gobierno de Cataluña y de Barcelona;  del 1 de septiembre de 1810 al 15 de abril de 1811 se llamó Diario del Gobierno de Cataluña y de Barcelona, ostentando el escudo imperial francés en la cabecera; del 16 de abril al 31 de agosto de 1811 se llamó Diario del Gobierno de Cataluña y de Barcelona, ostentando el águila imperial francesa en la cabecera y nuevo formato de 16x22 centímetros; del 1 de septiembre de 1811 al 5 de febrero de 1812 se llamó Diario del Gobierno de Cataluña y de Barcelona, ostentando el águila imperial francesa en la cabecera y nuevo formato de 21x27 centímetros; del 1 de enero al 28 de febrero de 1814 se llamó Diario del Gobierno de Cataluña y de Barcelona, sin ostentar escudo de ninguna clase en la cabecera y nuevo formato de 21x29 centímetros; y del 1 al 31 de marzo de 1814 se llamó Diario de Barcelona, sin ostentar escudo de ninguna clase en la cabecera y nuevo formato de 16x22 centímetros.


Posteriormente la figura de Pedro Pablo Hussón de Lapazarán cayó en desgracia. Tras abandonar forzosamente la dirección del Diario de Barcelona, se dedicó durante un tiempo a trabajos de imprenta. Arruinado y sin trabajo, solicitó sin éxito empleo municipal mediante certificados de buena conducta. En 1812 fue detenido junto con sus hijos, acusado de afrancesado por haber jurado fidelidad y obediencia a Napoleón y haber sido miembro de la Guardia Cívica de Barcelona. Finalmente, el 23 de junio de 1814 logró el indulto del rey Fernando VII bajo la condición de no poder ir a Barcelona, ni establecerse en pueblos a menos de veinte leguas de la ciudad, y con el deber de presentarse ante las autoridades de cualquier localidad donde residiera. La sentencia de la amnistía fue firmada por el alcalde de Barcelona Ramón Maresch Coli. Poco después, en una fecha indeterminada de abril de 1815, Hussón falleció. Sus hijos intentaron heredar el antiguo Real Privilegio de editores, algo que les fue denegado al haberlo perdido su padre y ser traspasado a Antonio Brusi Miravent, el cual tomó las riendas del diario, viendo a la luz la nueva edición el 6 de junio de 1814. Desde entonces, la estirpe de los Brusi abriría una larga y brillante etapa para el Diario de Barcelona.

Fotos: Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, Biblioteca Digital Memoria de Madrid, Fons Casa Brusi.